Si te sientes manipulado, ya conoces esa desagradable sensación de no ser tú quien hace de su vida y en su vida lo que quiere.
La manipulación por parte de otros es descarada a veces, y sibilina en la mayoría de las ocasiones. Tanto, que no nos damos cuenta hasta que ya es tarde.
Es muy claro, a veces, pero en otras ocasiones no nos damos cuenta con facilidad. Hay algunos síntomas que lo indican: te sientes culpable, haces cosas que no deseas, estás incómodo contigo mismo, tienes extrañas molestias y, en los casos más extremos, ataque de pánico. Se debe a que, conscientemente o no, estamos renunciando a nuestros valores, principios y objetivos para satisfacer los de otra persona.
ANALIZA LO QUE SIENTES, porque una relación normal no debe provocar emociones negativas (todo lo más, neutras) y los sentimientos “demasiado positivos o negativos” hacia alguien que acabas de conocer también son, cuanto menos, sospechosos de que la otra persona no esté actuando con normalidad.
Pregúntate si en la relación con otra persona sientes miedo, culpa, vergüenza, aprensión, inseguridad, repulsión; si notas un intenso afecto injustificado o si acabas pensando que eres un imbécil o un inútil.
ANALIZA LO QUE HACES, ¿es lo que querrías hacer en ese momento?, ¿es contrario a tus valores, principios o expectativas? Nadie actúa contra sí mismo si no está muy presionado.
REFUERZA TUS PUNTOS DÉBILES
¿Tienes una baja autoestima?
Piensa que no eres bueno ni malo; en todo caso, lo son tus acciones, que pueden salir mejor o peor. Aciertas o te equivocas, como cualquier otro. Recuerda: nadie tiene derecho a juzgarte o valorarte, nadie es mejor que tú.
¿Te planteas tus relaciones en términos de igualdad?, ¿Eres compañero o esclavo?
En las relaciones con manipuladores, ellos ni arriesgan ni pierden. Traspasan al otro las responsabilidades, y es el otro el que soporta el peso de la relación. ¿Temes al abandono?, ¿Prefieres sufrir que perder algo que quizás sea mejor perder?
Conviene que conozcas los tipos básicos y, en cuanto encuentres alguien que encaja en alguno o varios de ellos, te pongas en guardia y evites a ellos y sus manipulaciones.
EL CULPABILIZADOR
Te hará sentirte culpable, y como todos tenemos un sentimiento de culpa latente –por la educación judeocristiana-, está atacándote por un punto débil.
Te hará sentirte responsable de lo que pasa o lo que pase.
EL CHANTAJISTA
Te intimidará más o menos sutilmente.
Te amenazará con romper la relación, o con privarte de su afecto. Si no haces lo que él quiere –te dirá o te hará ver-, le estás haciendo daño o sentirse mal.
Dudarás de ti, de estar actuando correctamente, pero, por si acaso, acabarás haciendo lo que quiere.
EL SIBILINO
Siempre te critica maliciosamente, y te carga de reproches y amenazas sutiles.
Lo que busca, es sentirse superior.
EL ADIVINO
Presume de conocer lo que piensas, y por qué haces las cosas. Se erige en el ojo que todo lo ve y en la inteligencia superior que sabe lo que te conviene… pero, claro, de acuerdo con sus intereses.
Y si no haces lo que él espera que hagas, te lo echará en cara porque deberías haber adivinado lo que quería.
EL SABIO SIN TÍTULO
Está convencido de que su punto de vista es el correcto y es el que debes seguir. Te ayudará con sus consejos –siempre favorables a sus intereses-, y si acierta, se lo hará saber a todo el mundo y te dejará claro que tienes una deuda con él.
EL USUARIO DE TU VIDA
Su inseguridad es muy grande. Tanto, que usa a los demás como su mando a distancia. No hace lo que le corresponde –“yo paso”, “estoy harto”-, y le pasa su problema a otro. Lo que le ocurre es que no asume sus responsabilidades.
EL VENTAJISTA
O es lo que él dice o manda, e impone su punto de vista, o calla y se cierra porque no le interesa lo de los demás.
Se calla y mantiene ese silencio hasta que uno hace lo que estaba esperando.
Otras veces es tan pesado que consigue que uno diga “sí” por no seguir aguantándole.
LA VÍCTIMA
El victimismo es una estrategia para conseguir la cooperación ajena. Va manipulando de “pobrecillo”, que lo está pasando fatal, que necesita ayuda… el caso es que se sale con la suya porque los demás le ayudan.
DESCUBRE SUS TRETAS
. Hace que sea el otro quien adquiere los compromisos, obligaciones y responsabilidades.
. No arriesga: siempre es el otro el que acaba perdiendo.
. Atribuye al otro sus propios rasgos negativos.
. Te minimiza, o te ignora, hasta poder llegar al maltrato psíquico.
. Se enfada, se hace el agraviado, para hacerte sentir culpable y que actúes del modo que le conviene.
. Difama y descalifica a las personas que quiere manipular.
. Amenaza veladamente, sugiriendo que si no se hace lo que pide pueden sufrir las consecuencias.
. Cuando no sabe algo, proyecta su ignorancia en los demás, que “deberían” saberlo.
. “Delega” la solución de sus problemas en los otros.
. No sabe dialogar o negociar. O impone su opinión o se calla porque pierde interés.
. Se hace la víctima para generar sentimientos de culpa en los que le rodean y colabores en sus fines.
Los manipuladores son, generalmente, personas muy inseguras, con cierto grado de inmadurez afectiva y de inadaptación a la realidad. Cualquier comentario sobre su comportamiento lo va a recibir como una crítica y se va a sentir atacado, por lo que se pondrá en el disparadero.
Es mejor no decirles qué es lo que tienen que hacer, no llevarles la contraria ni sermonearles por su comportamiento equivocado, sino dejarles claro –muy claro, asertivamente-, qué es lo que uno va a hacer con respecto a sus intentos de manipulación, o lo que uno se niega a hacer.
(Basado en un texto de Pilar Rocafort, Psicóloga)
Libros relacionados con el tema:
MANIPULADORES COTIDIANOS, de Juan Carlos Vicente Casado, Editorial Desclée de Brouwer.
LÍMITES, Anne Katherine, Ediciones Obelisco.
¡Deja de controlarme! Richard J. Stenack, Editorial Desclée de Brouwer.