POR QUÉ SIEMPRE ESTOY A LA DEFENSIVA.
Por Maite Nicuesa
Todos en algún momento hemos respondido poniéndonos a la defensiva ante una situación determinada. El verdadero sufrimiento comienza cuando esta tensión interna se torna crónica. Estar en posición de defensa ya lo dice todo por sí mismo. Significa tienes una visión de un mapa del mundo en el que debes protegerte de los demás.
Sin embargo, es agotador vivir las relaciones desde esta perspectiva, sencillamente, porque el diálogo no fluye cuando analizas la realidad desde el filtro de la desconfianza. Cuando estás en este punto, te acostumbras a observar posibles segundas interpretaciones en las intenciones de los demás. En este artículo de Psicología-Online vamos a responder a tu pregunta de "¿Por qué siempre estoy a la defensiva?" para que puedas conocer la respuesta.
5 RAZONES POR LAS QUE ESTÁS A LA DEFENSIVA
¿Cuál es la causa de estar a la defensiva? A continuación, enumeramos cinco situaciones posibles:
1. Atraviesas un mal momento y te sientes herido. Tu estado de ánimo se manifiesta en tus propias reacciones ante los demás. La ira combinada con la frustración es una manifestación de dolor. Una persona puede ponerse a la defensiva cuando se siente injustamente tratada por la vida en un momento determinado como consecuencia de una herida. Por ejemplo, el desamor o la soledad.
2. Te has sentido cuestionado durante mucho tiempo. Ya sea en tu vida personal o en el plano profesional, has vivido un periodo en el que una persona ha observado con lupa tus acciones y te ha corregido de forma recurrente. En este contexto, esta reacción se convierte en un mecanismo de defensa frente a esa actitud de un agente externo que te juzga.
3. Inseguridad. En realidad, sabes que la otra persona tiene razón en aquello que te sugiere con buena intención, sin embargo, por alguna razón, te niegas a observar la realidad de esa afirmación y te pones a la defensiva porque esa verdad exterior confronta la imagen de tu propia percepción. Por ejemplo, una persona que vive un autoengaño sentimental puede ponerse a la defensiva cuando su entorno más cercano le recomienda que pase página pero el protagonista se niega a hacerlo.
4. Sientes que los demás no te comprenden. Pero, además, tú también idealizas la vida de los otros. Estás muy pendiente de tus propias dificultades pero te olvidas de que cada persona convive con sus propios límites. Desde este rol de desigualdad, te pones a la defensiva ante aquellos que consideras que, por mucho que piensen que sí tienen empatía contigo, no pueden hacerse cargo de aquello que te está pasando.
5. Estás saturado de consejos y lo único que deseas es tener tu propio espacio y no recibir más información externa porque tu mente está saturada de recibir sugerencias que no has pedido.
CÓMO SABER SI ESTÁS A LA DEFENSIVA
1. Te exaltas con facilidad cuando una persona te hace una pregunta sobre tu vida de forma inesperada o cuando comparte alguna valoración que te afecta de algún modo. En ese momento, sientes que en tu interior nace una tensión. Y ante esta tensión tan intensa, ni siquiera te concentras en escuchar asertivamente al otro. En realidad, te pones a la defensiva cuando lo que te afecta es tu propia interpretación de aquello que la otra persona ha querido expresar.
2. Sientes que tienes que justificarte ante aquellas situaciones en las que has reaccionado a la defensiva. Tal vez te des cuenta de que tu reacción interna ha sido desproporcionada, sin embargo, intentas excusarte por ello. Es decir, llegas a la conclusión de que realmente tenías motivos para reaccionar de ese modo porque has observado una intención negativa en la otra persona.
3. Te comportas como si tuvieses una coraza puesta. Marcas una barrera en tus relaciones con los demás y te resulta difícil mostrar tu lado más afectivo y vulnerable. Prefieres marcar distancia y no dejar que los demás traspasen ese núcleo.
4. Piensas demasiado. Pierdes mucho tiempo dando vueltas a situaciones que, posiblemente, no tengan un mayor trasfondo. Sin embargo, te tomas cualquier comentario de forma personal. Y, por eso mismo, cualquier opinión te afecta como tal. De hecho, te das cuenta de que te preocupa en exceso la imagen que otras personas tienen de ti. De lo contrario, no gastarías tanta energía en defenderte cuando ni siquiera es necesario hacerlo.
5. Una persona que se pone a la defensiva, reacciona con poca receptividad ante una crítica constructiva, una sugerencia o un consejo. Actúa como si se ofendiese en esta situación. De este modo, la ira es un componente habitual de su estado de ánimo.
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CÓMO DEJAR DE ESTAR A LA DEFENSIVA
Ahora que ya sabes por qué estás siempre a la defensiva, aquí vamos a darte algunos consejos para evitar esta situación. Son los siguientes:
• Corrige tu propia inseguridad. Es decir, la causa de este malestar no es externa, sino interna. Si realmente estuvieses seguro de ti mismo no darías tanta importancia a la opinión de otras personas. Y lo más importante, utilizarías otros argumentos para expresar tu criterio en estas situaciones.
• Respira profundamente, cuenta hasta cinco e intenta observar la situación desde la distancia para responder ante la conversación con una mayor perspectiva. Es muy posible que, después de haber actuado bajo el impulso de la emoción, te arrepientas de haber obrado de ese modo y no te sientas bien contigo mismo. Por tanto, observa cómo el hecho de estar a la defensiva produce unas consecuencias que te afectan de manera negativa a ti y a tu bienestar. A partir de la observación de estos episodios, intenta corregir la dinámica de esta secuencia que ya conoces de memoria.
• Actúa con madurez ante la vida. Deja de culpar a los demás de frustraciones propias. O deja de evadir tu propia responsabilidad cuando buscas constantes excusas a través del juego psicológico “si, pero”. Es decir, aquel que está a la defensiva, siempre encuentra un “pero” que le limita. Por ejemplo, cuando una persona se queja por alguna situación determinada de su vida, y su interlocutor le ofrece posibles soluciones o alternativas, responderá con mensajes que sigues el esquema “sí… pero” en un ejemplo claro de que, en realidad, no va a hacer nada más que poner excusas.
• Quítate ese peso de encima porque no tienes la necesidad de defenderte constantemente. Simplemente, afronta las relaciones personales, soluciona los conflictos desde la perspectiva de la oportunidad y recuerda que no existe una única forma de interpretar la realidad. No necesitas demostrar que tienes siempre la razón.
Aquellas personas que se encuentran en esta situación viven su vida inmersas en una lucha constante. Pero eso es agotador. Confía en que las personas se expresan desde la buena intención, aunque a veces, puedan herir tu sensibilidad. Sin embargo, cuando te pones a la defensiva, cierras puertas en lugar de abrirlas.
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