ACEPTACIÓN: ¿CÓMO ACEPTAR LA REALIDAD TAL Y COMO ES?
La aceptación es una de nuestras asignaturas pendientes. Nos cuesta aceptar todo aquello que no nos agrada o que no se corresponde con nuestras expectativas. De hecho, la distancia que existe entre nuestras expectativas y la realidad se convierte en una de nuestras principales fuentes de sufrimiento.
Si no aceptamos la realidad y deseamos que las cosas sean distintas, nos condenamos a sufrir inútilmente. De hecho, muchas veces ese sufrimiento es el resultado de nuestras reacciones emocionales, actitudes y pensamientos, más que de las consecuencias del problema en sí.
“Si no consigues lo que quieres, sufres. Si consigues lo que no quieres, sufres. Incluso cuando obtienes exactamente lo que quieres, sigues sufriendo porque sabes que no podrás tenerlo para siempre. Tu mente crea esa situación”, escribió Sócrates.
LA FALTA DE ACEPTACIÓN Y EL BUCLE DE LA INSATISFACCIÓN CRÓNICA
Cuando nada nos satisface y supeditamos continuamente nuestra felicidad a alcanzar ciertas cosas, corremos el riesgo de pasarnos toda la vida esperando un futuro mejor que nunca llega. Muchas personas creen que serán felices cuando su situación cambie, cuando consigan un trabajo mejor o hallen a su media naranja. Piensan que solo podrán disfrutar de la vida cuando logren eso que tanto ansían.
El problema de esta mentalidad es que solemos sobreestimar la felicidad que generan algunas situaciones, como demostró un estudio realizado en el Imperial College de Londres. Estos psicólogos dieron dinero a un grupo de personas para que lo invirtieran y les pidieron que estimaran cómo se sentirían en caso de que ganaran o perdieran. También reclutaron a un grupo de estudiantes que estaban a punto de enfrentarse a un examen y les preguntaron cuán felices o tristes se sentirían según la calificación obtenida.
Su objetivo era evaluar nuestro nivel de precisión al estimar las reacciones emocionales. Descubrieron que no somos muy exactos: ni nos sentimos tan tristes como pensábamos cuando nos ocurre algo negativo ni nos sentimos tan felices como esperábamos con los eventos positivos.
Por esa razón, no aceptar el presente y vivir esperando un futuro mejor puede conducirnos a un estado de insatisfacción crónica, el cual se conoce como bovarismo. Este síndrome se inspira en la figura literaria de madame Bovary, una mujer permanentemente insatisfecha con su situación conyugal que vivía en un mundo de ensoñaciones.
El bovarismo se debe al contraste entre nuestras ilusiones y aspiraciones, que a menudo son desproporcionadas respecto a nuestras posibilidades, y una realidad que se percibe como frustrante. Esa insatisfacción suele dar pie a comportamientos desadaptativos que generan aún más frustración, cerrando así un bucle de insatisfacción que nos condena a la infelicidad.
LA ACEPTACIÓN COMO VÍA PARA SER MÁS FELICES
A veces la vida nos somete a duras pruebas, pero cerrar los ojos ante lo que sucede no cambiará los hechos, al contrario, puede conducir a la aparición de trastornos psicológicos debido a la represión de los contenidos emocionales que siguen perturbándonos desde el inconsciente. "A lo que te resistes, persiste", decía Jung.
Es fundamental entender que la frustración suele depender de nuestras expectativas. Si alimentamos expectativas irreales y estas no se cumplen, nos sentiremos frustrados e insatisfechos. Ese tipo de pensamientos dinamita nuestra vida y hace que nos instalemos en las quejas y la amargura. La aceptación de la realidad tal y como es nos ayudará a vivir los contratiempos con sosiego y serenidad.
ACEPTAR LA REALIDAD ES EL PRIMER PASO PARA RESTABLECER EL EQUILIBRIO EN NUESTRA VIDA.
La aceptación implica dejar de identificarnos con determinadas situaciones y, sobre todo, liberarnos de los sentimientos que nos dañan.
¿Cómo aceptar las cosas tal y como son?
• No te ahogues en las quejas, busca soluciones. Lamentarte por lo que te ha ocurrido no cambiará la situación. Hasta cierto punto puede ser catártico, pero si te quedas atascado/a en las quejas te convertirás en una víctima de las circunstancias.
Las quejas que no conducen a un plan de acción son una pérdida de energía, una energía que podrías usar de manera más inteligente para buscar soluciones alternativas. Pregúntate qué es lo que te molesta y qué puedes cambiar realmente de tu situación para mejorarla.
• Aprende a dejar ir. No siempre podrás cambiar las situaciones ya que tu nivel de control sobre lo que sucede es limitado. En ese caso debes aprender a dejar ir todos esos pensamientos y sentimientos dañinos a los que te estás aferrando.
El maestro de meditación Ajahn Chah dijo: “Si dejas ir un poco, obtendrás un poco de paz. Si dejas ir mucho, obtendrás mucha paz”. El mindfulness te ayudará a encontrar la serenidad que necesitas aquí y ahora, pero si has vivido una situación traumática es probable que necesites ayuda psicológica adicional. En El Prado Psicólogos usamos técnicas como la EMDR para que puedas integrar esas experiencias en tu historia de vida minimizando su impacto emocional negativo.
• Practica la gratitud. “Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás”, escribió Erich Fromm. En vez de centrarte en todo lo que te falta, recuerda todo lo que tienes. Llevar un diario de la gratitud es una excelente herramienta para que aprendas a fijarte en todas las cosas valiosas que probablemente estás dando por sentado.
Un estudio realizado en la Universidad de California comprobó que realizar un diario de gratitud, es decir, una lista de cosas por las cuales sentirse agradecidos incrementa en un 25% nuestra felicidad y el nivel de satisfacción con la vida en apenas diez semanas. Lo ideal sería que todas las noches, antes de acostarte, escribieras tres razones por las cuales te sientes agradecido/a. Poco a poco comenzarás a mirar la vida con ojos más positivos y cada vez encontrarás más razones para experimentar gratitud.
• Cambia tu narrativa. Eres tu historia. No se trata de la historia de los acontecimientos de tu vida sino de la narrativa que has construido a su alrededor y del papel que has asumido: héroe o víctima, competente o incompetente…
En vez de colocarte etiquetas generalizadoras que te limiten, céntrate en la situación que te genera malestar. Piensa en lo que no te gusta y en lo que necesitarías cambiar para sentirte satisfecho/a. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento negativo? ¿Qué serías capaz de hacer si ese pensamiento negativo no estuviera rondando tu mente? ¿Cómo te sentirías sin él? Cambiar la narrativa que construyes en torno a un acontecimiento te permitirá asumir la realidad desde una perspectiva más positiva y desarrolladora.
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