CON UNA AUTOAFIRMACIÓN CONSTANTE SE CONSTRUYE UNA AUTOESTIMA SÓLIDA.
En mi opinión, la autoafirmación -que es el convencimiento que una persona tiene de sus propias capacidades, de sus habilidades y virtudes, y también es la seguridad en sí mismo y la defensa de la propia personalidad- es una de esas facetas de las que conviene desarrollar su potencial hasta lo máximo, porque nos va a aportar mayor autoconfianza, un mejor autoconcepto, y una autoestima superior. O sea, va a ayudarnos a construir una imagen firme y positiva de nosotros mismos.
Por supuesto que también va a aportarnos el optimismo y la confianza que proceden de sentirse bien uno consigo mismo. El optimismo realista y la autoconfianza, todos lo sabemos, son la actitud y la llave que nos pueden abrir muchas de las puertas que el miedo nos cierra.
“Lo que crees, creas. Lo que sientes, atraes”, decía Buda. “La mente es todo; en lo que piensas, te conviertes”, dijo también. Al poner en práctica una actitud de autoafirmación constante y consciente estamos reforzando continuamente todo aquello que nos va a fortalecer, todo lo que nos va a proveer de entusiasmo y vitalidad.
“Lo que piensas sobre ti mismo se convierte en tu realidad”. Es lo que tiene el poder de la mente. Nuestra idea sobre la realidad y sobre nosotros mismos, en valor está muy por encima de la propia realidad, o sea que conviene cuidar mucho eso. “Lo que crees, creas”.
“La confianza en uno mismo es el primer paso hacia el éxito”, dijo con toda la razón Ralph Waldo Emerson. “Eres más fuerte de lo que crees” y “Si crees que puedes, ya estás a medio camino” escribió Roosevelt.
La autoafirmación no consiste sólo en repetir unas frases como si fuesen mantras (aunque reconozco que en muchos casos hace un efecto notable y positivo), sino que se trata de creérselas, de sentirlas dentro e integrarlas. Si las dejamos sólo en el pensamiento, cuando pensemos en otra cosa se diluirá la fuerza que aportan. “No puedes tener una vida positiva y una mente negativa”, afirmaba Joyce Meyer.
La autoafirmación es un trabajo constante en el que uno se hace consciente de su propia importancia y su valía, en el que uno aprecia y valora sus cosas buenas con la misma intensidad que dedica, malvadamente, a las otras menos buenas. Es un “yo soy, yo valgo” en el que no está implicado el ego, sino la consciencia y el reconocimiento de las propias cualidades y virtudes. Así se adquiere la seguridad en uno mismo. Se trata de destacar y promocionar los atributos, de reconocer que uno también tienes cosas buenas, y de valorarlas en su justa y alta medida. La falsa humildad no es bienvenida en un acto de autoafirmación. No hay que ser erróneamente modestos y hay que valorar en su justa medida las cualidades que uno tiene.
La autoafirmación está relacionada de algún modo con la Asertividad, y conviene conocerla muy bien y aplicarla en todas las facetas de la vida, porque en más de una ocasión uno se verá abocado a defender sus derechos y su integridad y para ello es una gran aliada. Al final del artículo dejo un enlace a artículos que explican bien lo que es.
Yo soy, y todo lo que ello implica, forma parte de esa autoafirmación en la que uno se siente y se identifica, se declara y se avala, se consolida y fortalece. O sea, una noble tarea que no hay que evitar y hay que fortalecer y robustecer a diario.
Te dejo con tus reflexiones…
