Si estás leyendo este artículo es porque en algún momento de tu vida has sentido una inquietud, que no sabrías si denominar como espiritual o de llamada divina, o simplemente la sensación de que no te sentías a gusto con cómo estaba yendo tu vida, pero que te hizo comenzar a interesarte por cosas “distintas”; eran ciertas “intranquilidades” que bullían dentro de ti, que te hacían pensar o sentir de un modo distinto (quizás hasta tuviste que escuchar comentarios o sentencias de que estabas un poco loca) pero a pesar de ello has seguido hasta hoy en que sabes que estás en un Camino imparable –que se mueve bajo tus pies- y que no pararás hasta que…
Hasta que… ¿Qué?
¿Hasta cuándo?
¿Tienes idea de dónde está la meta?
¿Estás segura de que hay meta?
Hubo un momento en que lo místico empezó a llamar tu atención, o que comenzaste a sentir la divinidad de un modo distinto, que empezaste a oír, con asiduidad, Maestro, Evolucionar, Crecimiento, Interior, Espiritualidad…
Y escuchabas que hay una sabiduría interior, y que si contactaras con ella tu vida cambiaría, porque te encontrarías con una paz y un sentido distinto para tu vida.
Posiblemente leíste libros, buscaras un gurú, o acudieras a charlas de los que parecían haber llegado o sabían el camino que hay que emprender, y todo ello queriendo averiguar qué es eso tan esquivo, tan reservado para unos pocos “iluminados”, que se llama paz interior o espiritualidad.
Tal vez oíste hablar de técnicas, métodos, vías, ejercicios, fórmulas, y tal vez seas de los que después de varios años de intentarlo desde varios frentes, poniendo más o menos esfuerzo de tu parte, estás un poco desanimada o sigues confundida.
Probablemente te culpes a ti misma diciendo que no has puesto suficiente voluntad o atención, y que si lo hubieras hecho lo habrías logrado… pero habrías logrado ¿qué?
Es factible que aún te sientas angustiada, insegura, llena de miedos, resentida…
Quizás nunca hayas pensado con intensidad en que los esfuerzos no te van a llevar a ninguna parte.
El esfuerzo no produce el crecimiento.
El esfuerzo no origina el cambio.
A lo más que conduce es a la represión y a ocultar el verdadero mal.
El esfuerzo puede modificar la conducta, pero no cambia a la persona.
Alcanzar la espiritualidad no depende tanto de lo que hagas como de lo que seas.
La espiritualidad no es un logro, es una Gracia.
Y se alcanza con consciencia, visión, observación, comprensión… sólo con que encendieras la luz de la consciencia y te observaras a ti mismo y cuanto te rodea a lo largo del día; sólo con que te observaras con fidelidad y claridad, sin la menor distorsión ni el menor añadido, y te observaras sin emitir sin juicio ni condena, experimentarías los maravillosos cambios de toda clase que se experimentarían en ti.
Eso es lo que hay que hacer, y dejar que haga su efecto a su manera y su tiempo.
Observación, atención, no emitir juicios ni condenas, comprensión, amor, paciencia, ecuanimidad, paz… y llegará.
(Basado en ideas de Tony de Mello)
