LA FILOSOFÍA SEGÚN HEGEL
A la historia de la Filosofía Hegel le dedica una de sus grandes obras: las Lecciones sobre la historia de la Filosofía. En ella presenta el desarrollo histórico de la Filosofía como un proceso en el que la verdad misma deviene, enriqueciéndose y haciéndose cada vez más compleja y profunda.
En la introducción a dichas Lecciones, dice el filósofo alemán: “La historia de la Filosofía despliega ante nosotros la sucesión de los espíritus nobles, la galería de los héroes de la razón pensante, que, sostenidos por la fuerza de esta razón, han sabido penetrar en la esencia de las cosas, de la Naturaleza y del espíritu, en la esencia de Dios, y que han ido acumulando con su esfuerzo, para nosotros, el más grande de los tesoros: el del conocimiento racional.”
La mera acumulación de datos no basta para historiar este proceso. Es necesario captar la dinámica interna de su evolución, que no es sino la progresiva autodeterminación de la idea. “La historia sólo es, a primera vista, una sucesión de acontecimientos fortuitos en la que cada hecho ocupa un lugar aislado y para sí, sin que haya entre ellos otro nexo de unión que el tiempo. Pero esta concepción no puede satisfacernos[...] Los hechos históricos sólo tienen un relieve, una significación, cuando se los pone en relación con un algo general y a través de su entronque con ello; tener ante los ojos este algo general es, por tanto, comprender la significación de los hechos en la historia.”
Al estudiar la historia de la Filosofía no hemos de tratar a cada autor, a cada escuela, y cada época, en forma aislada, porque la verdad de la Filosofía se encuentra en el proceso que todos esos momentos constituyen y dentro del cual adquieren pleno sentido. Cada momento, tomado en forma aislada, se torna deficiente, equivocado, caprichoso; pero “la historia de la Filosofía, considerada en su conjunto, es un proceso necesario y consecuente, racional de suyo y determinado a priori por su idea”.
Y, dentro de este proceso histórico de conquista de la autoconciencia, “[...] las diversas partes cobran sentido y valor esencial sólo por su relación con el todo”.
En su desarrollo, la Filosofía parte de lo más abstracto, general, e imperfecto, y avanza por contradicción y superación hacia lo más perfecto y rico. Cada momento asume lo anterior y lo integra, no lo anula. Cada sistema filosófico pervive formando parte del posterior. Según sostiene Urdanoz, con Hegel “la historicidad entendida en sentido iluminista, como negación y crítica de la tradición, es sustituida por el ideal romántico de la historicidad, como una herencia, como un revivir que es al mismo tiempo renovar y conservar el patrimonio espiritual adquirido”.
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