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 CLAVES PARA INCLUIR EL AUTOCUIDADO EN LA RUTINA DIARIA.



Mayo 25, 2024, 07:04:26 am
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CLAVES PARA INCLUIR EL AUTOCUIDADO EN LA RUTINA DIARIA.
« en: Mayo 25, 2024, 07:04:26 am »
CLAVES PARA INCLUIR EL AUTOCUIDADO EN LA RUTINA DIARIA.

En los tiempos que vivimos, con ritmos acelerados e inmersos en múltiples tareas, el autocuidado personal y emocional se ha convertido en un aspecto fundamental y determinante para la propia salud física, psicológica y emocional.
La vorágine del día a día nos agota mental y emocionalmente, la sensación de “no llegar” es constante y el cansancio permanente.
Sin embargo, cuando trabajamos en la consulta este aspecto, me encuentro con demasiada frecuencia con personas que no saben qué contestar ante la pregunta: ¿Qué haces para cuidarte? ¿Cuánto tiempo te dedicas al día?
Algunas se sorprenden, ¿Cuidarme?; otras reconocen su importancia, pero la falta de tiempo les impide hacerlo. Y es que la rutina diaria hace que nos olvidemos de dedicarnos un tiempo y un espacio, por mínimo que sea, a cuidar y satisfacer nuestras necesidades.
La mayoría de las veces consideramos que el autocuidado es algo opcional, «algo que ya haré cuando tenga tiempo»; sin embargo, la realidad es que normalmente somos lo último en nuestra lista de prioridades y terminamos olvidándonos; pero, ¿cuánto tiempo podemos mantener esta situación sin que nos pase factura?
Agotamiento emocional, malestar físico, apatía, insatisfacción vital, falta de motivación y de concentración, problemas en las relaciones personales… son solo algunas de las señales de que no nos estamos prestando la atención suficiente y, por tanto, nos estamos descuidando.
Cuidarse significa protegerse, velar por una misma, buscar aquellas cosas que nos hagan sentir bien; y, sobre todo, tomar acción para llevarlas a la práctica.
Para empezar a cuidarnos es fundamental reconocer nuestras necesidades y hasta qué punto nos ha afectado en nuestro día a día el auto-descuido, para, a partir de ahí marcarnos unos objetivos y buscar las mejores estrategias para lograrlos.
Cuando hablo de estrategias me refiero a las acciones que se diseñan y se llevan a cabo de una manera sistemática con un objetivo determinado; en este caso serían esas actividades que planifico para mejorar mi salud y bienestar.
Para marcar nuestros objetivos es importante conocer los diferentes tipos de autocuidado:

1.   Autocuidado emocional. Las emociones, sobre todo las mal llamadas negativas, nos avisan de que hay algún aspecto en nuestra vida que no funciona como desearíamos; cuidar de nuestra salud emocional implica aprender a expresar y gestionar de una forma adecuada estas emociones.
2.   Autocuidado físico. Atender a nuestro cuerpo es un básico para el bienestar general. Algunas formas de hacerlo son: realizar ejercicio de forma regular, descansar, alimentarnos de forma saludable, realizar la visitas médicas necesarias, abandonar ciertos hábitos….
3.   Autocuidado intelectual. Consiste en ejercitar nuestra mente, estimular el pensamiento crítico y la creatividad.
4.   Autocuidado espiritual. Se trata de conectar con nuestros valores y con lo que realmente nos importa; se relacionaría con quiénes somos.
5.   Autocuidado social. La conexión con otras personas es necesaria para nuestro bienestar, cuidar de nuestra red social es muy importante para construir relaciones saludables y duraderas.

Llegados a este punto, quizás pienses: «Vale, la teoría la tengo clara, pero, ¿cómo la llevo a la práctica?
Lamento decirte que no existe una “receta universal”, el autocuidado es relativo, ya que cada persona es única y diferente.
Necesitamos encontrar nuestro propio equilibrio en función de nuestras preferencias, circunstancias y el entorno en el que vivimos. Es decir, nuestro plan de autocuidado debe adaptarse a nuestras necesidades.
Algunas cuestiones que te pueden ayudar para diseñar tu plan de autocuidado son: ¿Qué necesitas? ¿Qué te gustaría? ¿Depende de ti? ¿Qué cambios tendrías que hacer para empezar a cuidarte?…
Una vez que tengas claro y definidos tus objetivos, será el momento de empezar a planificar las acciones que te acerquen de forma progresiva a tu meta.
Encontrar un sistema que nos ayude en esta tarea es muy importante, ya que instaurar un nuevo hábito no es fácil, requiere de mucha constancia hasta que se convierte en una rutina.
Algunas sugerencias que te pueden ser de utilidad son:
•   Incluirlo en tu agenda. Si te planificas el día a día con los compromisos laborales, familiares, sociales… ¿por qué no hacerte un hueco en tu propia agenda y comprometerte con tu salud?
•   Encuentra a alguien con tu mismo objetivo, con quien poder realizar la actividad, por ejemplo hacer ejercicio, y con quien compartir tus progresos, además de acercarte a tu objetivo, también estarás fomentando el autocuidado social, ya que el apoyo social es importante.
•   Usa el control de estímulos para hacerlo más fácil; es decir, revisa tu entorno y cambia aquello que puedas, para maximizar las oportunidades de llevar a cabo lo que te hayas propuesto. Un ejemplo de control de estímulos sería: no comprar ni tener en casa alimentos poco saludables si el objetivo es cuidar de mi alimentación.
•   Busca la manera de hacerlo agradable, se trata de asociar la nueva actividad a otra que ya te resulte placentera. Por ejemplo, escuchar tu música preferida mientras haces deporte, o habilitar un espacio, y decorado a tu gusto, en casa que te incite a retomar la lectura.
•   Utiliza recordatorios, sobre todo al principio es bastante frecuente que se nos olvide, así que hecha mano del móvil, por ejemplo, y programa la alarma a la hora en la que hayas decidido parar y tener tu momento.
•   Dependiendo de tu objetivo puedes usar registros, ver por escrito tus progresos es un reforzador muy potente; además de ser un buen instrumento para poder realizar ajustes en el caso de que lo consideres.

En este proceso, hay un aspecto importante a tener en cuenta, y es que con bastante frecuencia cuando decidimos dedicarnos un tiempo y un espacio suele aparecer el sentimiento de culpa.
Por una parte, podemos sentir que estamos perdiendo el tiempo en vez de ocuparnos de “cosas más productivas”.
Y, por otra, sobre todo las mujeres debido a la socialización de género, nos sentimos culpables, e incluso avergonzadas, por anteponer nuestras necesidades ante las de los demás; la educación recibida nos suele convertir en grandes cuidadoras, que, sin embargo, y con demasiada frecuencia, tiene como consecuencia olvidarnos de nosotras mismas, relegándonos a un segundo, tercer o cuarto plano hasta convertirse en un patrón habitual de comportamiento.
En este sentido, es vital que nos recordemos, y entendamos, que nadie cuidará de nuestras necesidades si no lo hacemos nosotras, y que no hay nada egoísta en ello.
Siendo realistas, es cierto que muchas veces tendremos que elegir y aceptar que no se puede tener, o mejor dicho llegar a todo, pero que a la hora de tomar decisiones y priorizar no perdamos de vista la búsqueda del equilibrio entre las obligaciones y el autocuidado.
Cuidarnos es un signo de respeto hacia nosotras mismas, nos aporta seguridad, confianza y mejora nuestro estado de ánimo.
¡Hagamos de él un hábito e incorporémoslo en nuestro día a día!

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