“Será por la edad, pero siento que no me quedan muchas cosas por hacer y sí muchas por vivir, por apreciar, por disfrutar.”
A raíz de esta reflexión de una querida amiga, siento dentro de mí otra vez el conflicto entre “hacer” y “no hacer”.
Es un asunto personal que arrastro desde hace mucho tiempo.
En mi interior discuten ambos acaloradamente, y no puedo quedarme al margen, así que me obligan a asistir a sus disquisiciones, y me exigen tomar partido por alguna de ellas, pero mi confusión es incapaz de pronunciarse de otro modo distinto a darle la razón a ambas partes.
“Hacer o no hacer, esa es la cuestión”.
En el camino del Crecimiento Personal hay dos tendencias contrapuestas.
De una parte, la creencia en la necesidad de tener que saber mucho y conocerlo todo; ser insaciable de conocimientos o pistas que aviven nuestra búsqueda; poder recitar frases místicas célebres –que es hablar por boca de otros-, conocer las mancias esotéricas, todas las reflexiones orientales, pronunciar ciertas verdades con familiaridad y aparentado conocerlas de siempre…
De otra parte, vaciarse, dejar fluir, no oponerse a la vacío de la nada, confiar en Lo Superior, el silencio del zen, las meditaciones en las que no son necesarios los conocimientos…
Y, de nuevo, la duda: “hacer o no hacer”.
Si hago, pierdo el tiempo.
Si no hago, pierdo el tiempo.
Vuelta a empezar.
Algo empuja a la quietud y al silencio.
¿Y que se encuentra al principio?
Caos, confusión, palabrería inútil, prisa, inquietud, mil ideas o pensamientos peleándose por llegar antes a uno a contarles sus cosas, y el desconcierto de no saber manejarse en ese mundo que hay tras los ojos cerrados. Y la espera.
La inquietante espera de ese “no sé qué” que puede aparecer, o que debiera aparecer, tras el intento de silencio.
La prisa.
Tengo prisa.
Tengo mucho por hacer y estoy aquí perdiendo el tiempo.
Esto no es para mí.
Mejor abro los ojos y vuelvo a la vida.
¿”A la vida” he pensado?
¿Y esto no es “la vida”?
¿La vida es sólo lo que se ve “fuera de uno”?
¿Si cierro los ojos no formo parte de la vida?
Vaya… ¡y ahora me da por pensar cosas casi metafísicas!
Otra vez vuelve la inquietante cuestión: “hacer o no hacer”.
¿Volver a la costumbre de aprender –para satisfacer al ego y su interés por acumular cosas-, de comprender –para tener una sensación de control-, y de valorarse más por lo que se sabe que por lo que se es?
¿O quedarse en la calma de quien no es “alguien” ni tiene necesidad de serlo?
En mi caso, ha habido una etapa de querer acumular conocimientos, desde fuera, y ahora estoy en otra de querer “no hacer”, y dejar que sea la vida quien haga.
Pero, lo reconozco, me cuesta mucho esfuerzo “no hacer”.
¿Cuándo llega el momento de pasar de uno a otro modo?
No lo sé.
No se mide con el calendario.
Uno lo siente, y se da cuenta de ese sentimiento.
Y entonces, sólo entonces, es el momento de cambiar.
