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 LA IMPORTANCIA DE LA MEDITACIÓN



Diciembre 01, 2012, 01:54:04 pm
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LA IMPORTANCIA DE LA MEDITACIÓN
« en: Diciembre 01, 2012, 01:54:04 pm »
La importancia de la meditación

 

 

Las personas somos todas diferentes. Es imposible encontrar a dos iguales. Tenemos diferentes cuerpos, ideas, sueños, esperanzas, miedos, frustraciones, pasados e ilusiones. Sin embargo, hay algo que casi todas las personas del siglo XXI tenemos en común. Pero no se trata de nada positivo: es el estrés, la inestabilidad emocional, la falta de tiempo y de energía.
Según datos de las Naciones Unidas, el 50% de la población mundial vive en las ciudades, enormes centros urbanos que crecen sin parar, caracterizados por el tráfico, el ruido, la falta de espacio, de contacto con la naturaleza, y la abundancia de smog y contaminación ambiental. Un espacio donde los hombres y las mujeres, más que vivir, sentir, relacionarse y amar, corremos. Al trabajo, a buscar a los hijos a la escuela, a casa, a cumplir con los cientos de compromisos que hemos asumido.
Las agujas del reloj avanzan inevitablemente, y las 24 horas que tiene el día parecen insuficientes para hacer todo lo que está anotado en nuestra agenda.
Es enorme la cantidad de consultas médicas asociadas al estrés. Los dolores de espalda y en la zona lumbar, el reuma, las migrañas y jaquecas, las disfunciones sexuales, las úlceras y hasta las inflamaciones de las amígdalas muchas veces son causadas por el estrés. El daño que esta enfermedad puede hacer a nuestro cuerpo es muy grande, y es imprescindible tomar medidas para evitar que siga desmejorando nuestra salud física, emocional y espiritual.
¿Qué podemos hacer para lograr esto? Parecería que la única solución es escapar de todo aquello que nos estresa. Pero mudarse al campo no es una opción para la mayoría de las personas. Debemos seguir cumpliendo con nuestras obligaciones, en el marco de un ámbito urbano, ajetreado, incluso hostil. Entonces, es fundamental encontrar la forma de evitar que ese ajetreo ingrese a nuestro interior.
Mantenerlo lejos de nuestro corazón no es sencillo, porque nos rodea y está presente en todos lados. Pero no es imposible: la meditación es la forma de lograrlo.
Pero... ¿qué es exactamente la meditación? Pues bien, la palabra "meditación" proviene del término meditatio, que en latín antiguo se utilizaba para indicar cualquier tipo de ejercicios físicos o intelectuales. Es decir, sería "meditatio" tanto el Yoga como los aeróbicos, el Tai Chi Chuan como la natación.
Con el paso de los años, sin embargo, el significado de la palabra fue volviéndose más específico, y pasó a utilizarse como sinónimo "contemplación". Es decir que la meditación no es sólo un método de relax para escapar del estrés. Lo ataca, por supuesto, pero también nos provee armonía. Nos ayuda a contemplar en nuestro interior, y por lo tanto, a mirar con otros ojos al mundo, a los demás y a nosotros mismos.
La meditación es, al fin y al cabo, una herramienta para transitar por el camino del auto-descubrimiento. Y si sirve para contrarrestar los efectos negativos de las tensiones del mundo moderno, es porque justamente es un método de introspección y conexión con nuestro verdadero Ser.
Meditar cada día es muy curativo porque la calma que trae es salud. De hecho, los médicos de hoy recomiendan cada vez más a sus pacientes practicar meditación, Yoga, Tai Chi Chuan o alguna de las diferentes disciplinas hasta hace poco consideradas esotéricas, para nada científicas y sin beneficios verdaderos sobre nuestra salud. ¿Por qué?, porque es necesario entrenar tanto el cuerpo como el alma.
Meditar no implica un gran esfuerzo físico, pero sí nos ayuda a concientizarnos de nuestro propio cuerpo. Cuidamos la respiración, experimentamos nuestro soporte físico desde la quietud y, una vez explorada nuestra finitud, nos lleva a concentrarnos en eso que algunos llaman alma, otros espíritu, y que no es más que nuestro Ser interior.
Esto nos ayuda a mejorar nuestra manera de concentrarnos, a ser más precisos a la hora de pensar, sentir y actuar. Además, mejora la calidad de nuestras relaciones y aumenta nuestra capacidad de comunicación. Gracias a todo esto, con la meditación aumenta:
• La claridad de nuestros pensamientos.
• La confianza en nosotros mismos.
• El equilibrio emocional.
• La capacidad de adaptarnos a los cambios.
Aunque hoy consideramos a la meditación como una práctica venida de Oriente, no existe únicamente en la filosofía de ese hemisferio: las prácticas monásticas y algunas plegarias cristianas, muy populares durante la Edad Media en Europa, pueden considerarse como formas de meditación. La oración, las plegarias, recitar el Padre Nuestro o el Ave María son técnicas cristianas y occidentales de meditación.
La diferencia entre la meditación originaria de Oriente y la que se desarrolló en Occidente es que en los templos de Japón, China o la India se utiliza el término "meditación" para describir el estado que se experimenta cuando la mente se libera de todo pensamiento, y nos alejamos del mundo material para encontrar no sólo al Ser único y completo que todos tenemos dentro (nuestra alma), sino para lograr la comunión entre ese Ser y una instancia exterior y superior. Algunos la llaman Dios, otros simplemente Divinidad, y también se la conoce como Universo, Energía Cósmica, Chi o Poder Divino.
En todo caso, se trata de la conexión con el mundo que nos rodea, con la gente que lo comparte con nosotros, y con nuestros deseos, miedos, amores, traumas, impulsos y sueños más secretos.
Vale hacer una aclaración: aunque la meditación nos lleva a concentrarnos en nosotros mismos, esto no significa de ningún modo que sea una forma de aislamiento. Buscar a nuestro Ser y conectarnos con él es una forma de interactuar más plenamente con el mundo exterior. Meditar pone límite a los problemas laborales, a las tensiones, a las discusiones. Inmersos en los problemas, no les encontramos solución. Alejando nuestra mente de ellos, los vemos en su verdadera dimensión.
Y al mismo tiempo, hacemos foco en todo lo que el mundo tiene para ofrecernos, y que generalmente perdemos de vista: los amigos, la familia. En fin: los afectos.
Una buena forma de definir a la meditación es como una forma de silencio. Porque meditar es detenerse, es limpiar la mente, es poner en "pausa", aunque sea por unos minutos cada día, el trajín de la vida moderna y conectarse con el Ser, la esencia de todo ser humano.
La meditación permite afrontar la vida con otra actitud. En calma, sin preocuparnos por el mundo real, tangible, nos aventuramos en nuestra alma. Y así, la meditación nos brinda claridad.
Claridad para ver la vida de otro modo. Para tomar decisiones difíciles. Para enfrentar problemas. Para salir al mundo cada nuevo día con una actitud positiva, seguros de nosotros mismos.
Una actitud que es también emprendedora. Porque la meditación nos da la energía que necesitamos para emprender nuestros proyectos y nos da una nueva perspectiva de la vida. Ganamos, así, efectividad, energía, optimismo.
Meditar, entonces, es lograr cumplir con todas las obligaciones que tenemos, y además, encontrarnos con nosotros mismos, ese extraño que se pierde entre las obligaciones, las preocupaciones y el estrés. Ese extraño que, gracias a la meditación, puede volver a hablarnos al oído y al corazón.
Sólo así, el ser humano florece.


Meditar: un método para lograr el equilibrio del ser

 

Gracias a la popularidad que ha obtenido la filosofía oriental durante las últimas décadas, todos estamos familiarizados con el símbolo del Yin y Yang. Conformado por dos espirales de tamaños idénticos, uno blanco y otro negro, este simple pero valioso signo ha sido utilizado desde épocas ancestrales para representar y explicar la composición del universo.
Todos los fenómenos que suceden en el mundo y en el interior del ser humano son el resultado de la relación entre dos pares de opuestos: el Yin es todo lo contrario al Yang. La energía Yang es luz, es masculinidad, es el tiempo, es el día, es la expansión, la actividad. La energía Yin es oscuridad, es feminidad, es el espacio, es la noche, es la contracción, es la pasividad. Y la vida no es más que el resultado de la relación entre estas dos fuerzas.
Un polo no existe sin el otro. Por ejemplo, el día no sería posible si la noche no llegara a su fin. Cada par de opuestos necesita del otro para funcionar: debemos dormir, descansar y relajarnos si queremos estar activos, ser diligentes y sentirnos vitales.
Y muy al contrario de lo que generalmente se piensa, la concepción del mundo como pares de opuestos no es una creación exclusiva del mundo oriental. Uno de los filósofos más importantes de la historia de Occidente fue el alemán G. W. Hegel (1770-1831), y la teoría por la que es más conocido, llamada "proceso dialéctico", tiene mucho que ver con el Yin y el Yang. Este importante pensador hablaba de la existencia de tesis, ideas que todos consideran verdad. Cada tesis, sin embargo, origina una antítesis, es decir, una idea totalmente opuesta. Y de la lucha entre estas dos ideas surge una síntesis, una nueva idea, que conjuga elementos de las dos anteriores, y permite así el avance del conocimiento.
¿Qué quiere decir todo esto? Pues que existe un par de opuestos (tesis-antítesis) y que la verdad no está en ninguno de ellos, sino en su unión (síntesis). Nuestra mente funciona de esta misma manera. El cerebro humano se divide en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo, cada uno con ciertas funciones específicas:
• El hemisferio izquierdo es el que se ocupa de la lógica, del procesamiento de la información que se obtiene por medio de los sentidos (el tacto, la vista, el olfato, el oído y el gusto) y del pensamiento matemático. También controla nuestra capacidad de hablar y es quien se ocupa de tomar decisiones. Además, controla la memoria a largo plazo.

 

• El hemisferio derecho es el que se ocupa de las sensaciones, los sentimientos, las fantasías, los deseos y las emociones. Aquí es donde se origina la intuición, y es el hemisferio que controla y permite la creatividad y la originalidad. Las habilidades artísticas son posibles gracias a esta parte del cerebro, que también controla la memoria "profunda" o (los recuerdos inconscientes, que no podemos poner en palabras pero que de todos modos condicionan nuestra forma de ser y pensar).
Ahora bien, en la vida diaria estos dos hemisferios no trabajan aislados, sino que se complementan: para tomar una decisión importante, pensamos en forma racional los pros y los contras (una función del hemisferio izquierdo), pero también tomamos en cuenta nuestras emociones y nuestra intuición (que se originan en el hemisferio derecho).
Cada uno de ellos es totalmente opuesto al otro, y se encarga de tareas completamente diferentes. Pero para poder pensar, sentir y decidir, el ser humano necesita que los dos hemisferios trabajen en forma conjunta. Nuestro cerebro sólo funciona cuando los dos se sintetizan. La meditación busca lo mismo: superar las polaridades y encontrar la esencia de las cosas, que reside entre los dos extremos.
Pero antes de ver cómo la meditación nos puede ayudar a superar el juego de opuestos y crear un balance entre dos grupos de funciones aparentemente contradictorias, es importante conocer a fondo los dos aspectos de la mente: la intuición y la razón.

La mente intuitiva

La definición que el diccionario da de "intuición" es: "conocimiento claro e inmediato de verdades que penetran en nuestro espíritu sin necesidad de razonamiento". La ciencia le habla al hemisferio izquierdo del cerebro, a la lógica, a la capacidad de razonamiento, pero la intuición le habla al hemisferio derecho. Que, como el corazón, no necesita que sea lógico lo que le dicen.
Es más, la intuición muchas veces va en contra de la razón: nos indica que sigamos el camino menos transitado, nos lleva a tomar decisiones sin saber por qué.
Existen dos elementos fundamentales sin los cuales la intuición sería imposible: la sensibilidad y lo inconsciente.
La sensibilidad Se refiere a la facultad que todos los seres humanos tenemos de sentir emociones. A veces se utiliza este término para referirse a la recepción de los estímulos físicos (por ejemplo, un estímulo táctil, que se produce cuando tocamos algo, o uno olfativo, que ocurre cuando percibimos un olor). Pero se trata principalmente de la recepción de estímulos emocionales: miedo, amor, simpatía, alegría, opresión, etcétera.
 

Lo inconsciente

Existen una serie de procesos mentales que actúan sobre nuestra conducta pero que desconocemos conscientemente. Es decir que no los podemos poner en palabras, que no los comprendemos, y que generalmente tampoco sabemos de dónde provienen. Las fobias y los miedos, por ejemplo, son de origen inconsciente.
¿Por qué alguien le tiene miedo a la oscuridad? Si sabe que en esa habitación oscura no hay nada ni nadie, que no es posible que nadie haya ingresado, que no hay posibilidad de que algo malo le pase si ingresa en ella, ¿por qué de todos modos le tiene miedo? Porque está oscura. Y su miedo a la oscuridad quizás se debe a un trauma ya olvidado: podría ser que de pequeño, esta persona se haya tropezado con un juguete mientras caminaba en la oscuridad y se haya lastimado mucho. Hoy, no recuerda este episodio, que está alojado en su inconsciente, pero sí tiene miedo a la oscuridad.
Claro que no todo lo inconsciente es negativo. No se trata sólo de recuerdos desagradables: muchos de los estímulos que recibimos por medio de los cinco sentidos (o seis, si consideramos a la intuición como un sentido más) quedan alojados en el inconsciente. Cuando pasan a la conciencia, que es propia del hemisferio izquierdo del cerebro, son racionalizados, analizados y clasificados. Pero por cada visión, sonido o sensación que se racionaliza, muchas otras quedan en el inconsciente.
La intuición se genera a partir de estas sensaciones no racionalizadas. Por ejemplo, una persona camina por la calle y de pronto se siente en peligro. No hay ningún motivo para que así sea: no hay nadie más en la calle y hay mucha luz. Pero "algo" le dice que está en peligro. Ese "algo" es un estímulo inconsciente que no tiene explicación, pero que no por eso deja de ser menos real. Puede ser cualquier cosa: por ejemplo, la sombra de alguien que seguía a la persona, que el ojo captó pero el hemisferio izquierdo no procesó porque se hallaba ocupado pensando en otra cosa.
En fin, la suma del inconsciente y de la sensibilidad da como resultado la intuición. Que no debe confundirse con las opiniones. Una opinión se basa en la experiencia: si decimos que una dieta específica no sirve para bajar de peso porque ya la hemos probado y no funcionó, esto es una opinión, no una intuición. La intuición sólo depende de las experiencias pasadas en forma inconsciente (y que, por lo tanto, no podemos explicar).
 

 

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