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 LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR EN EL TRABAJO PERSONAL - 1ª parte



Octubre 29, 2012, 05:39:18 am
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LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR EN EL TRABAJO PERSONAL - 1ª parte
« en: Octubre 29, 2012, 05:39:18 am »


LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR EN EL TRABAJO ESPIRITUAL
por Miguel A. Quiñones Vesperinas


Cuando queremos introducirnos en un camino espiritual, en muchos casos podemos partir de un punto de vista erróneo al considerar  las diferentes ofertas y maneras  que pretenden fomentar el desarrollo espiritual en nuestra época, por ejemplo casi todos los métodos procedentes de la moda “new age” o nueva era. Ellos dan por supuesto que cualquier consideración por encima de lo puramente material solo puede llevar a lo bueno y verdadero. Si hablamos de lo suprasensible ello va a ser equivalente a: conveniente, bueno, apropiado, necesario, correcto, verdadero y espiritual. Y, por supuesto el mal, en estos sistemas no tiene cabida. 

Esta concepción solo se puede dar en una sociedad educada en una concepción puramente materialista. Últimamente se habla mucho sobre laicismo. Para los expertos en este tema, el que un estado se declare laico supone que ese mismo estado garantiza la posibilidad de que cada ciudadano elija la religión  o creencia particular que decida profesar. Ese laicismo defiende el derecho de las minorías y evita el abuso de las mayorías que podrían pretender eliminar a los que defiendan credos diferentes. Por otra parte existen las personas que exigen del estado la supresión de cualquier partida presupuestaria destinada a clases de religión sea esta cual sea, dentro de la enseñanza pública. Su razonamiento es simple. El estado se encarga de promover y ofertar una enseñanza basada en conocimientos y las religiones no parten de conocimientos. Son cuestiones de fe. Y ahí nos encontramos con el verdadero núcleo del problema.

El que estas personas tengan estas exigencias no es gratuito. No es más que la expresión de un tipo de pensamiento que se ha ido fraguando en los últimos 5 siglos. El materialismo contemporáneo en el desarrollo del cual han intervenido pensadores como el racionalista Kant.

Todo esto  y para el tema que estamos tratando, se ha decantado hoy en día en unas ideas claras y tajantes. El ser humano posee un pensamiento que puede utilizar a través del método científico para la obtención de conocimiento. En cuanto a la realidad trascendente o espiritual: o bien no existe o en cualquier caso el pensar humano nunca podría llegar a percibirla porque la estructura del hombre no está capacitada para ello. De ahí surge el agnosticismo tan extendido en nuestra época. La realidad y validez de estas afirmaciones se supone que han sido demostradas comprobadas y demostradas a nivel filosófico y científico y en la actualidad se utilizan con carácter de axioma. Al que las cuestiona se le considera un ignorante.

Todo lo expuesto genera dos posturas en el hombre moderno. O bien practica una religión intentando aceptar desarrollar lo que le han explicado que es fe, o en caso contrario supone que hoy en día no tiene sentido ocuparse de algo que está fuera de su alcance. Sus capacidades tiene que ponerlas al servicio de realidades y no de fantasías basadas en tradiciones medievales totalmente desfasadas. (Creyentes y agnósticos)

No obstante, muchas personas aunque intenten ser “fieles” a esos principios van a ir notando un malestar, una insatisfacción  sin saber en un principio a que obedece. Mas tarde o mas temprano se darán cuanta de que su vida  carece de sentido y acudirán a cualquiera que les ofrezca reconfortarles y dar calidez a su vida. Pero ahí nos topamos con la consecuencia de esa gran trampa que es el materialismo.

El ser humano ha desarrollado en el último siglo todo tipo de conocimientos en los campos profesionales, sociales, pedagógicos, financieros, técnicos… pero ¿Y los conocimientos espirituales? No tiene ninguno porque, como se ha dicho antes…   ¡¡¡SON IMPOSIBLES!!! Por lo tanto se da una paradoja: necesitamos una actividad relacionada con lo espiritual, pero no tenemos absolutamente ningún criterio ni referente auténticamente serio ni lógico ni convincente porque tanto los sacerdotes como los laicos agnósticos nos han demostrado su imposibilidad.

Esta situación, a su vez, hace posible que gente sin escrúpulos de todo tipo y “pelaje” oferte refritos y pastiches cocinados a toda prisa utilizando la abundancia de escritos esotéricos, mas o menos serios aparecidos desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. En otros casos se trata de médiums o contactados que han recibido mensajes de tal o cual dimensión y se han autoimpuesto la misión de transformar y salvar a la humanidad. Uno de los problemas por lo que estas formas de espiritualidad espuria no es rechazada y borrada de la sociedad inmediatamente es que esos mensajes se envían a una forma de pensar entrenada para funcionar en y con los problemas y condiciones del mundo físico/material. Pero ese  mismo pensamiento es incapaz de discriminar lo real de lo irreal, lo conveniente de lo imprudente o lo peligroso de lo necesario, siempre que se le saque de su ámbito cotidiano. Ante cualquier afirmación de un mundo espiritual o superior que desconoce se halla desvalido, frágil  e indefenso. Esa misma situación promueve la dependencia de unas personas: sus maestros, al tiempo que el individuo prescinde de su criterio, discriminación e iniciativa personal. Justamente la dejación de todo lo que caracteriza a un ser humano como tal.

Este suele ser el punto de partida en muchos casos de un supuesto desarrollo espiritual. O sea una situación adecuada para cualquier cosa menos eso. Un desarrollo espiritual.

De todo lo anterior se puede deducir cual puede ser el mayor y principal problema del ser humano ante este desafío personal. La utilización del propio pensar.

En base a lo expuesto nos podemos hacer una idea de cual es la verdadera situación de las personas que manifiestan su intención de introducirse en un camino espiritual- ¿Que se podría hacer para evitar incurrir en los errores antes mencionados? Lo primero que deberíamos hacer es plantearnos seriamente cual es la verdadera naturaleza del ser humano. Una descripción muy breve y concreta puede ser que el hombre es un CENTRO de CONSCIENCIA MORAL en EVOLUCIÓN. En estas cuatro palabras se encierran casi todas las claves para entender verdaderamente la esencia del hombre y hasta el sentido de la humanidad en su conjunto. Examinemos cada concepto.

CENTRO: Cada individuo, en su relación con el mundo, se siente y vivencia a si mismo un centro  rodeado de una periferia. Los estímulos del mundo, sensaciones, percepciones y hasta los sentimientos que se forman en su interior, en su centro, siempre lo hacen como consecuencia de estímulos del exterior, de la periferia. Así sentimos, yo estoy aquí en mi centro interno  soy el sujeto y el mundo es lo exterior a mí lo que me rodea la periferia, el objeto. El mundo exterior se me manifiesta de manera múltiple, diversa, agradable o desagradable, apasionante o aburrido, peligroso o necesario, bello o repugnante, solo cuando penetra en mi mismo, en mi centro. Solo cuando el mundo penetra hasta mi centro yo soy consciente de la realidad. Yo soy  el sujeto. Todo lo que no soy yo es el objeto.

CONSCIENCIA   Podemos describirla como el sentido de la realidad que se manifiesta en nuestra alma. Aquí tocamos un tema muy complejo. Quizás el más complejo de todos. La consciencia es un patrimonio espiritual en todos y cada uno de los seres humanos. Realmente lo es de todos los seres creadores y también de todas sus criaturas;  pero de momento nos vamos a ceñir al ser humano exclusivamente. Todos tenemos consciencia, la cuestión es ¿De que tipo, cual es el contenido de la consciencia, como se va alimentando? Podemos afirmar que el contenido de nuestra consciencia es el conjunto de las representaciones que nos hemos ido formando a lo largo de toda nuestra vida, pero… ¿Como se generan esas representaciones?  Podemos decir que, en general  se van formando cuando a las percepciones sensoriales que nos llegan desde fuera les añadimos desde dentro un concepto. El proceso sería perfecto si dejáramos que las percepciones se mantuvieran como flotando ante nosotros, durante un tiempo, sin unirles ese concepto para que fueran ellas, las percepciones y no nosotros las que se nombrasen a si mismas. En el presente esto solo puede ser un ideal de futuro, por lo menos en la mayoría de las personas. En la práctica el proceso de representación es rapidísimo, unos pocos segundos en muchas ocasiones y en algunas y sobre todo a partir de la madurez se pueden formar en una fracción de segundo. ¿Por qué ocurre esto y de que dependen las representaciones? Dependen de la capacidad de observación correcta y tranquila (percepciones) y sobre todo de la manera y utilización del pensar y los conceptos de que se dispone.

Y una vez mas nos preguntamos ¿Y esto de que depende? Sin duda y en un alto grado: de nuestra educación; pero entendiendo por educación el conjunto de todos los estímulos tanto positivos como negativos, todas las enseñanzas correctas e incorrectas que nos han llegado a través de nuestros padres, nuestros hermanos, familiares, vecinos, amigos compañeros de colegio, profesores, jefes, colegas y en fin el conjunto de las personas y las situaciones que han ido modelando en mí una manera de pensar un criterio sobre el mundo y sobre cada una de las cosas y seres con los que yo me he relacionado. En suma el conjunto de los estímulos que el mundo exterior ha ejercido sobre nosotros modelándonos fundamentalmente en los primeros 3 o 4 septenios de nuestra vida: La educación exterior. A partir de un cierto  momento en nuestra vida nos podemos plantear el comienzo de una autoeducación.  Esto conlleva la revisión, a través de un proceso interno, de todos los criterios e ideas que los demás han ido sembrando en nosotros y que hemos ido aceptando automáticamente. Este proceso naturalmente llevado a cabo en una etapa de mayor madurez nos conducirá a negar, cambiar, modificar y sustituir mucho de lo que aprendimos anteriormente. Este es un proceso que puede ser duro y doloroso, pero muy fecundo. Más, en la práctica suele ocurrir que lo aprendido hasta los 20 o 22 años  en el mejor de los casos hasta  los  30 años va a ser la base inmutable para el comportamiento de la persona. Formas de pensar muy pobres con ideas muy escasas y en muchos casos  erróneas, con conceptos toscos, sin matices, sin capacidad de penetración  en la esencia de las cosas y operando exclusivamente acerca de los intereses personales, a lo sumo familiares y en ocasiones de forma egoísta y mezquina, van a ser los encargados de interpretar el mundo, la vida, las relaciones humanas hasta el fin de sus días. En estas condiciones nos podemos preguntar ¿Que relación puede haber entre ese contenido de la consciencia y la realidad y con la verdad?

MORAL  Para entender el sentido de este concepto en este análisis que estamos intentando llevar a cabo es necesario que dejemos a un lado el significado convencional de la palabra  “moral”. En principio vamos a desarrollar brevemente una idea sobre la realidad del mundo desde la perspectiva esotérica de la realidad. Situémonos como seres humanos en el cosmos. Podemos afirmar que el ser humano vive en el cosmos, pertenece al cosmos y depende del cosmos. Entender esto no es demasiado difícil. Sigamos adelante, pero si depende del cosmos ¿De que depende, de fuerzas? Y esas fuerzas ¿Son ciegas y aleatorias o hay en ellas sabiduría? Si puedo percibir sabiduría y ya creo que lo puedo percibir en todas y cada una de las leyes que vamos conociendo durante el estudio de nuestro universo, entonces me planteo ¿Desde donde se puede manifestar la sabiduría? Desde una consciencia. Y ¿En donde vive o existe una consciencia? En un ser. De momento no vamos a entrar a considerar de que tipo de seres estamos hablando y cuales son los niveles o planos en los que se desarrolla su existencia, pero si podemos afirmar que, si esto es así, no estamos solos en el cosmos o en el universo. Vemos, por tanto, que los seres humanos  coexistimos: en nuestro mundo con los seres de otros reinos, animales, vegetales, minerales y el conjunto de todo lo que conocemos como ecosistema. Y mucho más ampliamente coexistimos con todos los seres que existen en el cosmos,  en todos los planos de la realidad que podamos imaginar.

 

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