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 PREOCUPACIONES - 2ª parte



Octubre 28, 2012, 06:40:11 am
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Desconectado Francisco de Sales

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PREOCUPACIONES - 2ª parte
« en: Octubre 28, 2012, 06:40:11 am »

Por ejemplo:
Imaginemos que tenemos un hijo que no quiere trabajar, un familiar que es alcohólico o que hay un pleito entre dos miembros de la familia.

Y supongamos que esa persona no vive con nosotros y no nos afecta directamente, pero sufrimos por lo que está sucediendo.

Lo único que nosotros podemos hacer es hablar con esa persona o buscar una persona que tenga influencia y pueda hacerlo, pero si eso no funciona, nosotros no podemos solucionar el problema, porque nosotros no podemos cambiar a la persona u obligarla a cambiar, si ella no desea hacerlo.

¿Y qué pasa con la preocupación?

Generalmente cuando tenemos un problema, nos preocupamos.

Si esa preocupación dura poco tiempo y nos lleva a analizar la situación y a actuar, estamos hablando de una preocupación adecuada.

De hecho, podemos tener un problema y si estamos trabajando en la solución o buscando a la persona indicada para solucionarla, sabiendo que la vamos a encontrar, no necesitamos preocuparnos.

La preocupación generalmente está basada en un pronóstico negativo, que alimentamos con pensamientos pesimistas repetitivos.

Podemos volvernos “preocupones” por diferentes motivos:

• Lo aprendemos de niños, viendo a nuestros padres u otros adultos importantes para nosotros,
• cuando somos pesimistas, porque siempre pensamos en lo negativo y por lo tanto, esperamos que las consecuencias de cualquier situación sean negativas, se vuelve un hábito,
• la cultura lo refuerza, porque la gente cree, equivocadamente, que preocuparse mucho significa ser muy responsable o sensible ante los problemas,
• es una manera de evitar vivir en el presente o vernos a nosotros mismos, ya que nuestra atención está siempre enfocada en aspectos muy específicos, que nos angustian, pero que nos afectan menos que si "viéramos" otras cosas.

¿Qué hacer?

Cuando tengas un problema, lo primero que debes preguntarte es si tú puedes resolverlo.

Si tú no puedes cambiar la situación, acéptalo.
Es doloroso ver el sufrimiento de otras personas y no poder hacer nada al respecto, pero es peor, sufrir al ver su dolor y desgastarnos inútilmente, física y emocionalmente, por tratar de resolver algo que no está en nuestras manos.

Si la solución depende total o parcialmente de ti, responde a las siguientes preguntas, de preferencia por escrito:

1. ¿Qué es lo que está sucediendo, en este momento y por qué lo considero un problema?
2. ¿En qué me afecta a mí?
3. ¿Qué personas están involucradas?
4. ¿Cómo se inició?
5. ¿Cuáles son las causas que provocaron esta situación?
6. ¿Qué cambio quiero lograr, cuál es mi meta u objetivo?
7. ¿Qué pasos o acciones se necesitan llevar a cabo, para lograr dicho objetivo?
8. ¿Con qué recursos cuento para lograrlo?
9. ¿Qué recursos o ayuda me pueden ser útiles y a quien puedo recurrir?
10. ¿Cómo puedo describir el problema, de una manera diferente?
11. ¿Cómo describiría el problema, alguien completamente diferente a mí?
12. ¿Estoy suficientemente motivado, para hacer el esfuerzo necesario?
13. ¿El problema se soluciona, sólo si la otra persona cambia?
Analiza cuidadosamente las respuestas y a partir de los datos que obtengas, escribe por lo menos tres soluciones diferentes y prueba cada una de ellas.

Si ninguna te da resultado, significa que:

• La solución no está en tus manos,
• estás encasillado en una sola dirección y necesitas abrirte a otras opciones.

Recuerda que si la solución depende de que otra persona cambie, tú no puedes hacer absolutamente nada si ella no está convencida de querer cambiar.

Te puedes pelear con ella, manipularla, amenazarla, chantajearla, etc., si no quiere, no vas a lograr nada.

Cuando estás preocupado pregúntate:
¿En este tiempo que he estado preocupado, cuántas soluciones he encontrado y cuántas he llevado a cabo?

Si llevas preocupado varias horas y no has logrado nada, muy probablemente, tu preocupación es innecesaria y te está sirviendo para evadir, no asumir, no actuar, no enfrentarte o no aceptar alguna situación dolorosa o para jugar el papel de víctima.

Trata de descubrir de qué se trata, para evitar un mayor sufrimiento en el futuro.

Incertidumbre, cambio y estrés.


La situación actual, basada en cambios imprevistos, nos provoca dudas e incertidumbre y ésta nos genera emociones como estrés, preocupación y temor. Aprende a controlarlas y evita caer en el pesimismo e incluso en el pánico, compartido por diferentes grupos de la sociedad.

¿Te sientes indeciso?

No permitas que las dudas o el estrés decidan tu estado de ánimo y conductas.

"La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar". Mario Vargas Llosa (Escritor y crítico literario, peruano).


La incertidumbre.

Nos dicen que crisis significa oportunidad para crecer y desarrollarnos y si bien es cierto, cuando la estamos viviendo, en lo único en lo que podemos pensar es en los peligros o sufrimiento que nos causa.

Cuando no sabemos lo que va a pasar, como en estos momentos, se genera una intranquilidad que es sumamente contagiosa.

Cualquier tipo de incertidumbre, ya sea económica, política o social, está asociada a lo desconocido y esto nos provoca inseguridad, estrés, ansiedad e incluso temor.

No todos reaccionamos igual ante los cambios y la incertidumbre.

Nuestra manera de reaccionar está relacionada con:
• Nuestra forma de pensar y
• las experiencias previas y los resultados obtenidos.

Sentimos incertidumbre, en aquellas situaciones ante las cuales no tenemos una respuesta y nos sentimos incapaces de elegir la mejor conducta a seguir.

Esta incapacidad se debe, generalmente, a que no podemos predecir los resultados, debido a que no tenemos el control sobre lo que está sucediendo.

La incertidumbre que vivimos y las emociones que ésta nos produce, pueden ser:
• Resultado de una situación personal,
• consecuencia de la situación que vive el país,
• una combinación de ambas.

Es importante poder establecer la diferencia, porque existen situaciones que podemos controlar y por lo tanto modificar y otras en donde no podemos hacer absolutamente nada para cambiar la situación y lo que tenemos que hacer, es cambiar nuestra actitud y manera de pensar y sentir, respecto a dicha situación.


El temor y la angustia asociados a la incertidumbre y al cambio, están relacionados a lo que podemos perder en nuestro presente y a lo que esa pérdida representa.

La pérdida es económica (trabajo, dinero, etc.).

Para mucha gente significa no tener para comer o donde vivir.

En estos casos la solución está, en primer lugar, en buscar un cambio en la situación, aunque el manejo de las emociones es importante.

Pero existen otras personas que, independientemente de la magnitud de la pérdida, su forma de vida del día a día no se va a ver afectada.

Sin embargo, la pérdida representa:
• Disminución de poder o estatus social,
• un daño importante en su autoestima o en la imagen que desean proyectar o que tienen de sí mismos,
• etc.

Cualquiera de estos elementos puede causar un daño significativo en algunas personas.

Cualquier persona que cree que puede perder algo importante se angustia y estresa.

No importa si para nosotros es importante o no.

Cada persona valora de manera diferente los distintos elementos y objetos de su vida y tiene todo el derecho de hacerlo.

Cuando una persona sufre una pérdida de algo que es importante para ella, se deprime.

En estos casos es prioritario el manejo de las emociones, creencias, actitudes o autoestimas de la persona, de acuerdo a lo que se requiera, para que pueda tomar mejores decisiones y enfrentar los cambios y problemas que vive.

El estrés, angustia, temor, etc. hacen que:
• Se exageren los problemas,
• nuestro estado de ánimo provoque problemas en otras áreas de nuestra vida,
• nos cueste trabajo tomar decisiones o tomemos decisiones equivocadas,
• tengamos molestias físicas o enfermedades,
• etc.


¿Qué hacer?

En primer lugar, pregúntate si en este momento la situación realmente te está afectando o si simplemente estás estresado porque piensas que te va a afectar.



Si la respuesta es que sí, el siguiente paso es analizar cada una de las áreas de tu vida, para ver en cuál o cuáles y de qué manera esta situación te está perjudicando, para buscar una solución adecuada.

No es igual si nos está afectando económicamente, porque estamos ganando menos o perdimos nuestro empleo, que si tenemos problemas con nuestra pareja o familia, porque estamos nerviosos o deprimidos. La solución es distinta en cada situación.

Si ti problema es económico:
• Maneja un presupuesto,
• recorta gastos innecesarios,
• involucra a los demás miembros relacionados para que participen activamente,
• busca opciones para generar otros ingresos,
• busca información de expertos,
• trata de ver el problema desde otras perspectivas,
• divide el problema en pequeños problemas y soluciona de uno en uno,
• etc.

Si además tiene un componente emocional (angustia, depresión, etc.) y/o psicológico (autoestima, autoimagen, actitud negativa, etc.):
• Evita exagerar, catastrofizar o caer en el pesimismo,
• no oigas muchas noticias, a menos que necesites estar al día para tomar decisiones importantes,
• procura hablar lo menos posible sobre la situación, recuerda que las emociones se contagian,
• busca una persona confiable y centrada que te escuche y te ayude a mantenerte calmado y objetivo,
• comparte tus preocupaciones con tus seres queridos, pero no "se den cuerda",
• aprende a enfrentar los cambios,
• busca actividades que te relajen y distraigan,
• aliméntate bien,
• haz ejercicio, aunque no tengas ganas,
• relájate,
• busca ayuda si la necesitas.

 

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