SABER DECIR NO.
• Derecho personal a DECIR NO. Desmontar ideas del tipo: “Miedo a que se enfade”, a “perder la buena relación”.
El hecho de autoafirmarnos no tiene por qué poner en peligro la relación con la otra persona. Decir “no” no conlleva una crítica, ni quiere decir que la otra persona nos caiga mal o tengamos algo contra ella.
• Las consecuencias de no saber “decir no” nos pueden traer problemas con nuestra autoestima y consecuencias para el futuro en una relación (acumulación de sentimientos de frustración o ira).
• Se trata de tener un “no” más que nuestro interlocutor (disco rayado).
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CÓMO DECIR QUE NO
• Dejar hablar a la otra persona hasta que acabe. No interrumpirla.
• Empatizar con el otro, ponerse en su lugar. Por ejemplo: “Comprendo que te gustaría que yo…”
• Si es posible hacer algún comentario positivo. Reforzar. Por ejemplo: “Te agradezco que hayas pensado en mí…”
• Utilizar la primera persona: “Yo prefiero…”, “he decidido…”
• No dar respuestas de alteración a nivel no verbal:
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Mirar a los ojos
Postura relajada
Volumen audible
Rostro serio
• Evitar manierismos: morderse las uñas, tocarse el pelo…
• Volumen y tono adecuados que indiquen firmeza, sin que llegue a ser agresivo
• Si la otra persona continúa insistiendo: retirada de mirada, dejar de dar respuesta y marcharnos.
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El rechazar peticiones de forma adecuada implica que la persona sea capaz de decir “no” cuando quiera hacerlo y que no se sienta mal por decirlo. Tenemos el derecho de decir que “no” a peticiones poco razonables y a peticiones que, aunque son razonables, no queremos acceder a ellas.
Hay varias razones por las que decir “no” es importante:
Nos ayuda a no implicarnos en situaciones en las que sentiríamos más tarde habernos implicado.
• Nos ayuda a evitar el desarrollo de circunstancias en las que sentiríamos que se aprovechan de nosotros o que nos manipulan para hacer algo que no queremos hacer.
• Nos permite tomar nuestras propias decisiones y dirigir nuestra vida en esa dirección.
Antes de rechazar una petición hay que estar seguros de que entendemos perfectamente lo que nos piden. En caso contrario, tenemos que pedir que nos clarifiquen hasta que la entendamos.
El rechazar una petición conlleva la posibilidad de que la otra persona se sienta herida o que intente persuadir al paciente. Los rechazos apropiados deben de acompañarse por razones y nunca por excusas.
RAZÓN: es un hecho que, si cambiase, cambiaría la respuesta. Así, si un paciente rechaza una petición porque está ocupado, pero hubiera dicho que sí en caso de no estar ocupado, el “estar ocupado” es una razón.
EXCUSA: si está ocupado y rechaza una petición, pero la querría seguir rechazando incluso si no estuviese ocupado, el “estar ocupado”, en este caso, es una excusa que simplemente sirve para justificar el rechazo.
Se desaconseja el empleo de excusas, ya que nosotros sabemos que son excusas y no ayudan a la dignidad de la conducta social. Además las excusas se pueden convertir en trampas. Por ejemplo, si el estar ocupado es una excusa, la otra persona puede preguntar por un momento en que el paciente no esté ocupado. Esto, a menudo, coge al paciente en una posición muy incómoda, ya que el estar ocupado no era la verdadera cuestión. Los rechazos de peticiones tienen que expresarse de forma clara, concisa y sin excusas.
DISCO RAYADO
Este procedimiento se suele emplear para rechazar una petición poco razonable o a la que no queremos acceder.
Técnica que, mediante la repetición serena de las palabras que expresan nuestros deseos, una y otra vez, enseña la virtud de la persistencia, sin tener que ensayar argumentos o sentimientos de ira de antemano, con el objeto de “calentarse” con miras al enfrentamiento con los demás.
Efectos clínicos: Esta técnica nos permite sentirnos a nuestras anchas e ignorar las trampas verbales manipulativas, los cebos dialécticos, la lógica irrelevante, sin apartarnos del punto en el que deseamos insistir.
• Repetir una y otra vez lo que queremos, sin enojarnos, irritarnos, ni levantar la voz, acabando las frases siempre con nuestro objetivo.
• Darnos permiso para no justificarnos, si es eso lo que queremos. Breve y directamente (“No, no me parece buena idea”, “Lo siento pero no te lo dejo”). La importancia de no dar justificaciones reside en evitar de esta forma argumentos en los que pueda basarse la otra persona.
• Se puede dar la verdadera razón: (“ No te dejo mi camiseta porque quisiera que estuviese limpia para el fin de semana”).
• Mantenernos en nuestro objetivo. Esto facilita el llegar a un acuerdo, mejorando la relación o al menos no empeorándola.
• Es importante la práctica para conseguir espontaneidad y soltura, sin alteraciones emocionales.
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