A petición de varias personas, copio aquí lo que aparece escrito en LO QUE OPINO SOBRE... acerda de EL SENTIDO DE LA VIDA.
SEGUNDA PARTE:
REFLEXIONES PETULANTES
Quizás deba hacer un breve resumen de mi vida.
Nací hace muchos años.
No recuerdo los primeros (me pregunto ahora dónde estaban entonces mi capacidad de recordar y mi mente) fui al colegio, me enseñaron cosas útiles para manejarme con el mundo pero no me enseñaron a amar ni a comunicarme con el corazón; conocí amigos, luego chicas, me reía, probaba experiencias, me hice más mayor y conocí una situación a la que llamé equivocadamente amor; después, el servicio militar, y al terminar retomé los planes de futuro, sin saber lo que era el futuro, ni cuán largo, y me comprometí en una iglesia para el resto de la vida, sin saber lo que era el resto de la vida.
En medio, más cosas, por supuesto. Hijos, suegros, visitas, veranos, pagar el piso, trabajo, noches, desatinos, silencios, arrugas, años perdidos, y un día, sin saber cómo, se presenta a traición, con toda su crueldad y su crudeza, una sensación que insinúa que no es sólo esto lo que quiero y que aquí falta algo, que se va gastando el tiempo y aún no sé por qué vivo, que se me escapan detalles muy gordos, que no estoy tranquilo, y entonces pronuncio una de las grandes preguntas… ¿cuál es el sentido de mi vida?
Espero sonriente una aclaración, pero se va pasando el tiempo y la sonrisa se convierte en mueca… acabo de darme cuenta de que nunca hube de hacerme la pregunta… me voy dando cuenta de que se han instalado en mí unas inquietudes y unas dudas que parirán como conejas incansables miles de dudas más.
Me llevo, inconscientemente las manos a la cabeza… me pesa la vida como no la había hecho antes… me pregunto para qué me habré metido en todo esto y no sé lo que quiero decir cuando digo “esto”.
Antes, antes de la pregunta me refiero, cuando vivía en la ignorancia de la metafísica y la Existencia con mayúsculas, cuando mis grandes preocupaciones eran el sueldo que no me llega y dónde iremos las próximas vacaciones, parecía todo más sencillo y era más tranquilo.
Ahora, después de la pregunta me refiero, no sé ni lo que pienso.
Sé que quiero encontrar algo más y, en el fondo, me alegro de no conformarme con lo que les sirve a otros y creo que no me importa el precio, porque sé que cuando encuentre lo que busco, tendré una vivencia más amplia y llena de sentido. Del sentido de la vida.
Y, en último lugar, reviso la otra posibilidad de la pregunta: ¿cuál es la finalidad de mi vida?
Una de ellas, y no es humor negro, es morir.
Esto es fácil. Está al alcance de cualquiera y no hay que hacer esfuerzos. Demasiado sencillo. Demasiado intranscendente porque en ella no hay otra posibilidad, ni otra elección. Es, simplemente, dejarse llegar con el tiempo. Tiene que ser otra la finalidad de mi vida.
Por ejemplo… la realización del Ser que soy en esencia y en potencia.
Y yo, ahora, apuesto por esta.
Cualquier otra finalidad se puede desmontar hasta dejarla en la mentira que la sustenta; cualquier otra será una temporalidad y no una finalidad; cualquier otra no ha de perdurar si no sobrepasa lo material y lo vacío.
MIS PENSAMIENTOS
Levo casi toda mi vida buscando inconscientemente un sentido para mi vida... y no lo encuentro.
Tengo la desventaja de estar buscando algo que no sé qué es, que no sé cómo es, que no sé dónde está ni cómo se busca, y que aún en el caso de encontrarlo, y ya que no sé lo que es, quizás no me daría cuenta.
Con este panorama tan desalentador, no es de extrañar mi frustración en el empeño, y es de admirar y agradecer la tenacidad, la fortaleza y la seguridad con la que, a pesar de todo, sigo adelante.
Sería capaz de pensar que si por mí fuera me desocuparía de esta búsqueda y me dedicaría a ver la televisión en jornada intensiva, a aprenderme de memoria todas las alineaciones de todos los equipos de fútbol, y todos los resultados de todos los partidos de todo, y de todas las competiciones de cualquier cosa que se haya inventado.
Cualquier cosa menos estar pendiente de encontrar una respuesta a una insatisfacción impenitente que no me quiere dejar descansar en las ramas del árbol de la ilusión y que me empuja, o me arrastra, hasta algo que ahora creo que es una frase pero intuyo que será un estado.
¿Cuál es el sentido de MI vida?
Redundando, ¿cuál es el motivo de MI vida?
Reiterando, ¿cuál es la dirección que tengo que darle a MI vida?
Machacando, ¿cuál es la causalidad de MI vida?
Y así hasta un infinito de preguntas.
Empiezo a sospechar que lo que busco es algo permanente que me permita estar sin conflicto conmigo y en PAZ.
Sí, quizás es paz lo que estoy buscando.
Porque creo que la vida se compone en un porcentaje, supongamos un cinco por ciento, de cosas inevitables, duras, que vienen de fuera y en las que tengo poca posibilidad de acción o evitación, como por ejemplo enfermedades mías o de seres queridos, accidentes, muertes, pérdidas varias...
Puede haber otro ¿cinco por ciento? de hechos, sentimientos o estados espontáneamente hermosos, que vienen de fuera y en los que tengo poca posibilidad de acción o evitación, como por ejemplo regalos, buenas noticias...
El resto, y aquí podría empezar mi preocupación, es de mi propia responsabilidad.
Bueno, ¿Pero qué debo hacer?, ¿Responsabilizo al destino de lo que me pasa, de lo que hago y de lo que no hago?, ¿Echo la culpa a vudús, males de ojo, brujas y maldiciones?, ¿Me lamento sin pudor y sin cansancio ante mi rabia y mi sufrimiento?, ¿Clamo a gritos una solución que me ha de venir de ángeles de la guarda o de vírgenes que me han de tratar como a hijo?, ¿ Reclamo a algún Dios por su desatención?, ¿Me muero de tanto sentirme excluido, desatendido, menospreciado y abandonado?, ¿Me lamento y protesto, pero sin ganas, sólo para mentirme dándome a entender que ya hago algo pero que las fuerzas en mi contra son superiores e inatacables, que los hados se han confabulado para hacerme pasar la más penosa de las pruebas que se han diseñado para hacer sufrir al ser humano, que la fatalidad me acosa con saña, con odio, infatigablemente, que la suerte me muestra nada más que su parte negativa, que el azar está reservado para otros, que mi estrella se estrelló, que mi sino es perdedor, triste, y usa levita de paño negro raído, que la providencia me la tiene jurada y que la voluntad divina conmigo no es tal?, ¿ O me opongo a todo esto, porque yo estoy por encima de todo esto?
En serio: estoy feliz, por ejemplo, cuando estoy de viaje, pero luego vuelvo y otra vez caigo en esa apatía, ese descontento; salgo a cenar una noche con amigos y disfruto, me río, soy casi feliz, pero... se pasa y vuelvo otra vez a ese estado; conozco a alguien, me ilusiono, se me despiertan las ganas de agradar, o la dormida capacidad de seducción, y estoy casi bien, pero... todo me lleva, antes o después, a ese estado en el que no estoy bien.
¿He de conformarme con parches, he de vivir de migajas, he de renunciar a la posibilidad de un estado constante de eso, sea lo que sea, que es el sentido de mi vida...?
¿He de seguir mintiéndome a base de olvidos, he de consentir mi indiferencia, la desatención a algo tan irrepetible e irrecuperable como son cada uno de los momentos que conforman mi vida?
¿Debo consentirme estar impasible ante la vida que se me escapa, aunque yo no quiera; debo quedarme inerte mientras se consume la vida, algo demasiado precioso como para malgastarlo?
El caso es que puedo pasar varias veces a lo largo de un día de uno a otro estado.
Si desatiendo la búsqueda, en cuanto me doy cuenta me recrimino el descuido; si me lo cuestiono muy a menudo me acuso de obsesivo y me siento algo angustiado, y creo que desde esa tensión tampoco voy a encontrar nada; entonces me relajo, y algo se encarga de recordarme que estoy muy relajado y no atiendo a la búsqueda que alguien me ha dicho que ha de ser constante.
Pero entonces se produce un diálogo interno, un reproche entre dos partes de mí mismo, en el que yo no tengo voz ni voto.
- Yo he oído decir que la búsqueda no se debe detener ni un sólo instante.
- En cambio yo sé que no hay que forzar nada, que
hay que mantenerse sereno y confiado a la espera de la "iluminación".
- Eso es de una holgazanería totalmente repudiable.
- No. Es tener seguridad en que Dios proveerá cuando sea el momento.
- Esa es tu excusa. Hay que mojarse. Hay que estar totalmente implicado, responsablemente atento, observando incansablemente.
- Lo que dices es agotador, además de que te impide disfrutar los momentos simples de belleza y de recepción sensible de la vida.
- Pero es que la vida sin esa atención está vacía.
- Es esa atención la que te distrae de vivir.
- Así la vida gana en calidad.
- Así la vida gana en obsesión...
Así es el diálogo, excepto cuando entra una tercera o cuarta opinión y entonces acudo desconcertado y extraño al desarrollo. Y lo más triste: no sé a quién dar la razón.
Los contertulios opinan, se permiten traer a la tabla de opciones más opiniones, más dudas, más justificaciones para lo injustificable y luego se retiran hasta otro momento en que les apetezca ocupar la escena y plantearme más inquietudes.
Por mi parte, me quedo atónito, pleno de confusiones, pleno de vacíos, ocupado por la desgana. ¿Toda la vida voy a seguir así, me pregunto?, ¿Toda la vida esperando saber cuál es el sentido de mi vida?
¿Será demasiado tarde el día que encuentre una satisfacción a la pregunta? (“Si es que la encuentras”, añade en mi interior el “opinador” al que no he preguntado su opinión).
En fin, que no hago más que añadir dudas a la búsqueda de mi Sentido de la Vida.
RESUMIENDO:
No hay respuesta universal para la gran pregunta.
Es otra de esas cuestiones personales e intransferibles que no te deja más remedio que resolver solito.
Hay exactamente tantas respuestas como personas.
Lo que te garantizo es que tienes que averiguarlo porque si no lo haces así, llegarás a la edad de los arrepentimientos, te encontrarás con la sensación de que has desperdiciado de algún modo tu vida porque verás que la has llenado de vacíos.
Te harás un Juicio Final antes de que llegue el fin de tus días, y encontrarás que el resumen no te parece satisfactorio.
Dios mío… ¿qué hice con mi vida?, te preguntarás.
Tendrás entonces la pesada carga de ver que ya no tiene marcha atrás, que es irremediable, y te pasarás el poco resto de vida que te quede en la desazón y el arrepentimiento continuo.
Busca un sentido a tu vida que te permita sentirte orgulloso de ella y de ti mismo.
(Si quieres un poco más de información, lee el capítulo El Plan de Vida:
http://www.scribd.com/full/36893632?access_key=key-1c7bd74re4cymj151jb7)