LA DIVERSIÓN COMO ALTERNATIVA
“La vida es demasiado importante para tomarla en serio”
Oscar Wilde
“Cuando hagas algo, si no te diviertes, te saldrá mal”
Aforismo Sufí
Es el pan de cada día encontrar gente resignada a tolerar sus labores “necesarias” y a quejarse por ello. “Es que si no trabajo, no tengo dinero”, decretan, y esa postura los lleva a permanecer en una actividad que aunque les reditúa en ingresos económicos, no así en satisfacción y realización personal. El mismo enfoque tiende a extenderse hacia todo lo que realizan en su día, desde lo más insignificante, hasta lo más importante.
A los niños no les ocurre lo mismo: si no están disfrutando lo que hacen, lo abandonan hasta que encuentran algo que los divierta. Sin embargo, cuando llega el momento de entrar a la escuela, son obligados a tener que sentarse siete horas diarias a escuchar y aprender los conocimientos que los irán formando para poder desarrollarse en la vida. Lo único malo de todo aquello, es que la libertad mental se extravía en el “caminito de la escuela” y la idea que prevalece es: “Tengo que aprender a aguantar cosas que no me gustan, para lograr lo que quiero”.
En suma, la capacidad natural para divertirse se pierde, llegando a creer que la diversión y la responsabilidad son mutuamente excluyentes. Esto genera como resultado que haya tantas personas que aunque son efectivas en sus labores diarias, son incapaces de sonreír mientras las efectúan. Este rictus permanente, llega a manifestar en su rostro una expresión de “pocos amigos”, que eventualmente se plasma en forma de arrugas indelebles que acaban dibujando su cara de forma permanente.
Incluso llegas a creer que para poder tener derecho a divertirte, primero hay que hacer méritos trabajando duro, para que así, los pocos momentos de diversión que tengas, no te causen remordimiento de conciencia. Tu mente se queda con la idea de que si no te lo mereces, no podrás disfrutar.
La palabra “divertirse” se deriva de la capacidad de ver diversidad de cuestiones en aquello que hacemos, lo que nos hace automáticamente más versátiles en nuestra percepción de las cosas, logrando abarcar un espectro más amplio, que cuando no nos divertimos.
Cuando no disfrutamos lo que hacemos, rendiremos menos y eventualmente, nos rendiremos. “Disfrutar” se deriva de dis-frutar: distinguir los frutos de una situación cualquiera, y para poder hacerlo, existen dos pasos previos: entender e interesarse. Dicho de otra forma, aquel que disfruta lo que hace, es porque ya pasó antes por el proceso de entenderlo bien, luego se interesó en aquello, lo que finalmente le permitió disfrutarlo. No puedes disfrutar lo que no entiendes y lo que no te interesa.
El truco para lograr divertirte con lo que hagas es muy simple: No te identifiques con tus resultados. Tú no eres tus resultados. Los resultados sólo sirven para aprender de ellos y no para definirte como persona. Lo maravilloso es lograr disfrutar el camino hacia su realización. En la escuela te dijeron que si reprobabas, no serías aceptado, por lo tanto no serías querido. Pues ahora entiende que tienes que aprender a amarte y a aceptarte, sea cual sea la “calificación” que saques. Tú eres mucho más grande que una nota.
Sé que habrá momentos donde parezca imposible que encuentres diversión, por ejemplo en un funeral, sin embargo, serán precisamente estos los que te permitirán añadir el contraste necesario para que entiendas la otra cara de la moneda y valores esa libertad que tienes para hacer que todo lo demás sea divertido.
Permite que tu niño interno se manifieste otra vez, y con esa frescura que sólo él te puede enseñar, elige divertirte siempre ante cualquier situación. Él sabe cómo acercarte a lo que es bueno para ti, sin que tengas que pasar por ser pueril o indiferente. Y si aquella situación no te “divierte”, busca otra que sí lo haga. Después de todo, no estás pegado a donde estás ahora mismo.
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