No me felicites por ser mujer
Eso sólo era la mitad de las probabilidades que tenía en el momento de decantarme. A decir verdad, tampoco fui del todo yo quien lo eligió.
Ni siquiera el hecho de poder engendrar una nueva vida en mi vientre es mérito mio... venía implícito y sin avisar, en ese cincuenta por ciento. Pero sin ese diferencial, del otro cincuenta por ciento, que representas tú... poco podría hacer al respecto.
Nadie puede apuntarse como mérito propio ser lo que se es. La elección, en el momento de elegir, no es tomada a plena conciencia. No nos pertenece a nosotros decidir el camino a elegir antes de ser o no ser.
Por eso ambos, debemos velar porque no se menosprecie a nadie. Ni gozar de privilegios o vernos sometidos, por el mero hecho de ser hombre o mujer.
No necesito que me abras la puerta, o me cedas el asiento; salvo que quieras tener un detalle conmigo. Lo mismo puedo hacer yo, porque me apetece y sin que te sientas ofendido.
Tampoco permitiremos que bajen o suban el listón a la hora de elegir a la persona idónea para ocupar un puesto en el mundo, por el mero hecho de que seas tú o yo...
No soy más, tampoco menos, que tú. Ni más capaz. Ni más valiosa. Ni menos apta, ni más obtusa, por ser mujer. Ser hombre tampoco te hace infalible, somos... humanos, con sus virtudes y defectos a partes iguales.
Si me quieres felicitar, hazlo por algo que yo haya hecho conscientemente, que requiera talento y no por mi condición al nacer. En eso, no tuve nada que ver.
Se tan sensible como quieras, las emociones y los sentimientos no son patrimonio mio... ni tuyo. No son patrimonio de nadie. Y lo son de todos. Trátame delicadamente, porque me conoces y es lo que me gusta, o lo que te inspiro. Pero no porque pienses que soy mujer y tengo la consistencia de una flor. En compensación, prometo no creer que eres de acero, ni el técnico de mantenimiento. Doy mi palabra de que no te pondré a prueba cuando te acerques a mi.
Seamos camaradas, defiéndeme cada vez alguien no me trate como a un ser humano. Te vuelvo a dar mi palabra, yo también haré lo mismo si veo que te hacen igual. Así, donde no llegue uno, llegará la otra.
No más tretas. No más artimañas. No más favoritismos que a la larga, nos hacen más mal que bien. No somos contrincantes, ni mejor ni peor, el uno que la otra... somos... complementarios como especie, pero iguales como individuos. No soy tu contraria, ni tú mi oponente, somos... compañeros de viaje.
¿Por qué no nos cuidamos?
Lidia Cervantes Martinez (Licemar, escritora)
