En psicología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Cuando un sujeto o grupo (animal o humano) es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos. Actualmente la resiliencia es considerada como una forma de psicología positiva no encuadrándose dentro de la psicología tradicional.
¿SABES AFRONTAR LAS DIFICULTADES?
Las personalidades resilientes son aquellas capaces de asimilar los golpes de la vida sin quedarse marcadas, y, en algunos casos incluso de sacarlas provecho.
Las circunstancias estresantes y difíciles pueden afectarnos negativamente, cuando las vivimos como peligros o amenazas al bienestar, o enriquecernos, cuando provocan en nosotros un proceso de autoconstrucción que nos lleva a ver nuevas oportunidades de cambio y crecimiento personal.
PERSONALIDAD RESILIENTE
A veces mostramos una capacidad de respuesta que a nosotros mismos nos admira. Se tiende a pensar que quienes se mantienen serenos ante una desgracia, como la muerte de un ser querido o una ruptura sentimental, son personas emocionalmente frías y distantes. Pero no suele ser así. Muy al contrario, demuestran una profunda y admirable habilidad para remontar el sufrimiento en poco tiempo. Se trata de personalidades resilientes, que consiguen mantenerse estables sin que su vida cotidiana se vea alterada irremediablemente por un suceso negativo.
VER LO BUENO DE LA VIDA
Las consecuencias de una experiencia traumática dependen en gran parte de nuestra actitud. Es el caso de quienes ante una enfermedad empiezan a ver con claridad todo lo positivo que tienen a su alrededor. Cecilia, de 55 años, explica su experiencia al detectarle una grave enfermedad: “Al recibir la noticia me dije a mí misma que no me iba a hundir. Al contrario, tenía que luchar. El cáncer me sirvió para descubrir el valor de la amistad y lo que significa de verdad la vida. Me ayudó a crecer como persona”. Como ella, hay que entender y asimilar que la felicidad no supone la ausencia de problemas.
La vida está formada por cambios constantes. Y éstos implican obstáculos. No temas los problemas ni tampoco el fracaso. Hay que saber levantarse cuando uno cae, utilizando ese momento para reflexionar sobre lo que verdaderamente deseamos en la vida, siendo capaces de mirar hacia delante con coraje y con la certeza de que lo mejor aún está por venir.
EL OBJETIVO ES DESARROLLARSE
Se crece logrando ver las metas y afrontando los retos que la vida pone ante nosotros. Solemos tener mayor facilidad para recordar las circunstancias felices de nuestra vida que las dolorosas, excepto quienes se encuentran sumergidos en un estado depresivo. Hacer como que no pasa nada tampoco nos protege de las amenazas de la vida ni nos evita problemas.
Las piedras que encuentras en el camino pueden estimular tu aprendizaje y sacar lo mejor de ti.
CRECER ANTE LAS ADVERSIDADES
Nadie dijo que la vida fuera fácil. Toma nota de las siguientes actitudes:
. ADQUIERE COMPROMISOS. Si tienes seguridad en ti mismo siempre podrás salir adelante.
. TEN PACIENCIA. Es la mejor arma para controlar y asumir el curso de los acontecimientos.
. ASUME RESPONSABILIDADES. Ante el fracaso, debes analizar las causas sin culpar a los demás de tus desdichas.
. CONFÍA EN EL FUTURO. Piensa y actúa con la convicción de que tu vida está sólo en tus manos. No te sientas derrotado antes de tiempo.
. ACEPTA LOS DESAFÍOS. Asume los cambios como oportunidades de superación. Tus mejores compañeros son el coraje y la fuerza vital.
(P.S., en la Revista Psicología Práctica)
