Entendamos muy bien esto: Lo espiritual es mudo.
En el mundo del espíritu no existen las palabras ni las elucubraciones mentales.
El alma no tiene boca ni voz.
Cuando uno emprende el Camino de la búsqueda del alma, del espíritu, de Lo Superior, de Uno Mismo... ha de olvidar el lenguaje que pretende definir y cosificar conceptos que no son más que sentimientos o bocanadas de aliento divino.
Todo esto es imposible de comprender desde una perspectiva conceptual: existe como experiencia interior profunda.
La forma de acceder a lo relacionado con el mundo inmaterial es de un modo inmaterial: sin palabras, sin pretender recibir un discurso plagado de bellos enunciados, sin aspirar al encuentro con el gurú que ensarta una frase célebre tras otra...
Se accede desde la apertura del corazón y la sensibilidad, en una meditación, una relajación, o simplemente deshaciéndose del ruido cotidiano y quedándose, mudo y receptivo, a la espera sin impaciencia de lo que tenga que venir.
Pero, por favor, dejando en la puerta la mente inquisitiva o embaucadora.