¡PERO SI ESTÁ DESNUDO!
EL DESFILE DEL EMPERADOR SIN TRAJE
Imagina que eres un gran emperador, escrito por el mismísimo Hans Cristian Andersen, y tu vida es un cuento.
Dos sastres un tanto sospechosos te aseguran que han tejido para ti el traje definitivo.
La mejor seda de la tierra, tan fina que es casi invisible.
Nadie se atreve, por si acaso, a decir que no hay traje, que es un engaño, que estás desnudo.
Todos se avergüenzan, pero nadie dice nada.
Y tu peor pesadilla se hace realidad cuando desfilas frente a todo el reino, con un traje que no existe, y un niño grita “¡pero si está desnudo!”
DESNUDEZ Y AUTOCONCIENCIA
La vergüenza que uno puede sentir porque simplemente le vean puede llegar a ser insoportable.
Que se lo digan a Adán y Eva; su mayor castigo fue la autoconciencia, el verse desnudos de pronto y querer taparse, querer desesperadamente esconder su propia piel.
Escondernos, llenarnos de barreras, ponernos capas y capas de ropa, hasta que parecemos cualquier cosa menos nosotros.
DESENTRAÑANDO EL SIGNIFICADO DE LA VERGÜENZA
¿Por qué?
Porque sentir vergüenza es sentir desprecio por lo que uno es. No por lo que hemos hecho, por las decisiones que hemos tomado; en esto va mucho un paso más allá que el sentimiento de culpa.
Significa no poder soportar que nadie vea quién soy. Que nadie se fije en mi desnudez, que mi cuerpo y mi alma son extraños, retorcidos, despreciables.
No me gusto yo, ¿cómo les voy a gustar a los demás?
“Algo está mal en mí”, dice Richard Erskine, resumiendo simple y llanamente el núcleo de la vergüenza.
SUPERANDO LA VERGÜENZA EN LA TERAPIA DE CONFIANZA
Este sentimiento es uno de los más problemáticos para manejar, incluso en mitad de un proceso terapéutico.
Dejar que el terapeuta vea quién eres realmente, con todo lo indigno y feo que crees ser, resulta increíblemente difícil.
Supone poner en tela de juicio tantas cosas… cuestionar todo lo que sientes sobre ti mismo, todo lo que los peores momentos de la vida te han ido inculcando…
Estar y sentirte desnudo es complicado; ahora bien, merece la pena, y no es imposible.
La única condición necesaria es crear un buen vínculo de confianza con tu terapeuta, para elaborar la vergüenza y las vivencias que se ocultan tras ella.
LA ACEPTACIÓN: ANTÍDOTO CONTRA LA VERGÜENZA
El antídoto es la aceptación, y frente a alguien que te mira sin juicio, con la máxima empatía y entendimiento, podemos llegar a ella.
La vergüenza es normal; no hay que sentirse avergonzado por sentirla.
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