APRENDE A DECIR NO Y PONER LÍMITES.
POR BRENDA RUANO BODEMER
“Pones la mano y te cogen el brazo” es la expresión coloquial que utilizamos para referirnos a que cuando cedemos en dar algo, en mostrarnos de acuerdo o en hacer un favor a alguien, ese alguien se acabará aprovechando de ti. Lo decimos para prevenir a la persona de que la generosidad puede volverse en tu contra. Sin embargo, poner el límite no tiene nada que ver con la generosidad, sino con la asertividad: es decir, defender tus ideas, sentimientos y deseos sin dañar al otro o pretender que el otro cambie. Quien aprende a decir no, teme quedarse solo o sola, pero, en realidad, solo está comunicando sus necesidades.
En consulta, nos encontramos muy frecuentemente con personas que son incapaces de poner límites. Viven para complacer a los demás, ya sea su pareja, sus amistades o sus propios padres. Ni siquiera se dan cuenta de que de ahí está precisamente la raíz de sus problemas y se justifican con que lo hacen porque les gusta ayudar.
Supongo que te entrará de típica duda de “pero ¿cuándo hay que empezar a poner límites?”, “entonces, ¿no debo ayudar nunca?” “¿dónde hay que ponerlos?”. No se trata de que a partir de ahora no digas más que sí, sino de aprender a escucharte. ¿Por qué nos cuesta tanto decir no? En este artículo te explicaremos qué quiere decir exactamente poner límites, por qué es tan importante como puedes aprender a decir no y te daremos algunos consejos para empezar a ponerlos.
APRENDE A DECIR NO: ¿POR QUÉ TE CUESTA TANTO?
En la cultura en la que vivimos nos han enseñado que decir no puede resultar de poco generoso, intransigente o, incluso, de mala educación. De hecho, nos han educado para decir sí a casi todo. Peor aún, nos han castigado aquellas conductas en las que decíamos no: ¿Recuerdas cuando en la infancia te obligaban a darle un beso a un familiar al que no te apetecía dárselo? o ¿cuando no te apetecía cierto plan y te hacían chantaje para que fueras? Así podríamos enumerar miles de ejemplos.
Otra causa de que por mucho que te digan “aprende a decir no” y no te sea tan sencillo como lo pintan puede ser tu baja autoestima. Defender nuestros puntos de vista y nuestras necesidades se hace mucho más complicado si en el fondo piensas que no tienen tanto valor como las del resto.
Es cierto que decir que sí es una forma de adaptarte a tu entorno y que en muchas ocasiones, como ser social que eres, te tocará ceder o hacer algo que no te apetece del todo por no sentir rechazo o no perder a alguien que nos importa. Pero eso no pasa por que renuncies a tus propios deseos.
APRENDE A DECIR NO, ¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?
Puedes pasarte toda la vida complaciendo a los demás, cediendo y diciendo que sí a todo. Pero esto te acabará pasando factura. Lo mejor que te puede pasar es que todo el mundo esté a gusto contigo y nadie tenga queja de ti. Pero lo peor que te puede pasar es que pierdas tu identidad, es decir, que ya no sepas siquiera qué es lo que quieres tú, cuáles son tus ideas, lo que valoras de la gente o cuáles son tus propios valores.
Te habrás acostumbrado tanto a decir sí y a no poner límites que, por inercia, dejarás de lado preguntas tan básicas como: “¿qué es lo que me apetece a mí?”, “¿me cae bien esta persona?”, o “¿a dónde quiero ir?”.
¿EN QUÉ CONSISTE LA FALTA DE ASERTIVIDAD?
Las personas asertivas son aquellas que son capaces de expresar sus opiniones, intereses y puntos de vista haciendo lo posible por no desencadenar conflictos evitables; es decir, que mantienen un equilibrio entre la defensa de sus intereses, por un lado, y el respeto por los interlocutores incluso si lo que se les tiene que decir les resultará incómodo, por el otro.
Esta búsqueda de la armonía entre la individualidad y las ganas de contribuir a mantener una sociedad en la que sea fácil convivir es una de las cosas que nos caracteriza como especie; la mayor parte de los seres humanos llevan un estilo de vida fundamentado en la colaboración y la transmisión de información detallada a través del lenguaje, y este solo puede mantenerse si tenemos en cuenta nuestras necesidades y las de quienes nos rodean. No somos ni animales totalmente solitarios que solo se juntan en la época de la reproducción y la cría (como muchos carnívoros) ni miembros de colonias en las que casi todos están dispuestos a sacrificarse las veces que haga falta por el bien de su colectivo-familia (como muchos insectos).
Así pues, cuando hablamos de falta de asertividad, nos estamos refiriendo a la incapacidad de comunicar lo que consideramos importante sin resultar hostiles o hirientes. A veces, este tipo de problemas se reflejan en la tendencia a no atrevernos a expresarnos a pesar de que desde un punto de vista racional sabemos que deberíamos alzar la voz y comunicar algo importante; en otros, se da la situación contraria y decimos las cosas sin tener en cuenta cómo sentará a los demás nuestra manera de expresarnos. En cualquier caso, en este artículo hablaremos sobre el primer tipo de falta de asertividad, el que ocurre cuando no logramos pasar de los deseos a los hechos y no decimos que no aunque no estamos conformes con aquello que nos piden aceptar.
APRENDE A DECIR NO: ¿CÓMO?
A continuación daremos una serie de consejos para aprender a poner límites:
1. Conócete
Quizás te cuesta poner límites porque no tienes claros cuáles son. Cuando nos resulta complicado decir no tiene mucho que ver con la falta de autoconocimiento y la excesiva necesidad de complacer a los demás. Si, además, estás teniendo algún malestar contigo mismo o contigo misma el cuerpo te está mandando una clara señal de que hay algo importante que estás obviando: dejarte de lado a ti. Reflexiona sobre qué es lo que quieres, qué es lo que te gusta y cómo quieres vivir tu vida. Este es un largo proceso, no basta con hacerse una lista, pero por algo habrá que empezar.
2. Observa tu pasado y tu presente
¿De dónde crees que puede venir esta dificultad para decir no? cómo te han educado seguramente tenga mucho que ver. En general, nos han educado en la complacencia, en el saber estar por encima de todo, etc. Si a esto le acompañamos con el no validar tus emociones y tus deseos tenemos la perfecta bomba de relojería para la incapacidad de poner límites. En el presente, en cambio, ¿qué puedes hacer distinto a lo que estás haciendo?
3. Comienza poco a poco
No se trata de que a partir de ahora empieces a decir no a todo. Para empezar, nos estaríamos saltando el punto número uno. Para terminar, seguramente hacerlo de la noche a la mañana se te hará muy difícil y fracasarás en el proceso. Si tienes por costumbre complacer y no atreverte a poner límites quizás te lo propongas pero a la hora de la verdad no te salga. Aprender a decir no, es salir de tu zona de confort, al fin y al cabo. Comienza por aquello que te sea más fácil y progresivamente lo que te resulte más complicado.
4. Toma decisiones propias
Si apuntáramos todas las pequeñas decisiones que llevamos a cabo a lo largo del día, nos daríamos cuenta de que son muchas: desde qué ropa elijo para hoy, hasta a dónde viajar las próximas vacaciones. Como vemos unas son más importantes que otras, pero a la gente que le cuesta poner límites, también suele ocurrir que pide la aprobación de los demás antes de dar un paso. Date cuenta de las decisiones que tomas en tu día a día e intenta no preguntar, pedir opinión o pedir aprobación.
5. Aprende a decir no cuanto antes
Si ya te has dado cuenta de cuáles son tus límites o qué cosas son las que no quieres hacer, di no cuanto antes. Esto es muy recomendable porque cuando alguien ha sobrepasado algún límite bien porque no se lo hemos puesto o bien porque no lo ha respetado (recuerda: poner límites no te garantiza que nadie los vaya a sobrepasar), es muy difícil que esa persona de marcha atrás. Es decir, la gente se acomoda a que no les pongamos límites. Muchas veces es porque no se dan cuenta, es el hábito, pero, por desgracia, existen personas que se aprovecharán de ello conscientemente.
6. Practica la asertividad
Para estos casos la asertividad nos puede venir de perlas. Dentro de las técnicas asertivas existe una que se llama “Técnica del disco rayado”. Como su nombre indica, consiste en decir no una y otra vez. No lo digas gritando, aunque pierdas la paciencia. Si tienes claro que no vas a cambiar de opinión, eso es lo que dirás, hasta que la otra persona comprenda que esta vez no vas a pasar por el aro (ej.: “No voy a comer más tarta, está muy buena, pero ya te he explicado que ya estoy llena”, y así mientras la otra persona insista en ofrecerte tarta).
7. Sé consciente de las dinámicas que se han generado
Analiza cómo reaccionan las personas de tu alrededor una vez comienzas a poner límites. “Has cambiado” o “Ya no se te puede decir nada” son las reacciones más típicas. Deberás tener presente que cuando pones límites y aprendes a decir no, es cierto que algunas personas se enfadarán y se cumplirá uno de tus mayores temores. Pero también estarás construyendo una autoestima sana y tu identidad. El enfado será pasajero, tu identidad la tienes que cuidar.
8. Ve a terapia
Si ves que se te hace muy difícil o casi imposible siempre puedes pedir ayuda profesional de la psicología. La psicóloga te ayudará a conocerte, a indagar en tu presente y en tu pasado, ver de dónde viene tu complacencia, pero, en especial, te enseñará técnicas para poner límites y la terapia te ayudará a que cada vez te cueste menos.
LOS PRINCIPALES EFECTOS NEGATIVOS DE NO SABER DECIR QUE NO
Estas son las maneras en las que nos perjudica la incapacidad de negarnos a aceptar lo que los demás nos hacen, nos proponen o nos ofrecen.
1. Da lugar a malas decisiones financieras
El ámbito profesional y de los negocios es uno de los que se ven más afectados por este tipo de problemas de asertividad. Estas experiencias pueden ir desde aceptar contratos abusivos hasta donar con frecuencia una cantidad de dinero que no nos podemos permitir dar, y generan una reacción en cadena de complicaciones psicológicas vinculadas al estrés.
2. Predispone a desarrollar relaciones de pareja asimétricas
Las personas que no saben decir que no acostumbran a aceptar vínculos de noviazgo o incluso matrimonios en los que una de las partes toma todas las decisiones importantes.
3. Da problema en los trabajos de equipo
Tanto dentro como fuera del mundo del trabajo remunerado, allí donde hay que colaborar con un grupo de personas organizadas en tareas diferentes, la incapacidad para decir que no puede generar muchos problemas por falta de coordinación. Sobre todo, cuellos de botella de producción, ya que una persona absorbe el trabajo que podrían estar realizando de un modo más eficiente otros componentes del equipo o del departamento.
4. Produce un círculo vicioso debido a las expectativas generadas
Una vez los demás se acostumbran a que digamos que sí a todo, es más complicado revertir esta situación, dado que se generan una serie de expectativas sobre nuestra tendencia a la conformidad. A su vez, este hecho puede ser utilizado como una excusa que usamos con nosotros mismos con tal de no romper esa dinámica; aunque genere malestar, seguir sin decir que no a prácticamente nada conforma una especie de zona de confort.
5. Desgasta la autoestima
Como consecuencia de todo lo anterior, la persona que no sabe decir que no sufre problemas por baja autoestima, al no poder ofrecer todo aquello que se ha comprometido a realizar. Esto hace que se vea en la necesidad de “compensar” por los problemas causados y a temer el rechazo de los demás.
CONCLUSIONES
“Aprende a decir no” es una frase que seguramente hayas escuchado más de una vez en tu entorno. Llegados a este punto nos gustaría destacar que con este tipo de frases, sin darnos cuenta, podemos estar culpabilizando a alguien de la que otra persona se está aprovechando. Como hemos dicho, poner límites es muy importante y saber cómo también, pero quizás deberíamos poner también el foco en aquellas personas que sobrepasan los límites del resto. Que alguien no sepa cómo decirte que no, no te exime de tu responsabilidad de estar extralimitándote.
Quienes se beneficiaban de tu falta de límites serán ahora quienes se molesten porque los pongas. Aprende a decir no y verás que quien se queda contigo a pesar de ello es quien realmente te respeta. Igualmente, así romperás con la falsa creencia de que si le negamos algo a alguien vamos a generar un conflicto o vamos a perder su afecto. Piensa en la cantidad de veces que alguien te ha dicho que no a ti y no ha pasado nada malo. Quizás te haya molestado, pero no será tan dramático como tu mente se imagina.
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