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 ¿QUÉ ES LA ESPIRITUALIDAD?



Marzo 11, 2012, 06:16:37 am
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Desconectado Francisco de Sales

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¿QUÉ ES LA ESPIRITUALIDAD?
« en: Marzo 11, 2012, 06:16:37 am »
¿QUÉ ES LA ESPIRITUALIDAD?



“No somos seres humanos que tienen experiencias espirituales ocasionales; sino todo lo contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias humanas ocasionales.”
(Deepak Chopra)


Nuestra cultura está fuertemente influenciada por los valores judeocristianos de caridad y trabajo. Sin embargo, esta sociedad como la conocemos se ha desarrollado esencialmente durante el siglo XX, y sus más profundas creencias están enraizadas en el llamado materialismo filosófico. Esta etiqueta no se refiere a nuestro amor por las posesiones y el dinero sino a la idea de que la realidad está determinada por lo que percibimos con nuestros sentidos.

Si algo no puede ser visto, saboreado, escuchado, tocado, o medido en un laboratorio; el materialismo sostiene que existe sólo como una creación mental. Aunque los fenómenos no-materiales (extra-sensoriales) existen en la esfera de la religión, nuestra visión de la realidad “cotidiana” está básicamente divorciada del reino del espíritu.
Nos basamos en lo que la ciencia indica para decidir qué es real y qué no.

Sin embargo, hay muchas cosas que no podíamos ver ni creíamos que existieran hace 200 años: átomos, quarks, propulsión aerodinámica, agujeros negros, ni tampoco soñar con los microscopios y los telescopios que actualmente nos permiten observar todas esas cosas. Hoy la ciencia nos dice que el universo está hecho de materia y de energía.

La creencia en que no existe nada más allá de aquello que puede ser visto, gustado, tocado, oído o experimentado tiene consecuencias dramáticas, pero no más graves que la forma en que consideramos los ciclos de nuestras vidas, desde el nacimiento hacia la madurez, la vejez y la muerte.

Para aquellos que consideran la vida sólo por medio de los sentidos, la muerte es el obvio fin del camino; más allá de la desaparición de nuestro cuerpo físico, dicen, no hay nada. Para la gente de fe, pueden existir otros planos o reinos además del terrenal, y aunque nuestros actos afecten al futuro, la vida posterior permanece en el ámbito de la especulación.

De acuerdo a esta visión material, somos entes separados, finitos, y vivimos en un mundo de fenómenos cambiantes, esperando nuestra aniquilación. De modo que no es una gran sorpresa que la muerte y sus amigas la enfermedad y la vejez, hayan sido fuente de tantos temores y se las comprenda tan erróneamente.

El Hinduismo observa la existencia desde una perspectiva mucho más amplia que la de una única vida. Lo que recibimos de la cultura hindú es la comprensión de que el alma continúa existiendo después de la muerte. Este aspecto no físico, no material, de la vida humana es tan real para los hindúes como lo son su cuerpo y su mente, y los lleva a considerar a la muerte no como el final de todo, sino como una transición; y a su vida física como una etapa en el viaje eterno que el alma transita hacia su auto-realización.
La conciencia metafísica nos ayuda a reducir la fuerza de dos compulsiones: a “tenerlo todo” ahora, y a la desesperación frente a las pérdidas: la mayoría de los occidentales nos pasamos la vida preocupados por no perder lo que tenemos.

Esta otra concepción nos ofrece la oportunidad de ocuparnos de cuidar aquello que no puede sernos quitado: nuestra sabiduría y el amor que podemos ofrecer a quiénes nos rodean.

Es importante que reflexionemos sobre si creemos que somos cuerpos con mente y nada más, y que nos preguntemos: ¿hay algo que alguna sea suficiente? En una sociedad enfocada en el plano físico y psicológico, MÁS siempre parece ser MEJOR: más tiempo, más salud, más experiencias, más posesiones.

Deberemos examinar si “más” es REALMENTE “mejor”, y, si alguna vez eso nos alcanza.

Si consideramos un modelo de la realidad expandida más allá del materialismo filosófico – más cercana a lo que Aldous Huxley denominó “filosofía perenne” – podemos considerar al proceso de vida bajo una luz radicalmente diferente.


LOS TRES NIVELES EL SER

Habitualmente nos contactamos con el mundo desde nuestro Ego: yo primero. El dominio del Ego incluye todo aquello que experimentamos como “nosotros mismos” en el plano psico-físico: el cuerpo, la personalidad, fama, reputación, posesiones, emociones y las estructuras conceptuales o creencias que nuestra mente desarrolla para ayudarnos a funcionar. El Ego, utilizando el famoso dicho de Descartes, está hecho de lo “que pensamos” que somos: un cuerpo-mente de cierta edad, con ciertos gustos, deseos, opiniones. En el mundo, este Ego sólo puede registrar otros Egos, separados, seres sintientes, y utiliza como sistema de operación sólo aquello que la ciencia es capaz de explicar y con la computadora cerebral como único vehículo.

Pero, el Ego es una pequeñísima cosa en el mar de a Conciencia, Más allá del Ego encontramos el Alma.

El Alma está aquí para aprender.
Y la vida y todas las inevitables dificultades son la primera lección con que cuenta.
¿Para qué todo este aprendizaje? Para el futuro, por supuesto. La paz mental después. Mucho después. Aunque sé que esto podrá causar algunos problemas, lo diré de todos modos: El Alma trasciende la muerte y rencarna. Eso es en lo que yo creo. Estamos aprendiendo para transformarnos eventualmente en Budas, alcanzar el Cielo, unirnos con lo Divino. Estar aquí cincuenta u ochenta años sólo para terminar aniquilados al final no tiene sentido. Nada en el universo es tan ineficiente como eso. Tenemos que estar aquí para aprender; sino nuestras dificultades no tendrían ningún sentido.
Para el Ego, el sentido de nuestra existencia pasa por los roles que desempeñamos y las posiciones que ocupamos.

Para el Alma, el sentido es el aprendizaje.
Cuando expandimos nuestra auto imagen para incluir el Alma, notamos que se produce un cambio en nuestra conciencia personal; una liberación del pequeño y egótico Yo a un contexto más abarcador. Desde esta perspectiva del Alma, podemos observar nuestros Egos desde afuera. Esto nos permite observar a nuestra mente y cuerpo de forma sorprendente y novedosa, como si las puertas del Yo se abrieran y pudiéramos finalmente salir, disfrutar del paisaje, y poner una necesaria distancia entre aquello que somos (desde la perspectiva el Alma) y el sufrimiento que experimentamos en el nivel del cuerpo y la mente.

Así, con la práctica, podremos disfrutar de la increíble sanación que implica reconocernos también como seres espirituales.

Pero, así como la ola no es el océano, el Alma no representa la completa extensión de la conciencia. Más allá del nivel del Alma, encontramos el fundamento mismo del Ser, al que he denominado Conciencia (con mayúscula).

El nivel del Ego está contenido por el nivel del Alma; y el del Alma lo está por el de la Conciencia. La Conciencia no tiene límites externos, es eterna e infinita. Hay muchas palabras para describir este dominio omnipresente: Dios, Brahma, Lo Sin Nombre, Lo Sin Forma, Lo Inmanifiesto, Lo Absoluto. El Ego y el Alma son partes inherentes de la conciencia, así como la Conciencia es la esencia misma de aquello que somos. Este salto del Yo a la Conciencia es un paso difícil para el Ego, sin embargo, significa la unión mística experimentada por los santos y descripta por poetas, en donde el Yo separado queda atrás y se disuelve en Dios, retornando al hogar, hacia aquello que de verdad somos.

La Conciencia, Dios, como quiera llamarse, está más allá del tiempo y de los conceptos. Este es el fundamento del Ser. Las Almas surgen de la Conciencia como pequeñas big bangs”. La relación del Alma con la Conciencia es como la de un niño con su madre. La clara luz de la Conciencia es el lugar adonde el Alma anhela retornar. El viaje del alma es madurar hacia el encuentro con Dios.

Hay un maravilloso ejercicio para entrar en el plano de la Conciencia. Se realiza acostado boca arriba, observando el cielo, y viendo las nubes pasar. Luego de un rato, comienzas a sentir que el cielo representa la Conciencia. Te puedes identificar con él. Las nubes serían los fenómenos que emergen en tu mente y cuerpo – deseos, temores, imágenes, sonidos, olores, todo. El cielo no presta atención a las nubes que pasan. Simplemente se mantiene abierto.

Los que se requiere, es el simple conocimiento de que somos más que nuestros cuerpos y mentes. Que el Ego sea sólo un fragmento de quiénes somos realmente, es shockeante para el sistema al principio. Pero una vez que comienzas a experimentar la conciencia del Alma en la vida cotidiana, descubrirás que ofrece un gran alivio para el dolor, el temor a las pérdidas, el enojo y otros estados mentales difíciles. También te permite dar un paso atrás y observar quién eres, con sabiduría y espaciosidad. Esta práctica requiere humildad y paciencia.

A pesar de haber estado involucrado en prácticas espirituales por cerca de cuatro décadas, permanentemente caigo en mis viejos hábitos; sin embargo, la intención de abrir los ojos a la posibilidad de vivenciar el Self ampliado, te ofrece una gran oportunidad de transformación.


MENTE VIEJA, MENTE NUEVA

En nuestra cultura materialista, el mundo externo es de primordial importancia. Aunque podemos de algún modo controlar nuestras circunstancias externas, nos damos cuenta de que este control es limitado; que existen aspectos de la vida que no podemos cambiar – el pago de los impuestos, la conducta de nuestros hijos, la vejez, etc. Ya que no podemos evitar que nos ocurran cosas que no desearíamos, el razonamiento concluye que somos víctimas de la vida o tontas criaturas que luchan con poder limitado una batalla perdida contra la naturaleza.

Nos han enseñado que estamos capturados por las circunstancias y que la realidad externa tiene la última palabra sobre quiénes somos, cómo nos sentimos, qué pensamos y qué es posible.

Como la mayoría de nuestras creencias fundamentales, esta versión de la realidad parece cierta.

Pero ¿es acaso TODA la verdad?

Podemos ver la realidad desde diferentes ángulos, de modo que podemos elegir cómo responder a los eventos. Tendemos a olvidar que la mente es flexible, permitiendo que la experiencia nos controle: si nos pinchamos la piel sangraremos, si gastamos todo nuestro dinero estaremos quebrados… pero cuando nos suceden cosas desagradables, ¿tenemos que sentirnos completamente deprimidos?

Cuando nos sucede algo, respondemos de una forma habitual y específica. El Ego tiende a considerarnos como algo determinado, y sin embargo tenemos la capacidad de decidir cómo queremos vivir, y de utilizar las circunstancias cambiantes para beneficiarnos a nosotros y al mundo; si nos tomamos el tiempo de conocer a nuestra mente y cómo determina nuestra calidad de vida.

Es la mente, el Ego, más que cualquier otra circunstancia externa quién crea nuestro sufrimiento. Muchas veces utilizamos las circunstancias para suspender nuestro trabajo interior cuando podríamos utilizarlas como una oportunidad para, conscientemente, descubrir la sanación en momentos difíciles. Aprendiendo a retirarnos del temor de nuestro Ego hacia la perspectiva del Alma y separando el dolor de nuestra reacción frente a él, podremos reducir nuestro sufrimiento un poco más.

No son los hechos los que crean el sufrimiento, sino el modo en que la mente lidia con ellos el que lo provoca. Por ejemplo, he notado una epidemia de “si tan sólo...”
Es un auto-sabotaje, reteniéndonos en una trampa de nostalgias, aferrándonos a lo que podría haber sido, incapaces de permanecer en el momento presente.

Si nos aquietamos y atendemos nuestro interior, descubriremos cuán vitalizante puede ser utilizar nuestra mente en formas que nos liberan de las trampas del pasado.

Uno de los métodos más simples que conozco para trabajar con la mente es la meditación de la atención, que he practicado desde l970.

Esta técnica deriva de la tradición budista, sin embargo no es necesario ser budista para beneficiarnos con sus resultados ni requiere cierta fe, devoción religiosa ni conocimientos metafísicos de ningún tipo.

La meditación de la atención simplemente nos invita a reconocer nuestra mente, utilizando la respiración como el objeto de atención. Esta práctica nos ayuda a corrernos del lugar el Ego, y a comenzar a vivir desde la perspectiva del Alma.

Saludos desde el Alma.


(Laura Moreno)

 

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