HACERSE LA VÍCTIMA: ¿POR QUÉ Y CÓMO DEJAR DE HACERLO?
Por Sarai Atienza.
¿Conoces a alguien que se haga la víctima? ¿Crees que puedes ser una persona con tendencia hacerse la víctima? A veces, adquirir actitudes poco deseables o rodearnos de personas que lo hagan puede ser muy frustrante para nuestro desarrollo personal y nuestra comodidad emocional. En este artículo de Psicología-Online te explicamos qué es hacerse la víctima y cómo se llega a este comportamiento, veremos cómo intentar evitarlo y poder ser un poquito más conscientes de nosotros mismos.
¿QUÉ ES HACERSE LA VÍCTIMA?
En primer lugar, definir esta expresión nos ayudará a dar un contexto sobre el tema ¿A qué nos referimos exactamente cuando usamos el término “hacerse la víctima”?
El significado de víctima según la Real Academia Española es “persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita”. Curiosamente, la RAE también tiene una definición para el termino hacerse la víctima: “quejarse excesivamente buscando la compasión de los demás”.
En estas dos definiciones podemos detectar dos extremos, la definición de víctima tiene un “culpable” ajeno a la persona, en cambio en la segunda definición se usa la queja y la intención de llamar de alguna manera la atención de los demás.
Si nos quedamos únicamente en el análisis de la expresión la sensación que nos puede producir es la intencionalidad de la persona que “se hace la víctima”. Esto puede conllevar un rechazo de esta persona o de nosotros mismos cuando detectamos que tenemos un comportamiento victimista.
¿POR QUÉ HAY GENTE A LA QUE LE GUSTA HACERSE LA VÍCTIMA?
Cuando pensamos en actitudes que consideramos negativas o poco deseadas, nos cuesta mucho reconocerlas en nosotros mismos, ya que nuestro cerebro está preparado para omitir lo que no es capaz de sostener. Pero lo cierto es que todos, en mayor o menor grado, nos hemos comportado de forma victimista en algún momento de nuestras vidas.
Acostumbramos a leer este tipo de artículos desde una perspectiva desapegada de nosotros mismos, es decir, cuando comenzamos a leer la actitud, el comportamiento o las características de hacerse la victima pensamos en alguna persona que conocemos o que tenemos a nuestro alrededor, pero casi nunca hacemos el ejercicio de una autocrítica. Te invito a que intentes reflexionar sobre el tema, intentando identificar algún momento donde tu comportamiento haya sido similar o creas que podrías tener este tipo de actitud, porque desde la humildad de observarte a ti mismo podrás adquirir un conocimiento muy valioso que te permitirá reconocer actitudes que están impidiendo tu desarrollo emocional.
Uno de los grandes errores que cometemos al identificar a una persona con actitudes de queja constante, pasiva o victimista es la idea de que su comportamiento es una elección, es decir, que lo hace porque le gusta o quiere. Esto no es así, los comportamientos o roles que desempeñamos en nuestra vida son consecuencia de nuestras experiencias, educación, cultura, disposición, conocimiento propio y muchos otro factores, por lo tanto no es una “elección”. Por tanto, no es que nos guste hacernos la víctima, sino que es la forma en la que hemos aprendido a comportarnos.
LAS RAZONES DEL VICTIMISMO
Cuando las personas actuamos con actitud victimista es por los siguientes motivos:
1. Sensación de indefensión. Hay que tener en cuenta que cuando adquirimos un comportamiento desde una perspectiva de víctima, es porque de algún modo nos sentimos así, es decir, nos sentimos indefensos, vulnerables o sobrepasados por la situación o personas que nos rodean.
2. Dificultad. Asumir que algo nos supera es asumir nuestra vulnerabilidad y en muchas ocasiones no tenemos las herramientas emocionales necesarias para permitirnos sentir nuestro miedo o dolor.
3. Presión social. En la sociedad occidental nos educan con la creencia de la fortaleza, creer que podremos conseguir todo lo que nos propongamos y la idea del esfuerzo constante.
4. Falta de educación emocional. No nos enseñan a convivir con las emociones que nos provocan desagrado o nos crean ansiedad, esto hace que creemos modelos de evitación ante situaciones que no sabemos afrontar y el terror que nos provoca “fracasar”. Cuando tenemos un conocimiento y respeto de nuestras emociones y cómo estas actúan frente a las circunstancias que nos rodean, por ejemplo, el hecho de “fracasar” no se toma como una derrota, sino como un aprendizaje, adquiriendo conocimiento del entorno y nuestras limitaciones, permitiendo que podamos volver a intentar lo que nos habíamos propuesto.
5. Inseguridad. En cambio, desde la inseguridad y la poca conexión con nuestras emociones un “fracaso” no tendría cabida, ya que habría que asumir que “no hemos podido”, esto para una persona con un bajo conocimiento emocional o que tiende hacerse la víctima sería insostenible y optaría por culpar a alguien, eludiendo la responsabilidad de sus limitaciones.
CONSECUENCIAS DE HACERSE LA VÍCTIMA EN UNA RELACIÓN
Si crees que tienes una relación con alguien que emplee la actitud de hacerse la víctima, ten en cuenta esto último, posiblemente ni siquiera es consciente de que lo hace. Intentar reflejarle a una persona su actitud victimista puede ser una mala idea, ya que la persona que ha adquirido ese rol no tendrá la capacidad de identificarlo y te culpará a ti, proyectando sus sentimientos negativos y sintiendo que eres tú quien quiere dañarle.
Por otro lado es sano ver qué tipo de relación tienes con esa persona, a veces, el comportamiento de uno viene fomentado por el comportamiento del otro. Es decir, puedes cuestionarte ¿de qué manera fomento yo este comportamiento victimista?
En ocasiones, uno puede asumir el rol de protector haciendo que la otra persona con tendencia a eludir responsabilidad vaya asumiendo cada vez más el comportamiento de víctima.
Si asumes el rol de protector, preocupándote de más por alguien, intentando resolver sus problemas, cruzando la línea de la individualidad, es positivo que comiences a adquirir responsabilidad sobre ti y aprendas a despegarte de esas actitudes, dejando espacio para que la otra persona aprenda a responsabilizarse de su propias circunstancias, siendo así más libre y autónomo en su vida, de esta manera estarás fomentando el crecimiento de esa persona al mismo tiempo que el tuyo propio.
Si por el contrario crees que tu comportamiento es el de víctima, es conveniente que te hagas la misma pregunta: ¿cómo fomento yo el comportamiento protector? Detectar los comportamientos que has adquirido dentro de la relación, para qué buscas a alguien que te proteja o resuelva tus problemas o vacíos emocionales, te ayudará a poder empezar a ser autosuficiente y responsable de tus actitudes.
Hay que tener en cuenta que cualquier relación que se construye desde la necesidad, sea del tipo que sea, no es una relación sana, puesto que siempre habrá una de las partes que tenga poder sobre la otra, pudiendo incluso ir intercambiando los roles ya que se adquiere la costumbre de “dar y recibir”. Una relación sana no se basa en lo que conseguimos de esta, sino en quiénes somos y cómo compartimos lo que somos con el otro.
¿CÓMO DEJAR DE HACERSE LA VÍCTIMA?
Es de suponer, como en todo, que existen diferentes niveles de comportamiento victimista. Si has podido hacer una autocrítica y has detectado algún momento en el que te hayas comportado desde una posición de víctima, vamos a ver cómo cambiar la actitud victimista:
1. Analízate
Intenta ver por qué te hayas comportado desde una posición de víctima, no pongas la responsabilidad en el otro, pregúntate:
• ¿Por qué actué de forma sumisa?
• ¿Por qué no me responsabilicé?
• ¿Qué me daba miedo?
• ¿Qué intentaba evitar?
Con estas sencillas preguntas puedes comenzar a investigar sobre ti, empezando adquirir responsabilidad sobre tu comportamiento.
2. Analiza el entorno
En algunos casos el comportamiento viene influido del ambiente, como explicábamos antes, una tendencia puede venir influida de otra, si te das cuenta que estás en un entrono de sobre protección o excesivo control, es sano que te des un espacio, permitiendo observar tu comportamiento fuera de este ambiente y detectar si existen cambios en tu actitud.
3. Responsabilízate
A veces queremos saber de dónde vienen nuestras actitudes y nos centramos en encontrar respuestas, las actitudes pasivas y sentimientos de víctima suelen ser ocasionados por sobreprotección o vivencias donde nos sentimos indefensos en etapas tempranas de nuestro desarrollo. Pero lo cierto es que descubrir el origen no es sinónimo de sanación, en realidad de convierte en un escape para no responsabilizarse del comportamiento presente.
4. Empodérate
Cualquier comportamiento que usamos en el presente, aunque tenga un origen del pasado, únicamente se puede resolver en el presente. Poniendo consciencia, dándonos cuenta de cómo nos vinculamos, qué buscamos en los demás, qué evitamos y qué actitud tenemos frente a las adversidades, con toda esta información y poco a poco podemos ir adquiriendo responsabilidad y empoderarnos como personas libres.
5. Pide ayuda profesional
Si crees que no eres capaz de hacer este proceso de forma autónoma o sientes que no tienes ningún tipo de responsabilidad de lo que sucede en tu vida, es recomendable que acudas a un profesional, iniciar una terapia de crecimiento emocional puede ayudarte a adquirir conocimiento y poder para manejar tu vida desde quien eres, respetándote y construyendo vínculos sanos.
6. Conócete
La única forma de cambiar cualquier tipo de actitud que no nos satisfaga es el conocimiento, realizarnos preguntas del tipo:
• ¿Quién soy?
• ¿Qué me gusta de mí?
• ¿Qué no me gusta?
• ¿Qué me gustaría mejorar?
Buscar respuesta a estas preguntas a través de lecturas, charlas con personas de nuestro entorno o de entornos diferentes, terapia o cualquier actividad que te ayude a conocerte un poco más.
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