¿Cuánto sabes?
¿Es importante saber muchas cosas?
¿Te preocupa mucho si no sabes muchas cosas?
Me encuentro con muchas personas que se sienten asombradas, y hasta acomplejadas, ante la presencia de los que "saben muchas cosas", entendiendo por saber muchas cosas el hecho de tener conocimientos de muchos asuntos distintos, de los que ha acumulado una serie de nociones o información.
Hay quien es capaz de recitar de memoria una retahíla de frases célebres, o conoce los nombres de muchos grandes maestros orientales, o tiene unas ideas de astrología, sabe lo elemental del budismo, ha hecho un poco de meditación, o se ha leído unos cuantos libros de asuntos de la nueva era.
La mayoría de ellos, son personas vacías.
Personas que se auto-engañan creyéndose que son lo que les hacen creer a los demás que son.
O son personas que se creen que por el hecho de tener acumulada una gran cantidad de información se merecen el título de "seres evolucionados", o "maestros", y con eso se dan por contentos.
Yo, que he sido uno de ellos, y posiblemente me queden residuos que tardaré años en eliminar, ahora me doy cuenta de que eso no es importante. Más bien es un lastre.
Ahora, promuevo más la idea de que es innecesario acumular tanta información.
Y que tiene razón lo que afirma la célebre frase: "Un burro cargado de libros no deja de ser un burro".
Ahora me gusta distinguir entre "lo que recuerdo" y "lo que sé".
Lo que recuerdo, es una parte de lo que leí o lo que escuché y almacené sin más. Lo que no me dejó huella, lo que se quedó sólo en una idea que podía haber llegado a elaborar, haciendo mío el resultado de esa elaboración, y convirtiéndola en "lo que sé".
"Lo que recuerdo", es sólo información, frases, ideas de los demás, varias palabras juntas... es frío, y no está instalado en mi corazón o mis sentimientos, sino que simplemente forma parte del archivo que tengo en el cerebro.
"Lo que sé", en cambio, es mío.
Lleva mi firma.
Me he dado cuenta de ello, lo he aprehendido, lo he integrado en mí o ha brotado de mí. Forma parte de mí.
De "lo que recuerdo" no siempre me acuerdo.
"Lo que sé" no lo puedo olvidar porque es o soy "yo". No lo puedo separar de mí.
Son mis filosofías religiosas, políticas, o de la vida cotidiana.
Son mi naturaleza y mis principios.
Forma parte de mí y no se puede separar de mí en ningún momento.
"Lo que recuerdo" se puede olvidar, o se puede extraviar entre toda la información que tengo guardada.
"Lo que sé", lo sé, y lo soy, a todas horas.
Propongo desaprender, olvidar, borrar, tirar, reciclar, desechar, y hacer una limpieza general de conceptos que no resuenan dentro de uno sin dudas; quitar todo aquello que no lleven nuestra propia firma, aquello por los que no daríamos la vida -simbólicamente, por supuesto-.
Propongo eliminar todo lo que no nos parezca puro y propio.
"Menos es más", como dice la frase.
Me disgustan las personas que, cuando se les pregunta algo, recurren a una cita célebre, o utilizan "como decía fulanito..." parecen pertenecer a una secta que les ha convencido de que no tienen que pensar, y les dan las respuestas ya elaboradas y listas para servir.
Admiro cada vez más la sabiduría del pueblo, la que no utiliza palabras ni conceptos rimbombantes; admiro a las personas que saben decir "no sé" cuando no saben y se quedan tan tranquilas. Admiro a quienes se han elaborado sus propios principios, tienen ideas propias -aunque no brillen-, y no tratan de impresionar a nadie.
Admiro cada vez más a las personas sencillas que llevan dentro de sí una inmensidad de sentimientos, y los viven, aunque luego no sepan describirlos, y a quienes buscan en su interior y saben escucharse.
A las personas se les mide por lo que son y no por lo que saben.
Ser culto es relativamente sencillo: sólo hay que ejercitar la memoria y acumular información. Pero eso, que puede ser una buena base para desarrollarse, casi siempre se queda atrofiado y no pasa de su repetición mecánica memorizada.
Ser sabio, en cambio, es mucho más sencillo y más interesante.
Basta con sentir, con confiar en uno mismo, y con conformarse con cada pequeño descubrimiento que se haga, en la espera continua e incansable del siguiente.
Te sugiero que una vez llegues al punto final te dediques un tiempo, averigües si sabes o recuerdas, y decidas de cuál de ellos quieres ser a partir de ahora.