El Judaísmo es la religión del pueblo judío. Es la más antigua y la más pequeña de las tres religiones monoteístas —Cristianismo, Judaísmo e Islamismo; conocidas también como «religiones del libro» o «abrahámicas»— y aquella de la que históricamente se desglosaron las otras dos.
Aunque no existe un cuerpo único que sistematice y fije el contenido dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas contenidas en el Tanaj, un compendio de libros de diversa procedencia a los que se atribuye inspiración divina.
Juega también un papel importante en la práctica religiosa la tradición oral, supuestamente entregada a Moisés y conservada desde su época y la de los profetas hasta nuestros días, que rige la interpretación del texto bíblico; la codificación y comentario de esta tradición ha dado origen al Talmud y a un enorme cuerpo exegético, desarrollado hasta el día de hoy por los estudiosos.
El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente, Yahveh, que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torah. Consecuentemente, las normas derivadas de tales textos y de la tradición oral constituyen la guía de vida de los judíos, aunque la observancia de las mismas varía mucho de unos grupos a otros.
Otra de las características del judaísmo, que lo diferencia netamente de las otras religiones monoteístas, radica en que en un mismo concepto convergen no sólo la religión judía, sino también el judaísmo como pueblo o nación, y aun como tradición, cultura o etnia, conceptos todos ellos independientes entre sí, e inseparables por otro lado para la correcta comprensión del judaísmo.
Según la tradición, los orígenes del judaísmo se remontan a Abraham, llamado el primer hebreo (del hebreo
?, ivrí: "el que viene del otro lado"), por haber venido a la tierra de Canaán desde Mesopotamia siguiendo el llamado de Yahveh (Genesis 12,1), hace unos 4000 años. Abraham es considerado patriarca por los tres principales credos monoteístas, y de aquí que sean conocidos también como "religiones abrahámicas".
Los judíos son llamados en la Biblia, "hijos de Israel" (Exodo 1,1.7}}; nótese la extensión en el significado entre el versículo 1 y el 7), y de aquí serán llamados más adelante, el pueblo de Israel. El nombre de Israel le fue otorgado al patriarca Jacob, nieto de Abraham, por el ángel con el que se trabó en lucha, quien al bendecirlo le llamó Israel (
?, del hebreo "uno que ha luchado con Dios", Genesis 32,24-28). El nombre judío aparece sólo con posterioridad (Ester 2,5), y proviene de la Tribu de Judá (del hebreo
??, Yehudá, hijo de Jacob), una de las doce tribus del pueblo de Israel, y la única remanente luego de la escisión entre los reinos de Israel y de Judea, y la destrucción de Israel y el posterior exilio de las diez tribus que lo formaban a manos de Asiria, en el año 722 a.C.: Yahveh se airó en gran manera contra Israel y los apartó de su rostro, quedando solamente la tribu de Judá (2Reyes 17,18).
Éstos son algunos de los principios sobre los que se basa la religión judía, o que la caracterizan.
El judaísmo venera al Tanaj, compendio de 24 libros que cuenta la historia del hombre y de los judíos, desde la Creación hasta la construcción del Segundo Templo, e incluye también preceptos religiosos, morales y jurídicos; filosofía, profecías y poesía, entre otros. Sus cinco primeros libros, la Tora o Pentateuco, son considerados escritos por inspiración divina y por ende sagrados, y su lectura pública en la sinagoga los días lunes, jueves y sábados, son parte fundamental del culto judío, lo que le ha valido al pueblo judío el nombre de «Pueblo del Libro».
La Torah es la fuente primera de los siete preceptos morales básicos que obligan a todo ser humano como tal («Los siete preceptos de los hijos de Noé»; Genesis 9,1-7), y de los 613 preceptos religiosos que obligan a los judíos: 365 que imponen abstenerse de acción —uno por cada día del año— y 248 preceptos que obligan positivamente a hacer —uno por cada parte del cuerpo—. Los preceptos bíblicos son comentados, explicados, ampliados e implementados por las diferentes exégesis que plasmaron por escrito las tradiciones orales: la Mishná y el Talmud.
Los preceptos jurídicos, éticos, morales y religiosos que emanan de la Torá, y que junto a su explicación de la Mishná conforman el corpus jurídico principal del judaísmo, el Talmud, son conocidos como la ley judía o Halajá (
?, "camino"); cuya fuente compilativa principal y reconocida por los judíos de todo el mundo —amén de una riquísima y amplia literatura halájica a lo largo de los siglos— es el libro medieval "Shulján Aruj" (
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?, "la mesa servida"). Los mandamientos de la Halajá comandan el ciclo íntegro de la vida judía observante, desde la circuncisión al nacer Genesis 17,10), pasando por la alimentación (la Cashrut,
?, Levitico 11,1-47), la vida íntima Levitico 12,1-8), la vestimenta Levitico 19,19), y así todos los hitos principales de la vida del hombre, hasta su muerte.
La plegaria más solemne de la religión judía, que plasma la esencia misma de la creencia monoteísta, aparece en el quinto y último libro de la Torá: "Oye, Israel, Yavé es nuestro Dios, Yavé es Uno" (
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??; Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad; Deuteronomio 6,4). Los creyentes la recitan dos veces por día, en las oraciones de la madrugada y del atardecer, y es el último rezo en boca de un judío, antes de morir.
El símbolo judío de nuestros días por excelencia, es la estrella de David (
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??, Maguén David, "escudo de David"), llamado así por la creencia de que el rey David lo adoptó como símbolo de armas en su escudo de guerra y el de sus soldados; aunque aparece con su significado actual muchísimo más tarde, hacia la Edad Media. El símbolo conocido más antiguo del judaísmo, es el candelabro de siete brazos (
??, Menorá), emplazado antiguamente en el Tabernáculo (Exodo 25,31-40), y luego en el Templo de Jerusalén (1Reyes 7,49).
La vida judía se rige por un calendario sui generis, basado en la combinación del ciclo mensual lunar y del año solar, cuyos orígenes se remontan a tiempos bíblicos, y por el cual se rigen las festividades y ritos de la religión hasta el día de hoy.
La festividad judía más venerada es el Shabat (del hebreo
?, sábado, "reposo, cese de actividad", Genesis 2,2-3), considerado sagrado y superado en solemnidad sólo por el día del Perdón o Yom Kipur, precisamente llamado también "Sábado de sábados". Su relevancia en la vida judía es tal, al punto de incluirse entre los Diez Mandamientos, que se estiman palabra divina (Exodo 20,8-11, Deuteronomio 5,12-15).
El liderazgo de la comunidad judía tradicional está en manos del rabino, persona culta y docta en la Halajá, que conduce a sus acólitos no sólo en lo espiritual y religioso, celebrando el culto judío, sus festividades y celebraciones; sino que se gana el respeto de su grey como autoridad moral y líder comunitario, brindando consejo, solucionando problemas y dirimiendo conflictos que se suscitasen entre sus miembros.
El culto judío se celebra en el templo o sinagoga, que sirve asimismo de lugar de reunión y encuentro comunitario, para cuyo fin el rezo en público requiere de un mínimo de diez varones (Minyán). La sinagoga sustituye en tal función al Templo de Jerusalén, destruido en el año 70 y lugar único de oración y peregrinación hasta su desaparición física. Del mismo modo, los sacrificios rituales que allí se efectuaban, fueron reemplazados por sendas plegarias, que el judío piadoso eleva tres veces al día: al alba (
, Shajarit), por la tarde (
?, Minjá) y al anochecer (
??, Arvit). En días festivos se agrega una cuarta a media mañana (
, Musaf), y sólo en Yom Kipur se cierra la celebración con una quinta plegaria (
??, Ne'ilá).
La religión y el pueblo judío, consagraron desde siempre a la tierra de Israel como uno de sus ejes principales, ya desde sus mismos albores (Genesis 12,7), convirtiéndose ésta en parte integral de la idiosincrasia judía: el mundo se divide entre la Tierra Santa y todo el resto, llamado diáspora. Así, las sinagogas de todo el mundo se construyen de cara a Israel; los rezos y festividades concuerdan con su clima y sus estaciones; gran parte de los preceptos pueden cumplirse sólo al pisar su suelo, por nombrar algunos pocos. Dentro de la tierra de Israel, ocupa Jerusalén un lugar único en la devoción judía; y dentro de la ciudad, los restos del Templo de Salomón, el llamado "Muro de las lamentaciones", es considerado el más sagrado de los sitios. Comparten con Jerusalén su condición de santidad, en menor medida, también las ciudades de Hebrón, Safed y Tiberíades.
El pueblo judío se identificó desde un principio con la lengua hebrea, considerada "lengua sagrada" (
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, leshón hakódesh), en la que está escrita la Torá y la gran mayoría de la literatura hebrea. Relegada a condición de lengua muerta durante siglos, reservada a la oración, la literatura y textos jurídicos y teológicos, fue recuperada como lengua hablada y modernizada con el resurgir del sionismo y adoptada como lengua oficial del Estado de Israel.