CLAVES PARA AFRONTAR EL MIEDO
1. Acepta que el miedo existe, que es algo real y normal y que, de una u otra forma, afecta a todas las personas. Es una emoción de la que habitualmente no se habla, porque se ha considerado como debilidad cuando precisamente, no tenerlo sería lo realmente peligroso. El miedo forma parte de nuestro cerebro y ha sido la emoción que más nos ha ayudado a llegar hasta aquí como especie. Tiene muchos sinónimos y aparece de múltiples formas como estrés, angustia, ansiedad o temor que te comprime el estómago ante una presentación en público. Así pues, si sientes miedo, enhorabuena, ¡estás vivo! Por ello, evita sufrir por algo que forma parte del cerebro de cualquier mamífero.
2. Rebajar su impacto relativizando su importancia y la manera en la que incide en nuestras vidas. Mirarlo a los ojos y definir un plan de acción. ¿Cuántos de nuestros miedos se llegan a producir en nuestras vidas? Si cualquiera mira hacia atrás y revisa con perspectiva cuáles eran sus temores en la infancia y en la adolescencia, verá que no eran para tanto. Pero así somos. El miedo es útil, pero desgraciadamente solemos amplificar su impacto en nuestras vidas. Por ello, una técnica muy útil es ponerse en la peor de las situaciones y desde ahí, construir un plan de acción. Una vez me contó un directivo que al principio de su carrera tenía miedo a perder el trabajo, arruinarse y acabar siendo un mendigo. Tomó una decisión valiente: Fue a conversar con mendigos y se dio cuenta de la dureza de la vida, pero también de que ellos habían sido capaces de acostumbrarse a ello y de encontrar espacios de amistad o de pequeñas alegrías. Aquella experiencia le dio fuerzas para quitarle la sábana al fantasma de su miedo.
3. Asumir que todos tenemos la suficiente fuerza para enfrentarnos a los temores que nos acechan. No dejar que nos paralice. Resiliencia se denomina a la fuerza que nos hace salir de situaciones difíciles. Creo que casi nadie es consciente de lo resiliente que es capaz de ser. Ahora es un buen momento para recordar historia. Nos enfrentamos a una crisis económica profunda, pero simplemente es eso: Una crisis económica. La historia de la humanidad está plagada de situaciones infinitamente más difíciles, como guerras o epidemias. Por ello, toma perspectiva y confía en la capacidad innata e instinto de supervivencia que llevas dentro para afrontar las dificultades.
4. Pedir ayuda. Acudir a amigos, familiares, compañeros o especialistas y explicarles qué nos sucede. El reto no consiste en atravesar solos esta situación. Si estás mal, cuéntalo, no te lo guardes. Hasta en situaciones complicadas. Como me dijo una vez Iñaki Gómez, que se lo había escuchado a un amigo: “Las lágrimas no lloradas vagan por el cuerpo”. Y es una forma metafórica de expresar que el silencio y el aislamiento nos debilitan y nos hacen sentir más miedo. Por ello, apóyate en amigos y en personas de confianza. Habla abiertamente de lo que te angustia, de cómo te sientes y huye de la necesidad de magnificarlo. Hay personas que parecen que disfrutan de meter miedo a todo el mundo. Si estás con alguien así, cuidado. Intenta ver las oportunidades y alternativas positivas que también existen.
5. Hay que mirar al futuro y buscar nuevas ilusiones y retos. Al final, la mejor manera de salir del miedo es apoyarse en la otra cara de la moneda: La ilusión, los sueños, los nuevos proyectos. El pasado nunca regresa, pero el futuro está por crear y enamorar. Busca el disfrute a lo nuevo que estás viviendo, aprende a reírte de lo que te ha pasado, y comienza a verte en un nuevo proyecto profesional o personal. No se hace de la noche al día, pero poco a poco, confiando en uno mismo y apoyándote en amigos o en referentes, puedes encontrar esos nuevos espacios. Y como diría Nelson Mandela: “No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo”.