LOS PASOS QUE NO TE ATREVES A DAR, TAMBIÉN DEJAN HUELLA.
En mi opinión, tenemos miedo a tomar algunas decisiones porque nos ronda con insistencia la creencia de que nos vamos a equivocar al hacerlo. Ya tenemos experiencias anteriores en las que nos hemos equivocado y sabemos que lo que viene después no es nada agradable porque reiniciamos el proceso de auto-sabotaje recriminándonos nuestra inutilidad, refregándonos todos los errores anteriores –que en nuestra mala opinión son muchos-, menospreciándonos en un ataque directo y brutal a nuestra Autoestima, reprochándonos por esto de tener la edad que tenemos y seguir siendo bastante inútiles a la hora de tomar las decisiones importantes y a veces hasta las más sencillas.
Eso nos condena a quedarnos quietos y sin tomarlas en algunos casos, sin darnos cuenta de que no tomar decisiones ya es haber tomado una decisión: la de no tomar decisiones. No es ironía y no es un pobre juego de palabras porque es una realidad.
Pensamos, erróneamente, que si no tomamos una decisión consciente no nos vamos a equivocar. Aparentemente, no nos hemos equivocado con lo que no hemos decidido, pero… la realidad se impone a la excusa y la realidad es que no haber tomado cierta decisión puede ser un error notable en el resultado.
No hay una fórmula Universal para acertar en todas las decisiones. Sí hay unas sugerencias generales de cómo actuar para minimizar las posibilidades de error.
TOMARSE TIEMPOR PARA REFLEXIONAR, por ejemplo. La precipitación puede llevar a no elegir la mejor de las opciones. Sólo cuando una decisión tiene que ser instantánea es cuando hay que decidir rápido. Lo que puede esperar… que espere. Si una decisión se deja para otro momento es muy posible que a nivel inconsciente sigamos trabajando en esa búsqueda, y es seguro que volver a revisarlo en otro momento nos puede aportar más objetividad.
INFORMARSE BIEN, ya que algunas decisiones no apropiadas se deben a que se tomaron sin tener la suficiente información, a basarse más en suposiciones que en realidades. Si existe la posibilidad de hacerlo hay que preguntar y preguntar y preguntar hasta estar seguro de haberlo entendido bien y de tener toda la información.
NO CONFÍES SIEMPRE EN LA PRIMERA IDEA QUE APAREZCA, porque a veces la intuición o los conocimientos aciertan, pero otras veces es que nuestra comodidad se conforma con la primera para no tener que esforzarse en reflexionar, y otras veces es el ego quien ha respondido, porque se cree muy listo y capaz de acertar con su primera respuesta. Si se pueden dejar reposar las respuestas y verlas en otro momento existe la posibilidad de confirmar su validez… o de darse cuenta de algo que pasó desapercibido en la primera visión y ahora se comprende que es un error.
MÍRALO DESDE OTRO PUNTO DE VISTA, no te conformes con mirarlo desde y con tu mente condicionada, porque es posible que esté tiñendo el color real de lo que pasa. Si tienes alguien de absoluta confianza que te pueda dar su opinión, puede ser bueno para ti. Si no tienes a esa persona, o aunque la tengas, por tu parte juega a salirte de ti mismo para ver desde fuera lo que pasa, con otra perspectiva, o imagina que lo que te pasa a ti le está pasando a un amigo que te lo cuenta y solo tienes que darle tu opinión. En este caso, como no es “tu problema” sino que es de “tu amigo” no te sentirás involucrado de ningún modo y lo verás sin condicionamientos.
HAZ UNA BUENA PLANIFICACIÓN y si es por escrito, mejor. Al verlo fuera de tu mente, ordenado, te será más sencillo comprenderlo y será más entendible. Piensa en todos los puntos, los pros y los contras, pero al mismo tiempo ten cuidado de no alargarte con ello interminablemente en lo que se llama “parálisis por análisis”, o sea no hacer algo por un excesivo análisis.
HACER DE ABOGADO DEL DIABLO, que es esa expresión que se refiere a defender la postura contraria a lo que uno mismo propone. O sea, jugar a ver si se encuentran argumentos reales que contradigan la decisión.
“QUE TUS DECISIONES REFLEJEN TUS ESPERANZAS, NO TUS MIEDOS”, dijo Nelson Mandela. Cuidado que tus miedos no interfieran hasta el punto de paralizarte.
“UN DESEO NO CAMBIA NADA, UNA DECISIÓN CAMBIA TODO”, por lo tanto no dejes nada en el limbo de los deseos… toma decisiones. Decidir y hacer.
“NO TOMES UNA DECISIÓN QUE SERÁ PERMANENTE DEBIDO A UNA EMOCIÓN QUE ES TEMPORAL”, no te dejes influenciar por un estado de ánimo. No es recomendable tomar decisiones en los momentos trágicos –porque todas serán pesimistas y bastante irreales- ni en los momentos de euforia –porque es un estado de un irreal entusiasmo y optimismo-. Solo conviene reflexionar y decidir en los momentos de objetividad en los que uno puede valorar cada una de las cosas en su justa medida.
ATRÉVETE y experimenta. Ya habrás oído mil veces decir que probar es el modo de conocer y que “aquello de lo que más te arrepentirás es de lo que no hiciste”.
Algunas decisiones son complicadas, pero a pesar de eso hay que tomarlas. Teniendo en cuenta lo que has leído, y aprendiendo cada vez más, tendrás más posibilidades de éxito. Y si en la próxima no aciertas… no te frustres, solo aprende de ello lo que NO tienes que hacer en la próxima ocasión y no te castigues innecesariamente.
Te dejo con tus reflexiones…