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 PRACTICAR EL ELOGIO



Mayo 13, 2012, 07:52:37 pm
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Desconectado Francisco de Sales

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PRACTICAR EL ELOGIO
« en: Mayo 13, 2012, 07:52:37 pm »
 “Una palabra a su tiempo apropiado, ¡oh, cuán buena es!”
(Proverbios 15:23)


Muchas personas tienen la impresión de que nadie valora sus esfuerzos.

Es bueno ser amable, y saber elogiar, pero de un modo sincero, y sólo cuando se siente.

No es bueno adular falsamente, sólo por quedar bien.
Si el otro no capta que es una manifestación natural, y siente que se dice por quedar bien, o por seducir, no tiene sentido para la persona lo que se le diga. Es más, se puede sentir molesta.

Cuando miremos a los otros, prestemos más atención a sus virtudes, a su intención, y a su buena voluntad, que a los defectos.

Al dar las gracias, al sonreír –que es otra forma de elogiar-, al alabar, es nuestro corazón quien tiene que hacerlo.

Es agradable resaltar en los otros algo que aparente ser pequeño o común porque lo hemos rebajado a esa categoría. Por ejemplo, nos parece tan natural que nuestra madre prepare la comida que no se le dan las gracias por ello. Y en el acto de preparar la comida, hay un esfuerzo, un trabajo y dedicación, y hasta algo de amor y deseo de agradar.

Al elogiar a los otros, les estamos fortaleciendo su Autoestima, les estamos haciendo ver que valoramos su acción y les estimamos como personas, y eso les animará a seguir dando lo mejor de sí.

Ser amable no cuesta nada; decir gracias sinceramente no requiere esfuerzo; reconocer y apreciar lo que hace el otro es lo adecuado.

Muchas personas hacen esfuerzos y sacrificios para agradar a los otros, porque a cambio esperan recibir su complacencia.

Son, generalmente, personas con una Autoestima un poco escasa, y que necesitan el reconocimiento de los otros, la felicitación o el agradecimiento, para afirmar su valía.
 
Si no reciben la declaración de reconocimiento, sienten que no valen porque los otros no les dicen que valen.

Es importante conocer esto, porque en el fondo todos actuamos de este modo.

Algo dentro de nosotros se alegra cuando oye un elogio, y no siempre es el ego: a veces es el corazón, y a veces es el altruismo que siente que ha actuado correctamente.

Practicar el elogio sincero, no exagerado, no redundante, y desde el corazón, es el mejor regalo que podemos hacer a los otros y a nosotros mismos.



“Y miremos los unos por los otros, incitándonos al amor y a las buenas obras”.
(Hebreos, 10:24)

 

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