Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.
Sé paciente, no pretendas que todo te llegue de inmediato.
Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo vendrá a tus manos en el momento oportuno.
Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas.
Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura.
No seas esclavo del pasado y de los recuerdos tristes.
No revuelvas una herida que está cicatrizada.
No rememores dolores y sufrimientos antiguos.
Lo que pasó, pasó...
De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia delante sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.
Solo contempla la meta y no veas qué tan difícil es alcanzarla.
No te detengas en lo malo que has hecho, camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar.
No pretendas que otros cambien, sé tú el responsable de tu vida y trata de cambiar tú.
Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo.
No sufras por lo que viene, recuerda que cada día tiene su propio afán.
Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en ti como algo precioso.
Desparrama en todas partes la alegría que hay en ti.
Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.
La alegría es un rayo de luz que debe iluminar nuestros actos y a todos los que están a nuestro alrededor.
No desprecies el trabajo que te toca hacer en la vida, pues trabajo es sinónimo de nobleza, y ennoblece a aquellos que lo realizan con amor.
No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida es porque tú puedes con ella.
El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.
Tú y solo tú escoges la manera en que vas a afectar el corazón de los demás, y esas decisiones son de lo que se trata la vida.
(Autor desconocido)