LA PROCRASTINACIÓN Y SU RELACIÓN CON LA REGULACIÓN EMOCIONAL.
Redactado por Carlos Sánchez Morcillo .
Quizá hayas sentido cómo, últimamente, las tareas importantes que has de realizar se vuelven tan pesadas y aburridas que decides posponerlas para más tarde. Posiblemente hasta que no te quede opción de seguir postergándolas más y, entonces, actúas de forma errática y achacando a excusas como la falta de tiempo o de recursos.
Aunque parezca paradójico, es algo mas normal de lo que parece y, además podemos ponerle nombre: procrastinación.
Para definir procrastinación, postergación o posposición debemos atender a la acción o hábito de retrasar actividades importantes que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo a afrontarlas o pereza a realizarlas.
Esta palabra proviene del latín y ella misma se define, “pro” significa adelante y “crastinus” que significa mañana.
Cuando alguien siente que procrastina suele ser habitual sentirse avergonzado, frustrado e incluso enfadado por ello. A nuestro cerebro no le gusta admitir que somos los responsables de esta forma de proceder, por lo que no dudará en responsabilizar, en la gran mayoría de casos, a una falta de tiempo.
Se dice que el 75% de los españoles tiende a la procrastinación, ya sea académica, laboral, personal, social, etc. Sus consecuencias se asocian con el estrés, la ansiedad, dificultades para dormir y problemas de salud, así como con la baja autoestima, altos sentimientos de culpa, incompetencia, frustración y lo que es más paradójico, una considerable angustia a la hora de reducir la procrastinación.
CARACTERÍSTICAS DE LA PROCRASTINACIÓN
1. Debe ser un acto manifiesto o encubierto de retraso.
2. El inicio o el retraso de este acto es intencionado.
3. El acto es necesario o de importancia personal.
4. Es voluntario y no impuesto por cuestiones externas.
5. Es innecesario o irracional.
6. Se lleva a cabo a pesar de ser consciente de sus potenciales consecuencias negativas.
7. Va acompañado de malestar subjetivo.
LA PROCRASTINACIÓN Y SU COMPONENTE IRRACIONAL
El componente irracional y consciente de postergar acciones importantes para más tarde podría ser debido, principalmente, a que muchas de nuestras responsabilidades suelen generar emociones negativas como pueden ser aburrimiento, ansiedad, preocupación, inversión de mucho tiempo con respecto a la satisfacción que ofrece, frustración, etc. De ahí que procrastinar tenga como misión inconsciente la regulación de esas emociones negativas.
Esta regulación es, per se, disfuncional ya que implica un retraso innecesario de las tareas generando consecuencias negativas con respecto al rendimiento y el bienestar subjetivo. Además, el problema se agrava cuando la procrastinación se convierte en el hábito principal de regulación emocional al que accede una persona, ya que la facilidad de no hacer algo, a pesar de sus consecuencias, logra instalarse en nuestra manera de actuar de forma tan sutil que nos empuja a una regulación emocional satisfactoria de forma inmediata.
PROCRASTINACIÓN Y REGULACIÓN EMOCIONAL
La regulación emocional comprende diversas estrategias que supervisan y alteran la frecuencia, intensidad y duración de las reacciones emocionales y se han encontrado componentes en cuanto a la dificultad a la hora en la que una persona se regula emocionalmente que está asociada a la procrastinación que incluyen (Rad et al., 2025):
1. Dificultad en la realización de conductas intencionadas, es decir comportamientos intencionados sobre las decisiones que uno toma y los hábitos que creas pensando en el crecimiento personal.
2. Falta de conciencia emocional, siendo esta una dificultad para entender a los demás, ponerse en su lugar y cultivar relaciones satisfactorias. Al no identificar bien sus emociones, no saben expresar adecuadamente lo que sienten, generando malos entendidos y conflictos.
3. Acceso limitado a estrategias de regulación emocional y en donde entre ellas se ha instalado la procrastinación como una de las primeras opciones.
4. No aceptación de respuestas emocionales o reacción negativa de las respuestas emocionales de uno mismo o de los demás.
5. Dificultad en el control de impulsos.
6. Falta de claridad emocional o percepción sobre las propias emociones.
PROCRASTINACIÓN Y CONDUCTA DIRIGIDA A METAS
La capacidad para regularnos emocionalmente también produce una amplia gama de emociones con las que comunicarnos, p. e. si estamos enfadados tenderemos hacia una conducta determinada que será contraria a si estamos alegres o frustrados. Esto es así particularmente en el contexto de la conducta dirigida a metas (Mehralian et al., 2023).
Una conducta dirigida a metas es una representación mental de los resultados que pretendemos lograr con nuestra conducta. Estas juegan un papel decisivo en la motivación y, a través de esta, en la eficacia de nuestras acciones (Infocop, 2011). En este sentido, las metas solo se podrán alcanzar si se actúa en consecuencia, es decir, si se muestra algún tipo de comportamiento que nos acerque a la meta. Ese comportamiento suele estar asociado a una recompensa y aunque este atractivo percibido podría parecer una característica fija, en realidad, varía en función del contexto y del tiempo que se pasa en ella; p. e. el atractivo de estudiar una noche determinada para el examen de la semana que viene puede disminuir si aparece un amigo/a que te invita a salir a tomar algo para aliviar el aburrimiento (contexto), pero ese atractivo de estudiar puede aumentar a medida que se acerca la hora del examen (tiempo).
PROCRASTINACIÓN Y CÓMO PODEMOS EVITARLA
Existen acciones que te ayudarán a reducir tu tiempo de procrastinación:
1. Cambiar tu enfoque: se trata de focalizarnos en el resultado (me gustaría ver la cocina recogida), en vez de en la tarea misma (tengo que recoger la mesa, fregar los platos y ponerlos en el lavavajillas…). Posiblemente, pensar en la cantidad de cosas que hay que realizar para conseguir nuestro objetivo nos abrume.
2. Hazlo sin pensar: comienza a realizar la tarea sin pararte a pensar, ya que la procrastinación utiliza tu pensamiento para convencerte de que no lo hagas ahora y lo hagas más tarde. Después de pasados 5 minutos analiza la situación y decide si dejas la tarea o continúas con ella hasta terminarla. A nuestro cerebro no le gusta dejar las cosas a medias y, seguramente no lo harás.
3. Recompénsate: Se trata de dejar para después de la tarea, por ejemplo, el postre, una chocolatina, ver tu serie favorita, un café, las redes sociales, etc. Tras un buen trabajo, la recompensa te producirá una muy buena satisfacción contigo mismo.