LA BRÚJULA DE LA VIDA
En un mapa geográfico la dirección se define según lo que señala la estrella de los vientos: Los que buscan el placer, los que buscan el poder, los que buscan el cumplimiento de una misión, los que buscan la trascendencia.
Es posible sentirse feliz sin necesidad de estar alegre, y estar muy alegre sin por eso ser feliz. Ser feliz no quiere decir necesariamente estar disfrutando, sino vivir la serenidad que me da saber que estoy en el camino correcto hacia algo placentero, disfrutable, hacia algo que tiene sentido para mi.
En la búsqueda de poder se encuentran aquellos que significan su vida en la constante búsqueda de sí mismos, los que ambicionan ser campeones mundiales de todos los pesos, los que creen que el sentido de la vida está en enfrentar cada miedo, los más rufianes e inescrupulosos de los mafiosos, los que aspiran a manejar una institución mundial que termine con el hambre y los dictadores del mundo que pretenden gobernar su país imponiendo sus opiniones por la fuerza.
La búsqueda de la trascendencia, puede ser la expresión de los mejores sentimientos del ser humano. Se trata de aquello que hago para que personas que hoy ni conozco, dentro de cien años, se sirvan de lo que hice. Para mí, educar-cuidar-amar a los hijos pertenece a la búsqueda de la trascendencia o es simplemente una meta muy noble, y como tal, aunque fuera la más importante de toda tu existencia, no podría alcanzar para darle sentido a tu vida.
Una vez encontrado el rumbo, ¿Dura para siempre o va cambiando?
Cuando el placer ya no alcanzaba para darle sentido a mi vida, el para qué vivo debía ser actualizado. Empecé a darme cuenta de cómo mis preferencias iban cambiando, cómo mi escala de valores se había modificado. Una vez encontrado el nuevo rumbo, la crisis pasó, pero tuve que aceptar que algunas actividades trascendentes no eran placenteras.
Yo quiero todo
Todos queremos un poco de todo. Queremos placer, una misión, el poder, la trascendencia. Estas búsquedas son humanas y nos pertenecen. Sin embargo, para cada uno de nosotros, en este momento, hay una que es más importante que las otras. Y hay que saber cuál es.
Para hacerte responsable de tu felicidad, tenés que aceptar que el sentido depende de vos. Porque si ustedes no pueden dar un sentido a su vida, su vida quizás deje de tener sentido.
Yo quiero que ustedes se pregunten para qué viven y que tengan una respuesta, que sepan que la vida de cada uno tiene un propósito. Y una vez que decidan cuál es su propósito, por favor, sean capaces de dar su vida por él. Sean fieles a ustedes, no sólo porque eso esparte del camino hacia la felicidad, sino porque es la única manera de vivir una vida que, como digo siempre, valga la pena. Tal vez ni sepas por donde empezar a buscar el camino, pero lo que importa es no detenerse. Lo importante es que te comprometas con aquello que hoy decidas que es tu camino, con aquello que hoy decidas que le da sentido a tu vida, aunque te equivoques, aunque tengas que estar corrigiéndolo permanentemente.
Disfrutar quiere decir tomar del árbol de la vida sus más preciados frutos y saborearlos; saborear el hecho de vivir. Qué bueno sería animarse a saber que aquello que le da sentido a la siembra es poder disfrutarla, o poder compartirla, o poder decidir cederla para que otro la disfrute.
En el camino que transitamos hacia una vida auténtica, habrá momentos penosos y encontraremos miles de obstáculos. Pero si no me animo a sobrellevar esas penas y superar estos obstáculos, quizás me quede a mitad de camino. Para llegar a ser feliz hay que empezar por aceptar la verdad y terminar comprometiéndose con ella. Si vivís pensando cómo deberían estar siendo las cosas para poder disfrutarlas, entonces no hay conexión con lo real y sin ello no hay una verdadera vida. Sólo puedo disfrutar de aquello que puedo aceptar tal como es. No hay aceptación, obviamente, cuando sigo enojado con lo que sucede.
Aceptar significa darme cuenta de que algo es como es; dejar de pelearme con eso porque es así, y a partir de dejar de pelear, decidir si quiero o no hacer cosas para que cambie (por ejemplo, porque deseo que una situación sea diferente.) Por supuesto, en las relaciones interpersonales, la aceptación es la llave que empieza a abrir la puerta del vínculo. Si yo no puedo aceptarte tal como sos, no puedo disfrutar de tu compañía. Si yo quiero que seas diferente, entonces no voy a poder disfrutar de estar con vos, ni ahora ni nunca.
El desafío del paciente para que su terapia le ayude a ser feliz: Usted tiene que aceptar que su camino está lleno de condicionamientos que muchas veces le impiden ser quien es. Comprometerse a limpiar ese camino permanentemente. Conectarse con la humildad de quien acepta que para esa tarea puede necesitar ayuda.
Es más difícil encontrar a alguien que pueda disfrutar lo que disfruto, que encontrar a alguien que sea capaz de padecer todo lo que padezco.
Nuestro padecimiento es tan universal, tan genérico, que nos duelen casi las mismas cosas; así que encontrar a quien le duela lo que a mí me duele, es sencillo, es sólo cuestión de ocuparse.
De hecho, antes de elegir un compañero de ruta, es recomendable evaluar los siguientes parámetros:
¿Le causan gracia la mayoría de las cosas que me parecen graciosas?
¿Será capaz de reírse con las mismas cosas que me río yo?
¿Será capaz de divertirse conmigo de las cosas que a mí me divierten?
¿O cada cosa que a mí me divierta será dramática para él y muchas de las cosas que para mí son dramáticas para él serán motivo de risa?
Qué triste sería plantearse la construcción de una relación importante, una amistad, una pareja, una familia, un vínculo terapéutico, sólo con aquellos que sean capaces de acompañarme exclusivamente en mis momentos más oscuros. Es determinante para cualquier relación trascendente que el otro sea capaz de acompañarme, también y sobre todo, en los momentos más alegres, solamente así podrá estar en los instantes cruciales. No nos hemos encontrado para sufrir juntos, sino para caminar juntos.
Evidentemente, la libertad del hombre no es una libertad de condicionamientos biológicos o psicológicos, es la libertad para tomar posición ante todos los condicionamientos y elegir el propio camino.
Utilizar la religión como un escudo para protegernos del conocimiento de nosotros mismos es hacer un falso uso de la religión, que sólo termina por distorsionarla.
Utilizar la psicología para saltear nuestras necesidades espirituales es pedirle a la psicología que se haga cargo de aquello que como ciencia no conoce y no maneja.
La felicidad es siempre un camino de suma: Sumar espiritualidad y ciencia. Sumar reflexión y acción. Sumar intelecto y sentimiento. Sumar lucha y aceptación. Sumar ética y comprensión. Y sobre todo, lo más difícil, sumar pasión y templanza. Una vida que sume puede ser el primer ladrillo para construir una vida feliz.
Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado…
A disfrutar del amor,
A confiar en tu fuerza,
A enfrentar tus miedos,
A entusiasmarte con la vida,
A pedir ayuda cuando la necesites,
A permitir que te consuelen cuando sufrís,
A tomar tus propias decisiones,
A hacer valer tus elecciones,
A ser amiga de vos misma,
A no tener miedo al ridículo,
A darte cuenta de que mereces ser querida,
A hablar a los demás amorosamente,
A decir o callar según tu conveniencia,
A quedarte con el crédito por tus logros,
A amar y cuidar la pequeña niña dentro de vos,
A superar la adicción a la aprobación de los demás,
A no absorber las responsabilidades de todos,
A ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia,
A no perseguir el aplauso sino tu satisfacción con lo hecho,
A dar porque querés, nunca porque creas que es tu obligación,
A exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo,
A aceptar tus limitaciones y tu vulnerabilidad sin enojo,
A no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otros,
A decir que sí sólo cuando quieras y decir que no sin culpa,
A vivir en el presente y no tener expectativas,
A tomar más riesgos,
A aceptar el cambio y revisar tus creencias,
A trabajar para sanar tus heridas viejas y actuales,
A tratar y exigir ser tratada con respeto,
A llenar primero tu copa y, recién después, la de los demás,
A planear para el futuro pero no vivir de él,
A valorar tu intuición,
A celebrar las diferencias entre los sexos,
A desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo,
A hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades,
A aceptarte así como sos,
A no mirar atrás para ver quién te sigue,
A crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos,
A permitirte reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón,
A no idolatrar a nadie, y a mí… menos que a nadie.
Jorge Bucay
Necesito decirte que creo que el crecimiento vale la pena, pero que la pena es inevitable. Quizás ahora quede más claro por qué sostengo que hay caminos que son imprescindibles. Crecer es un beneficio pero implica una pérdida, aunque más no sea la de la ingenuidad de la ignorancia… y no es un tema menor. Cada cambio de plano implica un duelo también, como hemos visto, cada duelo importante de nuestra vida conlleva un cambio de plano. Para pasar de plano hay que tener coraje, claro que sí, pero sobre todo hay que confiar en uno mismo. Debo apostar por mí si pretendo vivir una vida desapegada. Tengo que confiar en que la pérdida que me toca vivir es, en realidad, una puerta y la apertura de un crecimiento mayor. Tengo que confiar en que hay algo mejor después de esto.
Cuando abandones este plano que hoy transitás, quedarán en vos todos los recuerdos de lo vivido, pero perderás casi todo lo que conseguiste en tu relación con los demás, casi todo lo que cosechaste de tu vínculo con otros. Sos el mejor amigo de todos, pero nadie es tu amigo. Todos cuentan con vos, pero vos sentís el dolor de no tener más nada que ver con ellos.
El biólogo Droscher dice que sólo se puede estar en dos momentos: creciendo o envejeciendo. El precio de quedarse clavado en la historia sin crecer más es empezar a envejecer. Vos elegís hacia dónde y vos decidís hasta cuándo, porque tu camino es un asunto exclusivamente tuyo.
Este es el camino final
Hasta aquí puedo llegar yo
A veces, no siempre
Hasta aquí pudiste llegar conmigo
Cuanto más avanzamos
Más fácil se hizo volver a la senda
Y más hermoso se volvió el paisaje
El camino elegido resultó ser el correcto
El camino que se elige es siempre el correcto
Lo correcto está en la elección, no en el acierto.
Este es el final.
Este final es el camino…
(
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