LLORAR SÍ, ¿PERO SABES CÓMO Y CUÁNTO?
En mi opinión, el hecho de llorar es algo que suele crear algún conflicto personal porque a menudo uno se queda mal por haberlo hecho; en muchas ocasiones uno se lamenta por hacerlo y se tacha de debilucho o de blando.
Llorar es saludable y necesario. Es algo que no se debe reprimir pero que se reprime a veces porque parece que a los otros no les gusta ver llorar y porque se puede interpretar como un signo de fragilidad y debilidad. En realidad, el llanto es la expresión de la impotencia ante algunos actos y situaciones, es quebranto, es el modo sentimental de manifestar la aflicción, el dolor o la pena muy grande.
Cuando alguien ve llorar a otro, lo habitual es decirle “no llores”. En más de una ocasión he intervenido –y te animo a que tú también lo hagas- en una de esas situaciones en las que otro llora y he dicho, más o menos, “no hagas caso de lo que te dicen, llora todo lo que tengas que llorar; deja salir hasta la última lágrima y no te reprimas”. Porque eso es lo que hay que hacer en ese momento: conocer el sentimiento que nos ha llevado hasta ese llanto, después vaciarse dejando que se diluya de ese modo -que es el mejor, para eso está hecho el llanto-; hay que desahogarse (quitarse el ahogo), dejar que la fibra más humana y más sentimental se exprese a través de las lágrimas.
Hay que permitirse el placer y la pena de llorar sin interrupciones ni vergüenza, porque es lo mejor que se puede hacer cuando se necesita. Hay que llorar hasta que el llanto natural se agote.
LO QUE NO HAY QUE HACER
No hay que reprimirlo, pero tampoco hay que alargarlo artificialmente aprovechando el momento para traer al pensamiento, y al llanto, otras cosas desagradables e ingratas que nos han sucedido, y aún menos aprovechar para sacar el pensamiento –equivocado siempre- de que TODO nos va mal, TODO lo malo nos sucede, la vida es una mierda y uno es un desgraciado. Caer en ese victimismo artificial -que parece pensado solamente para poder regodearse masoquistamente- es un error que se puede y se debe evitar.
Cuando uno llora no lo hace sólo por lo que le acabe de suceder; se aprovecha para sacar todos los llantos que en su momento fueron prohibidos, los dolores acallados, las penas que se reprimieron, y esa parte masoquista que todos llevamos incrustada aprovecha la situación para alargar el llanto, para regodearse en la tragedia.
Llorar es un modo de decir lo que las palabras no pueden decir. Una sola lágrima dice más que un elaborado texto. No hay en las miles de palabras del diccionario la vida que hay en un llanto. No existen palabras acertadas y universales para definir ese sentimiento.
Llorar es un acto de Humanidad, así que bajo ningún concepto tiene que ser criticado. “A veces la gente llora y no porque sean débiles sino porque llevan demasiado tiempo siendo fuertes”. Hay personas que no saben manifestar sus sentimientos, pero eso no quiere decir que no los tengan. Hay personas a las que les toca el papel de ser el más fuerte de la familia, al que aparentemente no le afectan los sucesos tristes, pero también son humanos y también necesitan a veces permitirse abrir las compuertas del llanto y dejarlo salir. No se saludable reprimir cualquiera de los sentimientos o las emociones.
Toda pérdida, sea lo que sea, requiere un duelo. Llorar es aligerar ese duelo. Es imprescindible, inevitable. Somos Humanos, no robots.
LO QUE SÍ SE PUEDE HACER
Dice Katherinne Roncal: “Cuando encuentres a alguien llorando, no le digas “deja de llorar” y dile “está bien que expreses tu emociones”. No juzgues o minimices el motivo del llanto y dile “¿quieres contarme lo que sientes?”. No le ignores y dile “estoy aquí para ayudarte”. No le critiques y dile “Entiendo lo que estás sintiendo”. No le dejes solo –salvo que te lo pida muy expresamente- y dile “¿quieres un abrazo?”. Y en la mayoría de los casos no hay que añadir palabras a ese abrazo.
Esto mismo, por supuesto, te lo puedes aplicar a ti cuando llores. Hay que tener en cuenta que cuando una persona está sumida en un llanto no tiene la cabeza lúcida como para reflexionar, así que habrá que tener paciencia y mucho cuidado y amor.
Te dejo con tus reflexiones…