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 NO PUEDO DEJARLO



Noviembre 26, 2012, 07:03:27 am
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NO PUEDO DEJARLO
« en: Noviembre 26, 2012, 07:03:27 am »
NO PUEDO DEJARLO


–No puedo dejarlo. Sé que no me hace bien estar con él, pero no puedo…

–¿Y por qué crees que no te hace bien estar con él?

–¿Cómo que por qué creo? ¡Lo sabes bien!

–Pero es que no sirve lo que yo sepa o lo que yo crea. Lo importante es lo que creas tú. Entonces, ¿por qué no te hace bien?

–¿Me estás “terapiando”?

–Sip.

Magda se mueve incómoda en su silla frente al computador, a miles de kilómetros de su amiga en Chile. Elisa nunca le permite simplemente quejarse, siempre le recuerda que ella es la responsable de lo que le pasa. Qué rabia. Pero quien busca un consejero, busca el consejo, recuerda. Está bien, se dice.

–Pucha, no me hace bien estar siempre discutiendo con él, reclamándole más atención, pidiéndole que se fije en mí –Magda se anima–. ¿Sabes que yo siempre le envío primero un whatsapp, preguntándole cómo está? A veces me contesta al tiro, a veces se demora, a veces no me contesta… De verdad que muchas veces siento que está mejor con sus amigos que conmigo.

–Pero algo bueno debe tener esa relación, de otro modo no te costaría tanto dejarla –a Elisa se le aparecen en su mente sus propias historias de desamor.

–Es que ¿sabes? Cuando creo que veo todo claro y me doy cuenta de que no me estoy queriendo lo suficiente, que estoy mendigando cariño, me paro en mis pies -o creo que lo hago…- y hablo directamente con él, le hago ver que esta relación no funciona y que quizá sea mejor dejarla hasta ahí. Y en esos instantes Pablo parece conectarse con su propio corazón, me dice que lo siente, que yo tengo razón y me asegura que hará todo lo posible por dar respuesta a mis demandas. Y se vuelve un hombre muy cariñoso. Y pasan días en que está muy atento conmigo, me escribe, me llama, me invita. ¡Todo parece relucir!

–Pero…

–Ay, sí, pero. ¡Pero, pero, pero! ¡Siempre están los peros!

Elisa se ríe frente a su notebook, luego de tomar un sorbo del chocolate caliente que se había preparado minutos antes de comenzar a chatear con su querida amiga. Hace frío en Chile. Es invierno, por lo que aprovecha de regalonearse comiendo cositas dulces. Le encantan.

–Pero es que eso dura sólo algunos días… –explica Magda–. Luego todo vuelve a ser igual. No digo que sea súper apático, es rico estar con él, me hace cariño. Incluso me dice que me encuentra linda, algo que Mauro no me decía. Así es que yo considero que he avanzado, porque encontré un hombre más amoroso que el anterior…

–Es que sí ­–interrumpe Elisa–, yo también creo que has avanzado. Y mucho. Sólo que ese mismo avance te muestra que hoy Pablo ya no es suficiente para ti, que mereces más, ¿no?

–Hmm… Es que me duele sólo pensar en dejarlo. Me confundo, no sé si será la mejor decisión. ¿Y qué tal si él es lo mejor a lo que puedo aspirar? –Magda teclea rápidamente las ideas que se le vienen–.  Recuerdo que alguna vez me dijiste que yo me busco hombres así porque yo misma no estoy muy abierta a aceptar a alguien más cariñoso en mi vida, porque le tengo miedo al amor, porque no lo conozco y por eso le temo, y que por eso sigo reproduciendo el ambiente de falta de calidez en el que crecí, en el que sí me siento cómoda. Y entonces, ¿no seremos ambos "un roto pa un descosío"? ¿No será mejor que tratemos de convivir lo mejor posible y de crecer juntos?

Luego de terminar la lectura de esas últimas palabras, Elisa gira su mirada hacia la ventana y suspira. Es razonable lo que piensa Magda, y sin embargo, no termina de sentirse cómoda con esa suposición.

–El problema, Magda, es que vives sufriendo. Es drama tras drama. Si crees que puedes seguir viviendo de ese modo, está bien, tú decides tu vida. Pero si no, yo te invitaría a actuar de un modo sólo un poco diferente para buscar una solución.

–¿Cómo así? –Magda se interesa, aunque con un poco de temor.

–No sabemos cuál es el mejor remedio para este asunto del corazón, ¿no? Y no sabemos, porque la mente, la razón, no puede saberlo. La mente no alcanza a ver todas las implicancias del tema, ni puede vislumbrar todos los potenciales de solución que se encuentran delante de ti. Entonces, lo que yo te invito a hacer es llamar a la "solución creativa".

–Excuse me?

–Es como pedir que se te muestre el camino, pero de un modo diferente. Simplemente no tomes ninguna decisión, no hagas nada. No le reclames a Pablo, no te quejes aunque quieras hacerlo, suelta y deja que las cosas sucedan. En lugar de todo eso, detente un momento y, teniendo en tu mente tu relación con Pablo, sólo toma una respiración profunda con la intención de traer una solución sobre este asunto a tu vida. Confía en ti. Confía en que al respirar conscientemente con esta intención de resolución sobre este problema, éste se aclarará por sí solo de un modo que tu mente no puede resolver. Sólo respira, suelta y confía. Y hazlo las veces que sean necesarias.

–Sí, me gustó. Lo voy a intentar ahora mismo.

Magda retira sus manos del teclado, cierra sus ojos, visualiza en su mente la figura de Pablo y la de ella, y luego inspira largamente diciendo en voz alta: "que la mejor solución a esta situación venga a mí, que este tema se resuelva del mejor modo posible para ambos". Vuelve a inspirar y abre sus ojos.

–Que así sea –escribe en el chat.

–Así será –concluye Elisa, complacida.

Edna Wend-Erdel




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« Última modificación: Noviembre 26, 2012, 07:50:07 am por francisco de sales »

 

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