El proceso de Crecimiento Interior no es, nunca, un camino fácil.
No es un paseo romántico, ni una suave caminata bajo la sombra de los árboles.
Conlleva una continua lucha –no necesariamente dura-, y una incesante zozobra, en la que, de vez en cuando aparecen momentos de paz que, con el tiempo y el trabajo personal, se van haciendo cada vez más intensos y más habituales.
El proceso conlleva el descubrimiento de uno mismo, y en el transcurso del mismo pueden aparecer algunas cosas desagradables –no siempre-, cosas que han estado ocultas durante mucho tiempo –muchas-, y que por ello son desconocidas.
Hay un miedo latente antes y durante el proceso.
El miedo a lo desconocido.
En el refranero español hay uno que dice: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Lo que nos da una idea de cómo hay una tendencia a preferir quedarse con lo que uno ya conoce (en muchos casos porque no le ha quedado más remedio que reconocerlo), y el desánimo con que se encarara una búsqueda que puede aportar el descubrimiento de algo que no nos va a gustar, y preferimos mantener oculto y desconocido, incluso renegando de ello.
“Es que –piensa uno- si me meto en el proceso y descubro algo que no me gusta… ¿cómo lo borro, cómo lo olvido después?” Habré encontrado otra razón más para no gustarme…
En la ignorancia de las cosas, uno no se ve afectado por ellas, pero cuando han aparecido, ya son innegables…
Ese es uno de los temores más comunes.
Otro dicho habitual es: “Virgencita, que me quede como estoy”.
Que es, otra vez, una aceptación sumisa de lo que uno cree que es, ante el temor de que lo desconocido sea peor.
Pero al evitar ese proceso –imprescindible en mi opinión- uno también se pierde la oportunidad de descubrir las cosas excelentes que uno –siempre, de esto no tengo duda- tiene.
Se trata de descubrir, reconocer, aceptar, y apreciar.
Porque a todos nos pasa que somos capaces de reconocer y apreciar una cualidad en otra persona, pero no valoramos esa misma cualidad en uno mismo.
Es una injusticia habitual.
Y una humildad y modestia equivocadas.
En un acto de verdadera, honesta y auténtica humildad, reconoce, acepta, y aprecia tus cualidades y dones, tus virtudes y habilidades, tus capacidades y bondades.
En un acto de amor hacia ti, de rectitud y moralidad, sigue en el Camino de tu Crecimiento Personal con más dedicación, con más atención, con más intensidad, y te garantizo unos resultados que te harán mirarte de otro modo, sentirte muy a gusto contigo, y eso te hará muy feliz.
Sé tan valiente como puedes llegar a serlo.
