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 ¿POR QUÉ GRITO CUANDO ME ENFADO? ¿QUÉ PUEDO HACER?



Hoy a las 05:56:51 am
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¿POR QUÉ GRITO CUANDO ME ENFADO? ¿QUÉ PUEDO HACER?

Son muchas las personas que no pueden evitar levantar la voz cuando se enfadan. Sabemos que recurrir al grito no soluciona nada —más bien al contrario—, pero a veces es algo que nos cuesta controlar. ¿Qué podemos hacer en estos casos?

A nadie le gustan los gritos. El cerebro responde a ellos poniéndonos en alerta, intensifica la tensión y la tendencia a la huida o la acción. Sin embargo, todos nos hemos visto alguna vez en esa tesitura… ¿Por qué grito cuando me enfado? A veces, sin darnos cuenta, levantamos la voz más de la cuenta, sobre todo, si estamos en medio de una discusión o alguien nos ha faltado el respeto.
Es muy común también que muchas mamás y papás se arrepientan de haber lanzado un grito a sus hijos cuando estos estaban en medio de una rabieta, una travesura o en una conducta inapropiada. Falla la calma, la mente actúa por instinto y se pierden los papeles. Luego, claro está, llega el remordimiento y el clásico razonamiento de “esta vez será la última”.
De este modo, y a pesar de que todos sabemos que gritar hace daño, no resuelve nada y crea distancias, es algo habitual en la conducta humana. Vemos a parejas gritarse en las playas o restaurantes, a jefes levantando la voz a sus empleados o incluso a profesores lanzando algún grito puntual en el aula cuando tiene que llamar la atención de algún alumno.
 ¿A qué se debe este mecanismo? ¿Es quizá algún instinto o tiene algún tipo de finalidad? Aún más, si nosotros mismos somos tendentes a este tipo de conducta, ¿qué podríamos hacer para controlarla?

“Soy más bien de convulsión, de gritos y sangre aullando”.
-Alejandra Pizarnik-

¿POR QUÉ GRITO CUANDO ME ENFADO?

El grito cumple una finalidad evolutiva: alerta al grupo de una amenaza o peligro. Es un instinto que compartimos con los animales y que nos ha ayudado desde tiempos inmemoriales. Podríamos describirlo como una vocalización primaria, esa que ya evidencian los recién nacidos y que informa muchas veces a los padres de sus necesidades.
Ahora bien, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Oslo (Noruega) señalan algo interesante. Los gritos humanos pueden reflejar hasta seis emociones primarias. No solo gritamos de ira, sino que está reacción es a menudo el reflejo del dolor, el miedo, la alegría, la tristeza y la pasión.
Ahora bien, uno de los responsables de este trabajo, el doctor Sasha Frühholz, señala que el cerebro reacciona de manera muy intensa a los gritos porque los procesa como estímulos amenazantes. Es decir, uno puede gritar repentinamente de alegría y felicidad, pero esa reacción siempre será sorpresiva y desagradable para quien no se lo espera.
Esto nos lleva a otro hecho. Hay personas con mayor tendencia a hacer uso de este recurso. Son muchos los que se preguntan aquello de ¿por qué grito cuando me enfado y qué podría hacer para evitarlo? Sabemos que es una conducta desagradable, que nos distancia de los demás y que lejos de ser catártico, nos carga de arrepentimientos.
Estas son las causas por las que recurrimos a él.

LOS GRITOS, LA FORMA EN QUE TE HAN EDUCADO

Gritamos porque nos han gritado desde niños. Porque esa ha sido la forma de comunicación de nuestros padres. Órdenes, reproches y simples comentarios… Cuando nuestros progenitores nos han educado haciendo uso de un tono de voz elevado o sancionatorio ese patrón se integra en nosotros y lo repetimos.

LEVANTAR LA VOZ PARA DOMINAR LA SITUACIÓN

A veces faltan recursos, habilidades sociales o estrategias comunicativas. Cuando alguien se pregunta ¿por qué grito cuando me enfado?, la respuesta puede estar en algo muy sencillo. Tenemos la sutil creencia de que al levantar la voz logramos dominar la situación y nos imponemos sobre el otro.
Es importante saber que el grito en la comunicación humana es una forma de agresión. No se domina ni se gana una discusión alzando la voz. Con ello lo que logramos es intensificar el malestar y crear distancia.

¿POR QUÉ GRITO CUANDO ME ENFADO? LA MALA GESTIÓN EMOCIONAL

Las personas somos seres emocionales que razonan. La primera reacción será siempre dejarnos llevar por las emociones sentidas y en caso de no regularlas, los efectos pueden ser impulsivos, irracionales y explosivos. No es fácil dominar estados emocionales de valencia negativa porque estos presentan una gran activación fisiológica.
Estudios como los realizados en la Universidad de Connecticut y el Centro Médico de la Universidad de Minnesota nos señalan algo que debemos tener en cuenta. Las rabietas en los niños suponen siempre grandes oportunidades para educarlos en la regulación emocional. Esa expresividad en la que el grito es una constante debe gestionarse, regularse y controlarse.
El niño que no aprende a autorregular sus emociones se convierte en un adulto impulsivo que grita, que se deja llevar por la ira, la frustración, el enfado…

QUIERO DEJAR DE GRITAR ¿CÓMO HACERLO?

Recurrir al grito edifica un estilo comunicativo violento, punitivo y abusivo. No se gana nada con este recurso. El líder no lidera si grita y cohíbe. El padre y la madre que recurren a los gritos están haciendo uso del maltrato. Así, quien termina alzando la voz cada vez que discute con alguien, evidencia incompetencia emocional y comunicativa.
Si me pregunto por qué grito también es importante comprometerme a dejar de hacerlo. Estas son algunas claves que pueden ayudarnos:

•   Recuerda las experiencias pasadas y las consecuencias relacionadas con alzar la voz.
•   Comprométete en el respeto interpersonal. El primer paso para lograrlo es facilitando la escucha activa y la empatía: conecta con quien tienes en frente con respeto. Entiende su realidad sin necesidad de reaccionar o imponerte.
•   Controla la ira y la frustración.
•   Reconoce tu patrón  de reacción, entiende qué te hace reaccionar y recurrir a los gritos. Controla esos desencadenantes, reflexiona en ellos para no actuar por mero instinto.
•   Cuando sientas ganas de gritar en medio de una discusión o situación concreta, cuenta hasta 10. Relaja la mente.
•   Comprométete en el cambio: sé responsable de ti mismo y de tu comportamiento.
•   Aprende técnicas de comunicación como la asertividad, la argumentación, la negociación…

Para concluir, para dejar de gritar es bueno empezar a ser más amables con nosotros mismos. Manejar emociones de valencia negativa requiere conocernos, controlarnos y ser capaces de transformar esos procesos en estados más armoniosos. Algo así requiere conectar con nosotros mismos para realizar un cambio. Uno de los mejores: dejar de alzar la voz.

https://lamenteesmaravillosa.com/por-que-grito-cuando-me-enfado-que-puedo-hacer/


 

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