LA ACEPTACIÓN, UNA ACTITUD CLAVE PARA EL BIENESTAR.
Una de las causas más frecuentes del sufrimiento del ser humano es desear que las cosas sean distintas a como son en realidad.
Sin embargo, aceptar las cosas tal y como son, es de vital importancia para poder seguir adelante y restablecer el equilibrio en nuestro bienestar.
Muchas personas creen que aceptar una situación dolorosa o adversa significa rendirse, nada más lejos de la realidad…
La aceptación, se entiende como el cultivo de una actitud realista ante la vida, capaz de asumir las dificultades de todo orden que, de manera inevitable, surgirán en el camino.
No se trata de resignación, sino de una conciencia madura y responsable del camino que se decide tomar.
Resignarse significa, por el contrario, quedar atrapado por la situación, compadeciéndose de uno mismo y sintiéndose víctima de las circunstancias.
La resignación lleva a adoptar un papel pasivo ante la vida.
Quien se resigna no se abre a nuevas posibilidades, simplemente se conforma con la vida que tiene aunque no le guste, se ve indefenso frente a lo que le sucede y se siente incapaz de cambiarlo.
En vez de ser los protagonistas de nuestra vida, nos convertimos en meros espectadores; las quejas y las lamentaciones constantes hacen que nos estanquemos y perdamos toda esperanza de mejorar nuestro futuro.
La aceptación implica reconocer que hay sucesos en la vida que no nos gustan, que no tienen solución o que no dependen de nosotros.
Solo cuando aceptamos lo que nos ocurre, seremos capaces de empezar a cambiarlo y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría.
Aceptar es, también, abandonar la lucha hacia algo que no depende de nosotros; no podemos evitar sentir dolor ante determinadas situaciones, pero no tenemos porque convertirlo en sufrimiento.
Y eso es lo que sucede cuando nos negamos a aceptar una parte de nuestra vida, o de nosotros mismos, que no nos gusta, cuando nos empeñamos en que las cosas sean distintas a como son y cuando no reconocemos que la vida en ocasiones es dolorosa e injusta.
Cuando se acepta el hecho de que hay algo que no me gusta y que no puedo cambiar, el dolor no desaparece pero tampoco se intensifica ni se le suman otras emociones como frustración, ansiedad o rabia.
Aceptar lo que nos sucede contribuye a mantener un estado emocional más tranquilo y sosegado; y eso, sin duda, nos permite estar abiertos a otros punto de vista, buscar posibles soluciones y, en definitiva, a tomar mejores decisiones.
Señor, concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia. Reinhold Niebuhr.
Adoptar la aceptación como una actitud ante la vida influye de forma positiva en nuestro bienestar; se trata de esforzarnos con aquello que elegimos y depende de nosotros, y aceptar lo que no está en nuestras manos cambiar.
En la vida, la adaptación a los cambios es constante, en ese proceso nos planteamos objetivos, deseos o metas que nos gustaría alcanzar; sin embargo, tenemos que tener claro que nos encontraremos obstáculos en el camino, y que superar algunos de ellos no dependen solo de nosotros, mientras que otros sí estarán bajo nuestro control.
Esta diferenciación es importante para no caer en dos errores frecuentes: el primero sería el de no aprovechar al máximo nuestras posibilidades de conseguir lo que queremos; y el segundo, consistiría en malgastar nuestro tiempo, salud y energía en luchar contra algo que no depende de nosotros.
Ante cualquier situación que te produzca malestar, analiza si puedes hacer algo para solucionarlo. Si es así, crea un plan de acción para mejorarlo; si no está en tu mano, acéptalo y sigue adelante.
Recuerda que aceptar nos es dejarse vencer ni resignarse ante ese evento o situación dolorosa; sino movilizarse y activarse para buscar otras vías que nos ayuden a alcanzar lo que deseamos; aceptación es seguir actuando aún a pesar de….
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