CAUSAS DE LA ANSIEDAD.
Factores psicológicos individuales.
La avería de un coche o de un ordenador suele tener una causa única e identificable (“clara y distinta”).
Incluso la mayoría de las enfermedades orgánicas tienen una causa que puede aislarse y tratarse adecuadamente, es más, es esa misma causa (y no los síntomas) lo que distingue a unas enfermedades de otras.
No es lo mismo tener un tumor en el estómago, una úlcera, o una indigestión.
Está claro que aunque la manifestación sintomática de las tres cosas sea parecida (dolor de tripa), la causa y, por lo tanto el tratamiento, serían diferentes.
Con la ansiedad no ocurre así. Como todos los procesos humanos, la ansiedad es una resultante complejísima de una gran cantidad de factores externos e internos, individuales y sociales, combinados de una manera única y específica para cada caso. Además en cualquier psicopatología intervienen dimensiones o niveles muy diversos: psicológicos, emocionales, cognitivos, existenciales (falta de sentido…) y hasta espirituales.
Así que, definitivamente no. A no ser que hablemos metafóricamente, la ansiedad no es una “avería” o una “enfermedad”. Es otra cosa, algo de un orden mucho más complejo.
Así que tendremos que ir entendiéndola por partes, en aproximaciones sucesivas y por diversos frentes de ataque.
En este artículo repasaremos algunos de los factores individuales.
Si bien debe quedar muy claro que esta no es más que la mitad de la historia y sólo en un encaje social adecuado tomarán sentido la mayoría de los elementos de los que hablaremos a continuación.
Al hilo de lo que venimos diciendo, no estaría de más empezar aclarando un punto importante. Cada vez estoy más seguro de que hay muy pocas “psicopatologías” (a lo mejor sólo una… ¡o ninguna!), pero se presentan en formas muy diversas como el monstruo de las mil caras.
Por eso, cuando me he puesto a reflexionar sobre las causas de la ansiedad, me he dado cuenta de que estas mismas “causas” podrían aplicarse a muchas otras problemáticas: depresión, obsesiones, etc., ya que, aunque el espectro de los mal llamados trastornos psíquicas difieran en un nivel superficial, son similares desde una mirada más profunda. De hecho, se podría sentar la tesis de que todos los desajustes emocionales son, en el fondo, muy parecidos. Así que me corrijo, más que el monstruo de las mil caras la psicopatología es el monstruo de las mil máscaras.
Y ahora entremos directamente en materia.
FACTORES INDIVIDUALES QUE PROVOCAN ANSIEDAD:
Lo más claro y que he visto en todos los casos: dificultades para acabar de madurar y asumir una identidad adulta, autónoma y plenamente responsable tanto de sus decisiones (y sus consecuencias) como de sus estados de ánimo. Es decir, cierto grado de inmadurez o de infantilismo narcisista.
Y esto generado por: distorsiones en la comunicación afectiva con figuras relevantes, casi siempre los padres o familiares cercanos, que han impedido una correcta maduración de todos los elementos psicológicos y emocionales. La maduración también puede verse perturbada por vivencias muy traumáticas.
El resultado es una identidad frágil e inmadura que puede manifestarse de dos maneras opuestas.
Por una parte, puede mostrarse como una personalidad blanda y vaporosa, “poco hecha”, incapaz de enfrentarse a los problemas del mundo real, insegura, que “no da la talla” o que “no puede con todo”, que se derrumba cuando la realidad muestra sus aristas más duras. Y claro que esto genera “ansiedad” o angustia a cualquiera.
O, por el contrario la personalidad puede intentar sobre compensar estas carencias y disfrazarse de lo contrario, mostrando una excesiva seguridad en sí misma. Pero es una seguridad de cartón-piedra que se delata por ser demasiado rígida e inflexible, cuando no agresiva. En seguida se nota que intenta tapar maniacamente una inseguridad de fondo.
Este tipo de personalidades suelen ser excesivamente rígidas. No admiten ni un error propio (perfeccionismo) ni ajeno (idealismo). Y a veces se enorgullecen de un férreo (pero persecutorio) sentido de la justicia.
Algunos se repiten a sí mismos una y otra vez una larga serie de “debería”, de “tengo que” o de “hay que…” que le ametrallan machaconamente y le hacen sentirse incapaz de una conducta efectiva. Quedan como paralizados, bloqueados, cortocircuitados entre dos fuerzas opuestas.
En cualquier caso, siempre se observa una identidad frágil (ya sea por exceso o por defecto, por más o por menos) que no acaba de saber quién es o lo que quiere y que se deja arrastrar por corrientes de opinión o por relaciones dependenciales.
Y, por supuesto, una personalidad puede ir saltando de un extremo al otro (“bipolaridad”), mostrando una conduzca zigzagueante y desconcertante, como una bola de pinball.
Hay otras muchas posibilidades (tantas como personas). Yo sólo apunto algunas con las que me he ido encontrando en mi práctica terapéutica. Otra que ahora se me ocurre es una persona que no sepa expresar adecuadamente (canalizadamente) su propia agresividad, de tal manera que se le quede dentro, como “haciendo mala sangre” hasta que salga en forma explosiva como un ataque de ira o de pánico, por ejemplo.
Lo que nunca falta es un cierto grado de narcisismo. El narcisista es el que prefiere la apariencia a lo real. Es decir siente una gran preocupación por el qué dirán o el qué pensarán los demás. El narcisista se ocupa de construir una (falsa) imagen de sí mismo de la que (como en el mito clásico) se enamora, y que defiende a capa y espada (caiga quien caiga).
Muchas veces el narcisista fantasea (a veces de manera inconsciente) con escenas en las que es el mejor o el protagonista y es alabado o admirado por todos. En ocasiones y paradójicamente se fantasea con ser el más humilde y el más altruista. Y esto, cuando se descubre, resulta tan contradictorio que parece un chiste. O, hasta se puede ser el mejor en ser el peor. Es decir, el que más sufre y el que peor lo pasa, el más incurable, etc. Y esto ya es ser el mejor en algo. Y defienden su condición de “enfermos” incurables por encima de cualquier otra cosa.
Otros intentan adaptarse a la opinión y la expectativa de los demás. Y al final, no saben quienes son ni lo que creerse y se deja influir o manipular por opiniones diversas y contrapuestas. Pero cuando “todo vale” (ya que no tienen un criterio propio), a la vez, nada es firme ni cierto y eso genera una gran inseguridad, que puede vivirse como angustia y ansiedad.
Resumiendo. El problema es de una identidad inadecuada (inmadura, frágil, falsa, demasiado rígida, que prefiere “dar imagen” o “aparentar”…) y trufada de narcisismo. En otras palabras, el problema, como siempre, es preferir (inconscientemente) una mentira a la verdad.
Pero, precisamente porque es mentira, esa identidad y esa falsa imagen narcisista hacen aguas por todas partes y siempre están en riesgo de resquebrajarse y venirse abajo. Y éste es el principal miedo del “narcisista” o del ansioso. Y, por supuesto, cada vez que ocurre algo que le recuerda la “mentira” en la que vive (y que contradice sus secretas fantasías), siente una intensa ansiedad, es decir un “miedo (aparentemente) sin objeto”.
En realidad lo que teme es quedarse “desnudo” ante sí mismo y ante el mundo sin esa imagen megalómana tan trabajosamente construida y mantenida. Es decir, ser “pillado” en la elaborada mentira en la que uno mismo se ha ido metiendo y en la que se atrincheran defensivamente.
Ojo, con esto no quiero decir que el paciente sea un mentiroso o que él mismo sea consciente de esa mentira. No. Todo lo contrario, la mentira se la han hecho tragar literalmente. Se la han metido, se la han colado como de contrabando y, al principio de la terapia, la propia persona no sabe qué es lo que le pasa. Por eso dice sentir ansiedad, que es una sensación angustiosa aparentemente inmotivada. Pero, si la terapia va bien, poco a poco se puede ir descubriendo el origen de la mentira, desmontando los sesgos que han perturbado la cimentación de su carácter y deshaciendo la falsedad que, como un “alien”, se nos ha colado dentro de nuestro sistema emocional.
En próximos artículos seguiremos analizando la ansiedad desde una perspectiva social (que tal vez sea la más importante), inconsciente (sueños típicos…) y existencial (falta de sentido, angustia ante la libertad o ante el tiempo perdido…).
Y luego veremos cómo se disparan los ataques una vez instalada la ansiedad y propondremos técnicas para irla enfrentando.
(
http://www.madridpsicologia.com/causas-de-la-ansiedad-factores-psicologicos-individuales/)