Virgen María, mira aquí, son tantos nudos en mi, ayúdame Santa Mujer, solo, no los puedo deshacer.
Todo mi cuerpo padece, esta cruel enfermedad, el dolor que me domina, mi alma no soportará.
Yo no estoy, ya preparado para este final, ¿Será quizá esta prueba que yo deba superar?
No soy santo, ni merezco ser un mártir en el cielo. Soy pecador te confieso, dame más tiempo te ruego para mi vida cambiar.
Tan solo tiempo te pido, para pedir perdón a los que ofendí, para perdonar y para devolver bondad y amor sin fin.
Cuando mi espíritu prepare, te pediré de igual modo que me lleves a tu lado.
Con tu poder infinito, que los nudos desatas quita de mi mal una parte que me pueda aliviar.
Si tú desatas mis nudos, ¡Oh Virgen!; yo te prometo, traerte mi alma, mis sueños, todo mi amor completo.
Madre nuestra, Madre mía, Aboga por mí en el cielo.
¡Amén!