Es imposible atravesar la vida sin que un trabajo salga mal hecho,
sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de
salud, sin que un amor nos abandone, sin que nadie de la familia
fallezca, sin equivocarse en un negocio. Ese es el costo de vivir.
Sin embargo, lo importante no es lo que suceda, sino cómo se
reacciona. Si te pones a coleccionar heridas eternamente
sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a
volar. Así que acuérdate de lo bueno:
Cuando el cielo esté gris; acuérdate cuando lo viste profundamente
azul.
Cuando sientas frío; piensa en un sol radiante que ya te ha
calentado.
Cuando sufras una derrota temporal; acuérdate de tus triunfos y de
tus logros.
Cuando necesites amor; revive tus experiencias de afecto y ternura.
Acuérdate de lo que has vivido, y de lo que has dado con alegría.
Recuerda los regalos que te han hecho, los besos que te han dado,
los paisajes que has disfrutado, y las risas que de ti han
emanado. Si esto has tenido; lo podrás volver a tener y lo que has
logrado; lo podrás volver a ganar.
Alégrate por lo bueno que tienes y por lo de los demás. Desecha los
recuerdos tristes y dolorosos, no te lastimes más. Piensa en lo
bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad. Recorre tu vida y
detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas
otra vez.
Visualiza aquél atardecer que te emocionó. Revive esa caricia
espontánea que se te dio. Disfruta nuevamente de la paz que ya has
conocido. Piensa y vive el bien. Allí en tu mente están guardadas
todas las imágenes, y sólo tú decides cuáles has de volver a mirar.
Dios nos ha creado para realizar un sueño. Vivamos por él,
intentemos alcanzarlo. Pongamos la vida en ello y si nos damos
cuenta que no podemos, quizás entonces necesitemos hacer un alto en
el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas. Así,
con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios,
lo haremos.
El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los
obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino. Tú y sólo tú
escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros y esas
decisiones son de lo que se trata la vida.
Recuerda que: "Las puertas que Dios te abre; nadie te las podrá
cerrar. Así también, aquellas que Él te cierre, nadie las podrá
abrir".
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