Si dos personas no nacen en igualdad de condiciones, ¿cómo podríamos hablar de justicia y equidad Divina? Uno nace hombre y otro mujer, y no hay aún igualdad de condiciones para ambos; uno nace pobre y otro rico; uno sano y otro enfermo; uno con todas las oportunidades en la vida y otro sin ninguna; uno tuvo una larga vida, y el otro ni bien nació se murió o no nació; uno tuvo una hermosa familia, y el otro, o no la tuvo o mejor que ni la hubiera tenido. Todo esto se explica desde la reencarnación como la oportunidad para aprender a ser solidario unos con otros.
La ley de Causa-efecto aplicado al tema de la reencarnación nos muestra orden y sentido en la vida, así como justicia y equidad Divina, a la vez la oportunidad como para manifestar entre todos el amor incondicional.
La reencarnación o encarnación sucesiva de los seres, es una ley natural y cósmica. Sin ella, las actuales desigualdades humanas: físicas, intelectuales y morales, no tendrían una explicación lógica. Así hasta los fenómenos dolorosos serían reajustes del orden violado, como rescate de deudas contraídas con la Ley Universal del Amor en el pasado o procesos de aprendizaje...
Analicemos, por un momento, a la luz de la razón cómo funcionan las cosas. La más elemental lógica nos hace ver que si Dios es infinitamente sabio y justo (y en ello concuerdan todas las religiones), por tanto tendría que proveer a todas las almas con las mismas cualidades intelectuales, morales y volitivas, y nacer todos en las mismas condiciones humanas. Y si esto no ocurre en la práctica cómo explicarse si tan solo una vida se le diera a cada alma para alcanzar la llamada bienaventuranza. No nacemos todos iguales, por tanto eso debe tener una explicación lógica basada en leyes universales. ¿Podremos entonces, culpar a Dios, que es la Máxima Sabiduría Cósmica y el eterno Amor de las desigualdades e incongruencias?
Además, si el alma es creada por Dios, al nacer, tiene que ser pura; porque es inadmisible a la razón, que Dios pueda crear algo impuro.
INMORTALIDAD DEL ALMA
Todo cuerpo recién fallecido contiene todas las sustancias orgánicas, pero le falta eso que llamamos Vida; porqué de ese cuerpo ha salido la energía consciente o el psiquismo que la animaba, a la cual llamamos Alma. Pero ese psiquismo no se desintegra, porque lo que no ha nacido, con la vida material orgánica, no muere con ella. Ese psiquismo, ese hálito de vida, el Alma prexistente a la formación del cuerpo, es inmaterial e inmortal; y pasa a vivir en otra dimensión.
El Alma, el psiquismo que anima a todo cuerpo: humano, animal, vegetal, sobrevive entero como unidad, en el hombre, y grupal en los reinos animal y vegetal.
La muerte destruye tan solo el cuerpo físico orgánico y da libertad al Alma, que continua viviendo ligada por el amor a los que fueron sus afines, familiares o amigos en la vida física. Cuando las personas evolucionan en conciencia llegan a desarrollar su facultad sensitiva y vibrar en el amor fraterno, pasan a ser los guías espirituales, ángeles tutelares más íntimos. Pero, cuando son almas ruines y cargadas de odio o resentimiento, pueden causar mucho daño a quienes odian, llegando a causar ciertos trastornos alrededor de las personas.
El Espíritu, que es la conciencia, es donde residen las facultades: intelectiva, volitiva, racional y creadora; con el Alma, donde se encuentra la facultad sensitiva, forman un todo espiritual que no muere jamás. Sigue progresando y viviendo en los mundos, hasta llegar al grado de perfección que le libere de las encarnaciones en los mundos físicos, para continuar colaborando en la obra divina del progreso de la Creación.
LA CIENCIA
"Y el Señor Dios me habló diciendo: "Antes que fueses engendrado en el seno de tu madre te conocí", Jeremías I, 4-5.
Según los trabajos de investigación del Dr. J. B. Rhine en el laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Duke (North Carolina, E.U.), ya se han colocado en el plano científico, en forma probada, a los fenómenos de materializaciones de cuerpos fluídicos (psicosoma), probando así la existencia del alma después de la muerte física.
En el siglo XX un grupo de científicos soviéticos compuestos por biólogos, biofísicos, bioquímicos se reunieron cerca del centro espacial soviético de Kazakastan, para estudiar un espectacular descubrimiento: La cámara Kirlian, del físico ruso Semyur Kirlian y su esposa Valentina. Consiste esta en una cámara de alta frecuencia que, traspasando la densidad del cuerpo físico, cual Rayos X, muestra el doble inmaterial de una persona. Y llega hasta mostrar la energía de brazo cortado o pierna en personas a quienes les habían sido amputados. Con equipos ópticos combinados con la cámara de los Kirlian, los científicos en referencia llegaron a obtener la visión y fotografía (efluviografia) del psicosoma y del aura que emana de personas, animales y vegetales; visión ésta que hasta ahora estaba reservada a algunos con capacidad clarividente.
Para los científicos soviéticos no fue tan sólo la confirmación de la veracidad del fenómeno, sino que además la confirmación de que el ser humano, los animales y las plantas tienen, además del cuerpo físico orgánico, un cuerpo de energía que denominaron: "cuerpo de plasma biológico" o "cuerpo bioplásmico"; y que los cuerpos emiten efluvios o emanaciones en colores, según el estado psicomagnético del sujeto, y cuyas emanaciones cesan al producirse la muerte del sujeto, humano, animal o vegetal, según los experimentos realizados.
EJERCICIOS PARA RECORDAR VIDAS PASADAS
Para despertar el conocimiento lúcido y consciente de las vidas anteriores, es aconsejable realizar el siguiente ejercicio:
Sentados en posición cómoda frente a un espejo, relajar el cuerpo y la mente, luego con los ojos abiertos, concentrar toda nuestra atención a la altura del entrecejo en la imagen reflejada. No deberemos perder en ningún momento la concentración y observación. Será entonces, cuando ciertas imágenes y rasgos particulares comenzarán a adquirir forma y a manifestarse en nuestro rostro, el cual aparecerá distorsionado y cambiante, hasta que las imágenes se vayan definiendo.
Seguidamente nos acostaremos en el suelo, con los brazos a los lados del cuerpo, talones juntos, y cerrando los ojos realizamos una relajación aún más profunda, y cuando ésta ya haya sido alcanzada, nos concentramos en hacer una práctica de retroceso reencarnativo, requiriendo para empezar la visualización de un túnel mental en nuestro entrecejo, para luego ingresar en él como si navegáramos, pero girando en una espiral en el sentido inverso a las manecillas del reloj. Sobre todo hay que empezar por utilizar nuestra memoria sobre los hechos más cercanos a los actuales, volviendo sobre las imágenes del día de hoy, del día de ayer; los recuerdos de hace una semana, de hace dos semanas, un mes, hace seis meses, hace un año, hace dos años, hace cinco años, hace diez años, hace veinte años, hasta llegar a cuando éramos adolescentes, cuando éramos niños, cuando recién habíamos nacido, al momento mismo del nacimiento, un mes antes de nacer, seis meses antes de nacer... Hasta llegar a aquel momento en que ya no hay recuerdos de la presente encarnación, ni siquiera en el subconsciente.
Y seguimos proyectándonos a través del túnel mental, de tal manera que llegamos a aquel momento en que negociamos con unas entidades espirituales lo que sería nuestra presente encarnación. ¿Qué sentimos, qué recordamos?
Seguimos hacia atrás, veinte años antes de nacer en la presente encarnación. ¿Dónde estábamos, qué sentíamos? Cincuenta años antes de nacer, cien años, doscientos años... Las imágenes se van sucediendo, los recuerdos también. ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos? ¿Cuándo y dónde conocimos antes, en otras existencias a nuestros actuales familiares? Seguimos girando a través del túnel mental, a través de la luz: quinientos años, mil años, dos mil años, cinco mil años, diez mil años y más... Vamos a ir llegando al momento mismo en que se condensó nuestra esencia del estanque cósmico. Vamos llegando a ese momento que hubo una explosión de luz y de sonido que acompañó nuestra creación como seres individualizados. Estamos atentos al sonido, porque es en parte nuestro “Nombre Cósmico”, nuestra clave vibratoria personal, que será complementada más adelante a lo largo del crecimiento en nuestras diferentes existencias.
Nos quedamos en silencio concentrados en las imágenes y sensaciones por unos minutos…
Poco a poco vamos a ir volviendo...Vamos a ir retornando a través del túnel mental, desde hace diez mil años o más. Volveremos a través de los recuerdos positivos y constructivos. Cinco mil años, dos mil años... ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos? ¿Con quién nos relacionamos? Observamos detalles que nos puedan servir de puntos de referencia, lugares, costumbres, paisajes, etc.
Seguimos volviendo: mil años, quinientos años, doscientos años, cien años... Estamos cada vez más y más relajados, libres de toda tensión, y sólo nos acompañarán los recuerdos constructivos y edificantes, y todo aquello que podamos sobrellevar, y que nos permita conocernos, recordarnos y ubicarnos en el momento actual
Vamos volviendo… Cincuenta años antes de nacer a ésta encarnación, veinte años, diez años...Llegaremos al momento de nuestra última muerte…De pronto sentimos que no somos nada, que hemos dejado de ser…
Vamos girando a través del túnel mental, siguiendo el sentido horario, volviendo a través de la oscuridad ubicando un punto de luz a la distancia.
De nuevo nos encontramos dentro del vientre materno, estamos a los seis meses antes de nacer. ¿Qué sentimos? ¿Qué recordamos? Tres meses antes de nacer…Nos vamos acercando al momento de nuestro nacimiento.
Hemos nacido a esta última encarnación…Y vamos a ir volviendo a través de los recuerdos de nuestra infancia, de nuestra niñez, de nuestra adolescencia y juventud, hasta el momento presente. Estamos retornando por el túnel mental poco a poco al momento actual.
Al término de tres abriremos lentamente nuestros ojos, nos encontraremos completamente relajados, libres de toda tensión, en perfecta paz y armonía.
Con el número uno que visualizamos en nuestra mente vamos a ir volviendo, vamos sintiendo nuestro cuerpo sano y armónico...Con el número dos, vamos a ir tomando conciencia del momento actual y del lugar donde nos encontramos. Con el número tres, tomamos una respiración lenta y profunda, y al exhalar, abrimos lentamente nuestros ojos, y nos encontramos en paz...