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 LOS LÏMITES



Febrero 23, 2012, 11:13:53 am
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serenanosiempre

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LOS LÏMITES
« en: Febrero 23, 2012, 11:13:53 am »
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Oxígeno / Diálogos del alma
No llorar sobre la cera derretida
Por Sergio Sinay
Domingo 31 de julio de 2011 |

Señor Sinay: Tengo 32 años y a menudo vivo y veo alrededor de mí situaciones donde las personas fuerzan sus límites, es decir, situaciones que nos hacen crecer. Creo que esto es bueno, aunque a la vez nos exponemos, por la ambición, al riesgo de que se haga de manera compulsiva y sistemática, perdiendo valor la superación en sí misma. Creo que una vez alcanzado el objetivo, la forma de crecer es poder disfrutarlo y de esa manera internalizarlo y hacerlo parte de uno mismo, de lo contrario, no habría felicidad por ello.


Arq. Alvaro García Resta

Según la mitología, existió en Atenas un gran arquitecto, escultor e inventor llamado Dédalo, que fue desterrado tras matar a su sobrino Talo, quien le hacía sombra. Dédalo llegó así a la isla de Creta, donde el rey Minos lo tomó como su artista de cabecera. Construyó allí, además de bellas obras, un laberinto para encerrar al Minotauro (monstruo nacido del amor entre la reina Pasifae y un toro). Luego le enseñó a Ariadna, hija del rey, cómo salir del laberinto y ella se lo transmitió a su amado Teseo, quien, infiltrándose, había matado al monstruo. Teseo y Ariadna huyeron juntos de Creta ante la furia de Minos que pretendía conservar vivo al Minotauro. En represalia, Minos encerró a Dédalo y a Icaro, hijo de éste. El arquitecto creó unas alas que pegó con cera a sus propias espaldas y a las de su hijo. Así echaron a volar y huyeron. Sólo que Icaro desoyó un consejo de su padre. No debía acercarse demasiado al sol. Ensoberbecido porque podía volar, el muchacho pretendió llegar hasta el mismo sol. La cera se derritió, él perdió las alas, cayó al mar y se ahogó.

Hay límites. Somos seres limitados en primer lugar en el tiempo (nuestra finitud), y en el espacio (sólo podemos estar en un lugar a la vez). A lo largo de la vida conoceremos más limitaciones (físicas, geográficas, biológicas, históricas, económicas, de salud, etcétera). Ellas nos dirán que no se puede todo. Hay que elegir. Quien elige con conciencia, sabe que cada opción tiene consecuencias, y si se hace cargo de ellas, es libre. Libertad no es carecer de condicionamientos, sino ejercer la capacidad de elegir ante las restricciones naturales de la vida.

Quizá crecer no consista en forzar los límites, como expresa nuestro amigo Alvaro, sino en dar lo mejor de nosotros para conocer nuestros alcances.

El alcance señala lo que podemos. El límite nos dice hasta dónde. Poder volar muestra el alcance de la creatividad de Dédalo. La trágica muerte de Icaro es el producto de no admitir lo imposible.

"La clave de la felicidad radica en amarse en la propia limitación y también en amar a los otros con sus límites. No siempre resulta sencillo, ya que preferimos desarrollar imágenes de nuestra ilimitación", dice el sacerdote benedictino Anselm Grün, en Límites sanadores.

Grün habla de nuestra sociedad, en la que se nos incita continuamente a desconocer el límite. Se nos dice que no hay límites para el auto que se nos vende, para la tarjeta que se nos ofrece, para los mensajes de texto que enviaremos, para la Internet que contrataremos. Se nos asegura que tal calmante nos quitará el necesario límite del dolor para que no nos detengamos y que tal o cual bebida nos dará energía ilimitada. Se nos llama a desoír las señales de la naturaleza, de la biología o de nuestro organismo cuando ellas nos advierten que algo no se puede. La ciencia y la tecnología alimentan a menudo esas posturas. Luego, ante consecuencias trágicas o devastadoras, nos preguntamos por qué, buscamos culpables o, simplemente, nos obstinamos en reincidir.

Pretenderlo todo y ya, esa es la ley de una cultura non stop, dice Grün, y agrega: "Muchos creen que pueden sobrecargarse más y más para probarse a sí mismos. Nuestro tiempo padece de falta de medidas y de límites."

Es posible que el origen de este modo compulsivo de vivir esté en el vacío existencial. Quien encuentra en su vida un sentido, quien se detiene en cada paso dado y se maravilla de lo conseguido, quien descubre en el otro un límite necesario y lo respeta a través del ejercicio de los valores de la convivencia, quien agradece las herramientas de las que dispone y no maldice por las que carece, encontrará su medida y su lugar en el mundo, su razón de ser, su sentido. De lo contrario, acentuará la compulsión.

"El tema del límite -concluye Grün- atañe de manera central a todos los ámbitos de nuestra vida: nuestro trabajo, el tratamiento de nosotros mismos, nuestras relaciones y nuestra vida espiritual". Es mejor volar con alas propias hasta la altura posible, que llorar sobre la cera derretida.

 

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