¿ERRORES O APRENDIZAJE PARA LA VIDA?
Generalmente llamamos errores a lo que deberíamos entender como "experiencias nuevas que no hemos resuelto según nuestras expectativas".
Es más largo, pero más acertado.
La palabra error -y otras como “equivocación” y sus sinónimos-, conllevan una carga muy negativa: son un continuo auto-reproche, y llevan un castigo implícito por lo mal que lo hicimos.
Parece que nos cuesta recordar que nos preparan teóricamente para las matemáticas y para conducir, pero no para vivir.
Debido a la escasa y confusa educación que recibimos para vivir la vida, es inevitable “equivocarse” de vez en cuando, e incluso “equivocarse” a menudo.
Continuamente nos tenemos que enfrentar a cosas que nunca antes hemos hecho, a situaciones desconocidas, y a experiencias para las que no estamos preparados.
En la mayoría de las ocasiones son asuntos para los que no tenemos un método de actuación concreto, y entonces tenemos que resolverlas con la mejor voluntad y del mejor modo posible, pero, en cambio, nos exigimos resultados como si fuéramos especialistas.
“Error” es afirmar que dos más dos son seiscientos cuarenta y cinco, o que la capital de España es Roma, pero “error” no significa no saber actuar del modo correcto siempre.
Los errores son buenos en cuanto que nos hacen aprender por experimentación: hemos tomado una decisión, hemos hecho realidad un pensamiento, o un deseo, y el resultado no ha sido el esperado.
Reconocer que uno se ha equivocado es un acto de sinceridad, de honradez y de respeto propio.
Si uno se da cuenta de que no ha acertado, demuestra que es más sabio que antes. Y uno de los derechos primordiales de las personas es el derecho a equivocarse.
Equivocarse y errar es lo habitual en los humanos: es la forma de aprender lo que nadie nos enseña.
Eso sí: recuerda que las equivocaciones llevan implícita la necesidad de reflexión, no de castigo.
Acepta en ti las equivocaciones y los errores como los aceptas en el prójimo, y admite los errores, pero no los cometas de nuevo.
VISTO DE OTRO MODO:
Como el error es inherente al ser humano, y casi siempre funcionamos por el sistema de probar y acertar o errar, equivocarse es lo más probable, y aceptarlo como tal debe ser lo más natural.
Me he equivocado… ¿Y qué?
Todos los errores -insisto en que es una palabra que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario- tienen, sin duda, una parte positiva, una lección por la cual aprendemos lo que no queremos o no tenemos que hacer la próxima vez. Es mejor quedarse sólo con esa parte y desechar la que no aporta nada más pero en cambio se queda para martirizarnos.
Un error que se oculta, con toda seguridad, volverá a suceder, y lo hará con mayor intensidad y dureza. Así que habrá que coger el error, desecharlo sin preocupación, olvidar su dolor, y quedarnos sólo con lo importante: la parte en la que está la enseñanza.
Los errores no han de debilitarnos, sino más bien darnos fortaleza para afrontar nuevas ocasiones.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL:
- En la Espiritualidad no habitan los adjetivos, que son cosa de este mundo, así que no existe bueno ni malo, sino estrictamente la voluntad con que se hacen o piensan las cosas.
- No es bueno ni es malo equivocarse: simplemente es.
- No son buenos ni malos los errores: no existen. Existen las experiencias y los resultados de esas experiencias, que no han de ser juzgadas, ni acusadas, ni condenadas.
Seguir viviendo es lo importante; seguir aprendiendo es lo enriquecedor y lo emocionante, y no lo es estancarse en el atolladero de los llantos continuos y los arrepentimientos auto-agresivos.
RESUMIENDO:
No hay errores ni equivocaciones: hay experiencias y hay vida.
Por eso, antes los “errores” y “equivocaciones”
1. Aceptación de que no ha sucedido lo que uno deseaba.
2. Comprensión de que eso no debe afectar a nuestra autoestima, y no permitir que nos afecte.
3. Firme propósito de seguir intentándolo, pero de otro modo.
4. Motivación intacta para seguir adelante. Si hay auto-críticas, que sean constructivas.
5. Amor hacia uno mismo: cuidado y caricias constantes. No es necesario culpabilizarse. Ser tolerante.
6. Respeto y aprecio por uno mismo, y por la propia dignidad personal, a pesar de “cometer errores”.
7. Voluntad, fortaleza y constancia.
8. Ánimo: la vida es un continuo aprendizaje.
9. Una sonrisa… y adelante de nuevo.