EL ESPEJO
Todos tenemos algún espejo en casa.
Grandes, pequeños, redondos, cuadrados, elípticos; con o sin marco, colgados en una pared o guardados en un cajón.
Nuestra vida es mucho más cómoda con un espejo a mano.
Necesitamos ver nuestro reflejo para conocer el aspecto que presentamos.
Y además, antes de disponernos a salir a algún sitio, siempre nos echamos una ojeada para comprobar si hay algo que arreglar.
Cuando te miras en un espejo, lo haces para observarte a ti misma.
Miras tu reflejo y te das cuenta si vas despeinada, si se te ha estropeado el maquillaje o si la ropa que llevas puesta está arrugada o manchada.
Aunque siempre que te ves reflejada, sabes distinguir con toda claridad cuál es el original y cuál es la copia. Nunca confundes a tu verdadero yo con tu reflejo.
Pero por muy grande o hermoso que sea el espejo que tengamos, hay algo que nunca puede reflejar: nuestro estado interior. ¿Qué podemos hacer entonces para mirarnos y conocernos por dentro?
El Universo nos ha provisto con un mecanismo para poder analizar lo que ocurre dentro de nosotros.
Un gran espejo en el que lo que se refleja no es nuestro aspecto superficial, sino nuestro yo profundo, aquel que no podemos ver con nuestros ojos.
El mundo físico actúa como un reflejo de todo lo que ocurre en nuestro interior.
Nuestros pensamientos, emociones y creencias se proyectan en el plano material, creando las circunstancias que vivimos a diario.
Entonces, cuando observes la realidad física en la que vives, lo debes hacer de la misma forma que cuando observas tu imagen reflejada en un espejo.
Lo que ves es sólo un reflejo de tu estado interno.
Es decir, una instantánea de tu forma de pensar, de tus creencias y emociones.
Por lo tanto, si observamos que algo no funciona en el exterior, tenemos que corregir lo que hay en nuestro interior que está proyectándose en esa experiencia concreta que queremos cambiar.
El problema se presenta cuando perdemos la perspectiva y acabamos confundiendo el reflejo con la realidad. Nuestros esfuerzos se dirigen a arreglar lo que está fuera de nosotros, en lugar de corregir lo que no funciona en nuestro interior.
Esto es como si en lugar de arreglar tu pelo, tratases de peinar la imagen que ves reflejada de ti.
¿Te imaginas pintando los labios de tu reflejo en vez de los tuyos?
Si quieres que tu reflejo ofrezca un mejor aspecto, tienes que cambiarte a ti misma, para que cuando vuelvas a mirarte en el espejo, la imagen que veas sea diferente. De la misma forma, si quieres que tus circunstancias se transformen, no arreglarás nada tratando de corregirlas en el plano material.
Has de actuar desde tu interior, explorando tus pensamientos y creencias sobre el tema en concreto que deseas solucionar y sustituyéndolos poco a poco por otros nuevos, más en sintonía con lo que deseas que suceda en tu propia vida.
Te insisto nuevamente, no sirve de nada frotar la superficie del espejo para borrar una mancha de suciedad que aparece reflejada en tu cara.
Si quieres que la mancha desaparezca, tienes que limpiarte tú para que la imagen ante ti aparezca inmaculada.
"Debo cambiar la causa para cambiar los efectos. Sólo transformando mis creencias, conseguiré transformar la realidad que me rodea."
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