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 CAMBIAR ES EL CAMINO HACIA UNO MISMO Una reflexión sobre el poder transformador



Junio 27, 2025, 06:57:16 am
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CAMBIAR ES EL CAMINO HACIA UNO MISMO.
Una reflexión sobre el poder transformador del cambio personal

Vivimos en una sociedad donde a menudo se nos enseña que la identidad es algo fijo, estable, definido de una vez para siempre. Desde temprana edad se nos asignan etiquetas: “así eres”, “así serás”, “esto te gusta”, “esto no es para ti”. Bajo este condicionamiento, la idea de cambiar puede parecer una traición a uno mismo, una forma de inestabilidad o incluso de debilidad. Sin embargo, nada más lejos de la verdad: CAMBIAR NO ES NEGARSE A UNO MISMO, SINO EL PROCESO PROFUNDO A TRAVÉS DEL CUAL NOS DESCUBRIMOS REALMENTE. CAMBIAR ES EL CAMINO HACIA UNO MISMO.

EL MITO DE LA IDENTIDAD FIJA

En muchas culturas, existe una presión por “definirse” cuanto antes. Se espera que sepamos desde jóvenes quiénes somos, qué queremos, a qué nos vamos a dedicar, cuál es nuestro propósito. Y si más adelante sentimos que algo ya no nos representa o nos limita, aparece el temor: ¿y si cambiar significa que estoy perdido? ¿Y si eso quiere decir que no sé quién soy?
Pero la identidad no es una escultura tallada en piedra. Es más como un río: fluye, se adapta al terreno, se transforma con el tiempo. Pretender ser siempre el mismo es negar la naturaleza misma del ser humano, que es dinámico, sensible, cambiante. La autenticidad no consiste en permanecer inmóviles, sino en tener el coraje de transformarse a la luz de nuevas experiencias y comprensiones.

CAMBIAR NO ES ALEJARSE, SINO ACERCARSE

A menudo pensamos que cambiar es volverse alguien distinto. Pero muchas veces, CAMBIAR ES QUITARSE LAS MÁSCARAS, LAS DEFENSAS, LAS EXPECTATIVAS AJENAS, Y LLEGAR MÁS CERCA DE LA VERDAD QUE HABITA EN NOSOTROS. Es como ir pelando capas hasta encontrar el núcleo.
Cambiar puede implicar:

•   Salir de una relación que nos anula para reencontrar la dignidad.
•   Renunciar a un trabajo que da prestigio pero no propósito.
•   Dejar atrás ideas heredadas que ya no resuenan con nuestra experiencia vital.
•   Sanar heridas que nos han moldeado pero que ya no queremos llevar.

Cada uno de esos pasos es una forma de regresar a casa. A veces el cambio duele, sí. Pero también duele quedarse atrapado en una versión limitada de uno mismo.

LA RESISTENCIA AL CAMBIO: MIEDO Y APEGO

¿Por qué cuesta tanto cambiar si en el fondo es un acto de autorrealización? Porque el cambio amenaza nuestra zona de confort. Cambiar nos obliga a entrar en terreno desconocido. Y lo desconocido activa nuestros miedos más profundos: al fracaso, al juicio, al abandono, a equivocarnos.
Además, estamos apegados a lo que conocemos, incluso si nos duele. Hay personas que prefieren la infelicidad conocida al bienestar incierto. Pero la vida no espera. Y quedarse inmóvil es, muchas veces, la verdadera renuncia.
El cambio requiere valor, pero no un valor agresivo, sino un valor honesto, humilde. El valor de decir: “no sé quién seré mañana, pero sé que ya no puedo seguir siendo lo que fui ayer”.

EL CAMBIO CONSCIENTE COMO EVOLUCIÓN PERSONAL

No todo cambio es positivo. Cambiar por presión externa o por moda no lleva al crecimiento, sino a la confusión. Lo que transforma de verdad es el cambio consciente, aquel que surge de una escucha interior honesta y profunda. Un cambio que no nace del impulso, sino del discernimiento. Que no responde al miedo, sino a la fidelidad hacia lo que uno siente en lo más íntimo.
Este tipo de cambio no nos aliena, nos afina. Nos vuelve más sensibles a lo que somos. Más capaces de vivir con coherencia. Más cercanos a nuestra esencia.
Cambiar de esta manera nos ayuda a dejar de vivir según el “deber ser” y empezar a vivir desde el “querer ser”. Nos libera del molde y nos permite convertirnos en lo que estamos llamados a ser: seres humanos en camino, en construcción, en expansión.

CAMBIAR ES CRECER, Y CRECER ES VIVIR

Todo lo que está vivo cambia. Los árboles mudan sus hojas, el cuerpo se transforma con los años, la mente aprende y desaprende, el corazón se abre y se cierra. El cambio es la manifestación natural de la vida. Resistirse a él es resistirse a la vida misma.
Cada etapa de nuestra existencia trae desafíos y revelaciones. Lo que funcionó a los veinte puede no tener sentido a los cuarenta. Lo que antes deseábamos ahora puede haberse vuelto una jaula. Reconocerlo no es fracaso. Es evolución.
Por eso, cambiar no es perderse: es permitir que la vida nos enseñe quiénes somos ahora. Es abrir espacio a nuevas versiones de nosotros, más amplias, más sabias, más libres.

CONCLUSIÓN: EL VIAJE HACIA UNO MISMO

Hay una frase atribuida a Carl Jung que dice: “NO SOY LO QUE ME HA PASADO, SOY LO QUE ELIJO SER”. Esa elección no ocurre de una vez y para siempre. Ocurre cada día. Ocurre cuando decidimos soltar, sanar, aprender, explorar, arriesgar. Ocurre cuando nos damos permiso para crecer.
Cambiar es difícil, pero quedarse igual, cuando la vida clama por transformación, es más doloroso todavía. No temas al cambio. Escúchalo. Abrázalo. A veces, la persona que estás buscando ser no está allá lejos, en algún lugar por descubrir. Está dentro de ti, esperando a que tengas el valor de cambiar.
Porque cambiar, al final, no es alejarse de uno mismo.
Es el único camino real para llegar a uno mismo.


 

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