¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL?
Esta búsqueda en la inteligencia espiritual sugiere que es uno de varios tipos de inteligencia que se pueden desarrollar en forma relativamente independiente.
La inteligencia espiritual demanda múltiples formas de conocimiento, y la integración de la vida interna de la mente y el espíritu, con la vida externa del trabajo en el mundo.
Puede ser cultivada mediante el cuestionamiento, la búsqueda y la práctica. Las experiencias espirituales pueden también contribuir a su desarrollo, dependiendo del contexto y los medios de integración. La madurez espiritual se expresa a través de la sabiduría y la actitud compasiva en el mundo. La inteligencia espiritual es necesaria para discernir al realizar decisiones espirituales que contribuyan al bienestar psicológico y al desarrollo humano general saludable.
La espiritualidad existe en el corazón y mente de hombres y mujeres en todas partes, dentro de tradiciones religiosas e independientemente de ellas. Si, siguiendo al teólogo Paul Tillich, definimos espiritualidad como la preocupación de mayor importancia, entonces todos somos espirituales porque todos tenemos una preocupación más importante. De todos modos, el término preocupación de mayor importancia puede ser interpretado de muchas formas diferentes. Algunas personas no se consideran a si mismos, o a sus preocupaciones como espirituales. La espiritualidad, como la emoción, tiene varios grados de profundidad y expresión. Puede ser consciente o inconsciente, desarrollada o no desarrollada, saludable o patológica, naif o sofisticada, beneficial o peligrosamente distorsionada.
Algunas definiciones corrientes de espiritualidad se pueden resumir de la siguiente forma:
(a) la espiritualidad involucra los niveles más elevados de las líneas evolutivas, por ejemplo, cognitiva, moral emocional e interpersonal; (b) la espiritualidad es en sí misma una línea de desarrollo independiente; (c) la espiritualidad es una actitud (así como la apertura al amor) en cualquier etapa: y (d) la espiritualidad involucra experiencias cumbres y no etapas. Una perspectiva integral presumiblemente incluiría todas estas visiones diferentes, junto con otras también (Wilber, 2000).
La espiritualidad puede también describirse en términos de pertenencia o conexión al plano trascendental de la existencia. Algunas personas la definen en términos de relación con Dios, con otros seres humanos o con la tierra. Otros la definen en términos de devoción y compromiso hacia una fe en particular o forma de práctica. Para entender cómo la espiritualidad puede contribuir a la mejor vida, definida en términos humanísticos como vivir auténticamente hasta las posibilidades completas de ser humano (Anastoos, 1998), parecería necesario diferenciar la salud espiritual de creencias y prácticas que puede ser en detrimento del bienestar. Esto lleva al desafío de definir y cultivar la inteligencia espiritual.
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL?
Debido a que hay muy poco consenso respecto de la definición de espiritualidad, la discusión de la inteligencia espiritual tiene que ser exploratoria y no definitiva. Preguntando qué es lo que inteligencia espiritual quiere decir, espero estimular las discusiones en este tema que pienso que merece una investigación más profunda.
INTELIGENCIAS MÚLTIPLES
La inteligencia está definida a veces como la habilidad de manejar la complejidad cognitiva. En el uso corriente, la distinción entre inteligencia y razón ha sido prácticamente perdida. Por ejemplo, como está definido en el diccionario Webster (Mish, 1993), la inteligencia incluye la habilidad para comprender, aplicar el conocimiento, usar la razón hábilmente, y manipular nuestro entorno. La visión de que la inteligencia implica varias habilidades diferentes está sostenida por las nuevas corrientes en neurología y psicología cognitiva.
Entre los investigadores que han identificado varios tipos de inteligencia, el trabajo pionero sobre las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1993) en la universidad de Harvard, ha ayudado a mucha gente a comprender que la inteligencia tiene varias facetas. Su trabajo es actualmente aplicado en muchas escuelas a lo largo de los Estados Unidos. La investigación de Gardner indica que diferentes tipos de inteligencia se desarrollan de una forma relativamente independiente entre sí, y que un alto El camino espiritual es una metáfora para el desarrollo de las cualidades espirituales, incluyendo la inteligencia espiritual. Recorrido con compromiso e integridad, un camino puede llevar desde la esclavitud del inconsciente a la libertad espiritual, del miedo y la defensión al amor y la compasión, de la ignorancia y la confusión a la sabiduría y la comprensión (Vaughan, 1995). El objetivo del camino puede ser descripto por términos como iluminación, despertar, paz interior, auto-realización.
Sea cual sea el objetivo, el proceso involucra una transformación de la consciencia. La mayor parte de las tradiciones dicen que el progreso en el camino depende de la práctica espiritual. La práctica puede volver más profunda la capacidad para el amor y la compasión, sabiduría y trascendencia, y ayudar a la gente a cultivar otras cualidades a las que pueden aspirar. La inteligencia espiritual nos permite reconocer el valor de estas cualidades en otros así como en uno mismo.
Un camino espiritual puede enfatizar la ascensión a estados más elevados de consciencia y auto-trascendencia, o descender en comunión con la naturaleza y la consciencia del cuerpo (Wilber, 1995). El yoga integral de Sri Aurobindo (1976), el sabio hindú del siglo XX, considera la obtención de libertad trascendental como una meta necesaria pero insuficiente en la práctica. Sus filosofías mantienen que el ascenso hacia lo divino es solo el primer paso. El objetivo posterior es el descenso de la nueva consciencia para la transformación del mundo.
Todas las tradiciones de sabiduría ofrecen historias y metáforas de transformación que relatan estadíos en el camino, como el viaje el alma en el Cristianismo, los estados del ser en el Sufismo, o las 10 imágenes de los toros en el Budismo Zen. La primera etapa en el camino está usualmente centrada en uno mismo. Uno puede buscar un alivio para el dolor y el sufrimiento o rezar por ayuda en tiempos de terror o desesperación. Un veterano de guerra, por ejemplo, confesó que no sentía vergüenza acerca de rezar al estar enfrentado con una muerte inminente. Incluso algunos ateístas algunas veces se dirigen a Dios cuando están bajo el fuego.
En los niveles convencionales, la vida espiritual está usualmente asociada a un grupo. Ir a la iglesia o a la sinagoga y la observancia de feriados religiosos y rituales como bautismos, casamientos, y funerales son un centro importante de la vida religiosa. En este estadio, la preocupación es extendida hacia el bienestar del grupo, ya sea de la familia inmediata, la comunidad, o una identificación étnica o religiosa.
A niveles más allá de los convencionales, traspasando la observancia convencional de las costumbres sociales, el desarrollo del camino espiritual requiere auto-conocimiento y familiaridad con diferentes formas de conocer la realidad. Aunque la intuición básica del espíritu puede discernirse en cualquier estadio, esta intuición es más fácilmente integrada con la racionalidad cuando una persona crece hacia la madurez espiritual (Wither, 1997).
Los estadios más avanzados de desarrollo dependen de la capacidad de coordinar diferentes perspectivas y extender la preocupación compasiva hacia todos los seres. Cuando la relación entre los modelos de consciencia subjetivos, objetivos e intersubjetivos pasa a un plano central, las interpretaciones introspectivas de la experiencia pueden contribuir a profundizar la experiencia.
Aunque el desarrollo de la inteligencia espiritual no depende de un camino o práctica en particular, si depende de que la consciencia en expansión incluya un circulo creciente de identificación empática, sensibilidad a realidades sutiles, y familiaridad con varios mapas simbólicos de la consciencia. En nuestra cultura de hoy en día, un número creciente de personas están basando su espiritualidad en una variedad de prácticas derivadas de más de una tradición (Wuthnow, 1998). La práctica puede incluir rituales complejos, o simplemente escuchar la constante, pequeña voz que nos ayuda a alinearnos con lo trascendente, ya sea concebida como el wu wei del Taoismo, o el esfuerzo sin esfuerzo del Budismo, o el seguir la voluntad de Dios. Seguir la voluntad de Dios no significa resignación o el “fluir con el entorno” pasivamente. Significa cultivar el discernimiento, escuchar el corazón, y seguir la guía interna (Johnson, 1998). Un camino espiritual que lleva al amor, sabiduría y completitud es uno que conscierne el bienestar de todo, la persona completa, la familia humana completa, el planeta completo y la red completa de la vida.
FE Y EXPERIENCIA ESPIRITUAL.
Las imágenes simbólicas y los arquetipos pueden contener diversos niveles de sentido en las ceremonias religiosas y los rituales, y los mitos e historias proveen un contexto de sentido para eventos y transiciones en la vida. Por ejemplo, las historias antiguas y metáforas de transformación como la muerte y el renacer, despertar del sueño, o recobrar un tesoro enterrado significan todas posibilidades de desarrollo (Metzner, 1998).
Reconociendo estados de desarrollo de la fe, como describe James Fowler (1995) en su clásico trabajo “Stages of Faith” parece particularmente relevante a la investigación de la inteligencia espiritual. Fowler dice que la fe nos da coherencia y dirección en nuestras vidas y nos permite enfrentar las inevitables dificultades de nuestra condición existencial. Él señaló que factores como la maduración biológica, emocional y cognitiva, y las influencias culturales tienen que ser tomadas en cuenta para entender el desarrollo de la fe.
Los seis estadios de la fe de Fowler atraviesan el espectro del desarrollo desde la niñez hasta la madurez: (a) en la infancia, la fe está basada en la fantasía e imaginación; (b) en el estadio mítico literal, las historias se interpretan literalmente; (c) en el estadio convencional, las creencias tienden a ser convencionales y no examinadas; (d) el estadio reflexivo individual es caracterizado por desmitologizar al individuo y la toma de responsabilidad individual por sus valores y creencias; (e) el estado conjuntivo, que usualmente emerge cerca de la mitad de la vida, involucra el reconocimiento del inconsciente y un entendimiento más paradójico de la verdad; y finalmente (f) la fe universal incluye a todos los seres y está libre de anclajes ideológicos.
Aunque el desarrollo no progrese necesariamente en forma prolija y lineal de un estado a otro, la madurez espiritual implica negociar adecuadamente todos estos estadios de la fe. Las experiencias espirituales pueden ser interpretadas de una forma muy diferente por personas que se encuentran en diferentes estadios de la fe.
Sagrados, el arte y la música intentan evocar la consciencia del espíritu, pero ninguna forma de expresión puede hacer más que resaltar el camino hacia una experiencia directa de trascendencia. Más aún, aunque las experiencias profundas pueden ser subjetivamente significantes, estas no necesariamente llevan a una vida religiosa o espiritual (Smith, 1993). Por otro lado, dado un contexto apropiado para la integración, una experiencia trascendental puede tener un poderoso efecto transformativo. Como observa Scott Richards (1999) en su carta a la Sociedad Americana de Psicología (American Psychological Association), las experiencias espirituales trascendentes generalmente afectan positivamente el bienestar y el funcionamiento psicológicos. Cambiando a la gente “desde adentro hacia afuera”, tales experiencias pueden reorientar sus valores y alterar significativamente su visión del mundo.
Las experiencias espirituales profundas pueden ciertamente cambiar una vida. El hecho de que sean benéficas o no puede depender, en gran parte del contexto en el cual suceden y de cuán bien pueden ser integradas en la vida cotidiana. El discernimiento y la interpretación internalizada por un sabio mentor o consejero pueden ayudar al proceso. En mi propia experiencia de trabajo con gente luchando para integrar las experiencias espirituales con la vida cotidiana, la creación de un entorno congnitivo, apoyando el desarrollo de la inteligencia espiritual, ha sido útil. En adición a un apropiado y comprensivo sistema de creencias y cosmovisión, una comunidad que brinde soporte, y una práctica constante puede también contribuir a la integración saludable.
INSPIRACIÓN Y PRÁCTICA
La experiencia espiritual, como la inspiración (Hart, 1998), es comúnmente asociada con sentimientos de claridad, conexión, apertura y energía. En el arte, u otro trabajo creativo, la búsqueda de la inspiración puede ser un emprendimiento espiritual. Estar inspirado es estar en el espíritu; estar sin espíritu es sentirse separado y desmotivado. Cuando uno es inspirado por una obra de arte, un maestro espiritual, o un nuevo descubrimiento interior, uno se siente refrescado, revitalizado y renovado.
El crecimiento espiritual generalmente comienza con la inspiración. En las enseñanzas Sufi, por ejemplo, es el ser inspirado el que primero prueba el goce de la experiencia espiritual, y comienza a recibir genuino placer en el rezo, la meditación y otras actividades espirituales (Fadiman & Frager, 1997). Una prueba a la inspiración creativa puede muchas veces motivar la práctica espiritual. La práctica se torna luego más atractiva y convincente que las distracciones mundanas.
Las prácticas espirituales pueden ser definidas a gran escala como actividades intencionales que conciernen la relación con lo sagrado. Usualmente incluyen actividades como el rezo, la meditación, la contemplación y el servicio (Wuthnow, 1998). El objetivo puede ser descripto en términos religiosos como un proceso de purificación o, en términos psicológicos, como un movimiento ascendente en la escala de necesidades de Maslow (Walsh, 1999).
El cultivo de la inteligencia espiritual parece llamar a un compromiso con alguna forma de práctica espiritual. Roger Walsh (1999) describe siete prácticas comunes a las religiones del mundo que fomentan la apertura del corazón y la mente, y ayudan a la gente a cultivar algunas de esas cualidades. Él discutió la motivación para el crecimiento espiritual y el deseo universal de felicidad, transformación emocional para sanar viejas heridas y cultivar el amor y la gratitud, la vida ética para la paz mental, el entrenamiento de la atención para la concentración, el despertar de la visión espiritual, y la sabiduría y el servicio.
La práctica integral refiere a disciplinas derivadas de muchas tradiciones que integran el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu (Murphy & Leonard, 1995). Estas prácticas expanden la apreciación de cosmos y la relación íntima entre la mente, la materia, el cuerpo, el alma y el espíritu. Mediante la mejora de la atención, y el cultivo de la sensibilidad a los aspectos internos de la experiencia, las prácticas como el yoga, la meditación, la psicoterapia, las empresas visionarias, el registro en un diario, la música y el movimiento contribuyen al desarrollo de la inteligencia espiritual. Algunas prácticas se centran en la exploración de sutiles espacios de la consciencia, como en el “discernimiento de los espíritus” cristiano. Otras apuntan a la claridad que trasciende la forma, y otras buscan la trascendencia de la forma y la falta de esta, en una percepción no dual de la realidad como un todo.
Las prácticas contemplativas van de una simple reflexión a una atención meditativa profunda que trasciende el pensamiento por completo. Hoy en día, mucha gente está haciendo un esfuerzo para entretejer las profundas experiencias del silencio y la armonía, obtenidas en la contemplación, en el tejido de la vida cotidiana.
La inteligencia espiritual facilita la integración de introspecciones e iluminaciones subjetivas con formas de ser y actuar en el mundo.