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 MEDITACIÓN CREATIVA



Diciembre 01, 2012, 02:06:07 pm
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MEDITACIÓN CREATIVA
« en: Diciembre 01, 2012, 02:06:07 pm »
Meditación Creativa

 

 

¿Qué es, exactamente, la creatividad?

La mayoría de las personas parecen creer que es una cualidad que poseen los artistas. Los músicos, los actores, los escritores, ellos son creativos. Pero el resto de las personas, no.
Sin embargo, esta es una noción completamente equivocada de la creatividad. La creatividad es una capacidad inherente al ser humano. No es tener la habilidad para dibujar bien o para escribir una poesía bella; la creatividad es el proceso mental por el cual generamos ideas nuevas, o nuevas asociaciones entre ideas ya existentes.
Gracias a la creatividad elaboramos soluciones nuevas para los problemas que se nos presentan. De hecho, esta cualidad se desarrolla más cuando las cosas que necesitamos no están al alcance de nuestras manos. Por necesidad y urgencia, la creatividad se potencia. Por ejemplo: cuando tenemos dinero, vamos al supermercado, compramos alimentos y recurrimos a las comidas clásicas y ya probadas. Pero cuando no tenemos dinero, abrimos la heladera, vemos qué alimentos tenemos e inventamos alguna forma de combinarlos y cocinarlos para crear un nuevo plato.
Este ejemplo nos demuestra cómo la creatividad es una capacidad que utilizamos constantemente. Cuando buscamos un camino diferente para ir de la oficina al trabajo, estamos siendo creativos. Cuando cambiamos los muebles de nuestra casa de lugar para que un ambiente pequeño parezca más grande, estamos siendo creativos. Cuando se nos ocurre una idea que nunca antes se nos había ocurrido, estamos siendo creativos.
Hay quienes piensan que tan sólo somos creativos si realizamos una obra de arte novedosa y original. Pero, en realidad, éste es otro tipo de creatividad. La autora Margaret Boden, toda una autoridad en el tema de la creatividad, diferencia entre:
La creatividad psicológica (que algunos llaman "creatividad personal" y se abrevia como "P-creatividad"), que es cuando a una persona se le ocurre algo que, para él, es nuevo. Si alguien tiene una idea que no había tenido nunca antes, y que nunca antes podría haber tenido, esa idea es P-creativa, sin importar a cuántas otras personas puedan habérsele ocurrido antes. Es el caso, por ejemplo, de una persona que, sin que nadie se lo diga, se dé cuenta que si pinta una habitación pequeña de color blanco, parecerá más grande.
La creatividad histórica ("H-creatividad"), que es cuando a una persona se le ocurre algo que nunca se le había ocurrido jamás a nadie más. Las obras de arte novedosas entran en esta categoría.
Los científicos, los artistas y los filósofos buscan la creatividad histórica: su objetivo es generar ideas nuevas para el mundo. Pero el resto de las personas sólo necesitamos ser creativos personalmente, porque poco importa si la solución que se nos ocurrió para resolver un problema específico se le ocurrió ya a alguien en el pasado. Mientras funcione, mientras se nos haya ocurrido sin ayuda de nadie, es una idea creativa.
La creatividad es salud

Bien, entonces todos somos creativos en mayor o menor medida. Más allá de qué tipo de creatividad desarrollan, quienes estimulan su capacidad de creación disfrutan de varios beneficios psíquicos y físicos.
Primero que nada, al desarrollar la creatividad aprendemos el valor de la persistencia. Hoy en día, tendemos a buscar soluciones fáciles; cuando un problema se muestra complicado, lo ignoramos. Pero quien realiza ejercicios de meditación creativa aprende a mantener un objetivo claro y fijo, y a no rendirse hasta haberlo alcanzado. Porque lo que aprendemos es que todo problema tiene solución, que las claves para resolverlo están en algún lugar de nuestra mente: tan sólo debemos perseverar hasta hallarlas.
De esta manera, aprendemos también a ser flexibles, a adaptarnos al cambio. Porque encontrar solución a nuestros problemas muchas veces demanda que cambiemos nuestro punto de vista.
Después de todo, el mundo se mantiene en movimiento constante. La vida es cambiar, es moverse, es mutar en otra cosa. De la misma manera que los gusanos se transforman en mariposas, una persona evoluciona con el paso de los años. Quienes se resisten al cambio se están perdiendo la esencia de la vida.

 

En 1907, el filósofo francés Henri Bergson publicó un libro llamado La evolución creadora, donde analizaba cómo los seres humanos percibimos el paso del tiempo. Allí nos enseñaba que, por más rutinaria que sea nuestra existencia, cada momento de la vida es único e irrepetible. Y, justamente, quien siente que todos sus días son iguales, siente que la vida carece de sentido. "Porque para un ser consciente, existir consiste en cambiar; cambiar, en madurar; y madurar en crearse indefinidamente a sí mismo", decía Bergson.
Durante la década de los '70, muchos psicólogos se volcaron hacia el estudio de la creatividad humana y crearon una "clínica de la creatividad", cursos donde enseñaban cómo potenciar la capacidad creativa. Generalmente, estos cursos son tomados por artistas en formación, y no por las personas en general. Algo paradójico, porque los artistas están acostumbrados a trabajar con la imaginación, mientras que el resto de los individuos necesitamos aprender a valorarla y potenciarla. Y a explotarla al máximo.
Al hombre occidental le cuesta aceptar su propia creatividad porque, por un lado, tiene barreras de tipo psicológico: el miedo a lo desconocido, al ridículo, la baja autoestima, la falta de confianza en nosotros mismos y en nuestro potencial. Pero, por otro lado, también cuenta con barreras sociales: el sistema educativo occidental inhibe la creatividad.
Afortunadamente, en los últimos años se ha dado un giro al respecto, pero todavía son muchas las escuelas y los maestros que siguen (muchas veces sin saberlo) atentando contra la capacidad creativa de los niños.
Es que cuando nacemos, todos poseemos una creatividad innata y espontánea, que expresamos en todo momento. Los niños imaginan cosas constantemente, pero a medida que van pasando de grado en la escuela, se les enseña a reprimir el surgimiento de imágenes creativas. Lo que sí se hace es enseñar a los alumnos a memorizar, en vez de aprender a relacionar creativamente conceptos e ideas. Y también se les enseñan verdades absolutas, en vez de que todo depende del cristal con que se lo mira.
En suma: se enseña a repetir lo que ya se ha descubierto, pero no se enseña cómo descubrir cosas nuevas.
Sin embargo, para poder evolucionar y transformarnos al mismo ritmo que el mundo, para no quedarnos congelados en un lugar (que es igual a morir, a estar muerto en vida), debemos aprender a adaptarnos, a ser flexibles. Y la creatividad es la habilidad que nos permite encontrar la forma de cambiar y adaptarnos, manteniéndonos vitales.
Ahora bien, todo esto es salud. Porque el desarrollo de la creatividad nos hace sentir capaces y poderosos. Tenemos un problema, encontramos la solución gracias al pensamiento creativo y como resultado experimentamos una gran satisfacción con nosotros mismos. De pronto, la vida es un reto, no es un peligro. Está llena de problemas y conflictos, pero no hay ninguno que nosotros no podamos superar. En lugar de quedarnos atados a los problemas y padecerlos, podemos transformar la realidad con nuestra creatividad.
El estrés es la enfermedad de nuestro siglo. Y se produce cuando nos asaltan la inseguridad, el miedo, la incertidumbre, la saturación. Causa problemas digestivos, musculares, alteraciones del sueño, en casos extremos incluso puede producir desórdenes psicológicos. Pero recurriendo a la creatividad encontramos la forma de confiar en nosotros mismos y así, ser felices.
Porque la felicidad también es salud.
El poder de las imágenes creativas

La meditación creativa estimula el desarrollo de las imágenes mentales que todos generamos. Mejor dicho: todos tenemos imágenes en nuestra cabeza. Algunas son cosas que hemos visto en el pasado, fragmentos de películas, recuerdos o fotos. Pero muchas otras son imágenes creadas por nuestra propia mente.
Cuando estamos ansiosos, generamos imágenes mentales. Supongamos que hemos conocido a una persona que nos atrajo mucho. Le dimos nuestro teléfono. Y esa persona nos prometió que nos llamaría. Mientras esperamos esa bendita llamada, imaginamos cómo será la conversación: qué tono de voz tendremos, qué diremos y qué no, qué actitud asumiremos. Nos imaginamos a nosotros mismos hablando por teléfono. Mejor dicho: nos vemos hablando por teléfono.
Otro ejemplo: estamos buscando una nueva casa. Vamos a ver una. Es un lugar muy agradable, espacioso y tiene todo lo que buscamos. Nos gusta. Inmediatamente, empezamos a imaginarnos dónde pondríamos los muebles. Nos paramos en la entrada del living y empezamos a ver el sofá en ese rincón, la lámpara en ese otro, las cortinas colgando sobre la ventana, las fotos de nuestra familia en la pared.
En ambos casos estamos creando imágenes mentales. De algo que no sucedió aún. De algo que, hasta ahora, sólo existe en nuestra mente. Creamos imágenes constantemente, en nuestra vida diaria, y no sólo cuando planeamos algo a futuro: por ejemplo, cuando leemos un libro recreamos las imágenes descriptas. Y a veces, cuando leemos un texto en el diario, cuando oímos un sonido o cuando escuchamos una canción, nuestra mente crea una imagen que no es un recuerdo, ni una proyección. Este tipo de imágenes creativas son las que vamos a aprender a incentivar y potenciar a través de la meditación.
El principal problema con que nos encontraremos a la hora de meditar, es que estamos acostumbrados a desechar estas imágenes. Nos han inculcado que no son más que ensoñaciones, distracciones que la mente crea de vez en cuando y que no tienen ningún valor. Pero el surgimiento espontáneo de estas imágenes es lo que los artistas, científicos y filósofos llaman inspiración. Son la base del arte, alegría que sentíamos mientras corríamos por la cancha tras la pelota, la imagen ya no estará hablando al hemisferio derecho del cerebro. Acaba de ser traslada al hemisferio izquierdo, y así pierde su fuerza, su esencia, su capacidad de ser una herramienta de auto-descubrimiento.
¿Por qué? Porque al ver esa imagen, ya no veremos a un niño con una pelota. Nos veremos a nosotros cuando éramos pequeños. Ya no es una poderosa arma de transformación personal, es una foto en un álbum familiar. No es que los recuerdos conscientes sean malos para la evolución de una persona, para nada; lo que no es bueno para la evolución de una persona es la necesidad de intelectualizar de todo, de darle a todo un sentido racional, literal, lógico.

La poesía no tiene un sentido racional. Cuando se la explica, se le quita su magia. Y los grandes poemas, en realidad, nunca acaban de ser explicados por la razón. Su musicalidad, su sonoridad, son más fuertes que cualquier explicación.
Las imágenes creativas son materiales inconscientes; cuando se vuelven conscientes se vuelven, también, menos interesantes.
Al contrario de lo que se podría pensar, ver una imagen sin analizarla es muy sencillo. Pensemos en la época en que éramos niños y nos entreteníamos viendo libros con dibujos. En esa época, ¿entendíamos el significado de esos dibujos? ¿O sencillamente nos divertía ver los colores y las formas?
Es más sencillo ver a las imágenes creativas de esta forma, porque es descansar. Es detener a la mente. Ya no tenemos que preocuparnos por encontrar un sentido detrás de las formas y colores. Podemos volver a disfrutar la imagen por la imagen misma, sin ningún concepto o explicación que la valide.
Nos han enseñado desde pequeños que los productos de nuestra mente carecen de importancia, valor o utilidad si no tienen un sentido lógico, una explicación racional. Debemos olvidarnos de esto y meramente observar las imágenes creativas, sin pensar, sin analizar.
El ejercicio de meditación que sigue a continuación procura que nuestro cuerpo físico se relaje al mismo tiempo que generamos la imagen creativa. De esta manera, inconscientemente, asociamos a la imagen el relax. No será así para los demás; nosotros solos veremos paz y armonía en esa imagen.
No todos los misterios de la vida pueden ser explicados por la razón. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué nacemos? ¿Qué sucede cuando morimos? Los mitos, la religión, el arte y la imaginación surgen para cubrir este hueco. Ellos explican lo que de otro modo no tiene explicación.
La imaginación nos enseña los secretos del Universo a través de las imágenes creativas porque ellas se producen en el hemisferio derecho del cerebro, el lugar donde reside la Llama Divina, la pequeña porción de la Divinidad que reside en nuestro interior.
Existe la noción de que la razón supera a la intuición, de que mientras la ciencia avanza más y más, la imaginación se vuelve innecesaria. Pero imaginar es igual a vivir, es igual a conectarnos con lo que somos en nuestro interior. Algo que no siempre expresamos en el mundo exterior, pero que debemos reconocer, porque sino, en vez de desaparecer, gana fuerza y empieza a carcomernos desde adentro.
Por último, es importante y necesario para el proceso de meditación guardar las imágenes que creamos durante la meditación en un diario. Puede ser en un cuaderno o un archivo en la computadora, lo que resulte más práctico para cada uno. Una vez que terminamos de meditar, escribimos la fecha y describimos con tantos detalles como nos sea posible la imagen creada.
Este diario de imágenes será una fuente de relajación. Será un camino al auto-conocimiento, también. Cuando nos sintamos perdidos, podemos recurrir a este diario, y al leer las imágenes que nosotros mismos creamos sentiremos que estamos regresando a casa. De hecho, eso será lo que estemos haciendo: regresando a ese lugar donde nuestro Ser interior se expresa con absoluta claridad. Donde lo que queremos está implícito y claro.
Ejercicio de meditación

1)  Colocamos la imagen elegida a la altura de los ojos.


2)  Asumimos la postura corporal y el mudra elegidos.


3)  Observamos en silencio la imagen elegida. Primero, paseamos la mirada por sus detalles, dejando que el ojo vague por la imagen todo el tiempo que quiera.


4)  Observamos la imagen en forma completa. Fijamos la mirada en ella hasta que la imagen quede fuera de foco.


5)  Cerramos los ojos. Y prestamos atención a lo que vemos: de seguro la imagen o alguna parte de ella quedó grabada en nuestra mente. La observamos sin analizarla, sin pensar en nada, sin esperar nada.


6)  Esperamos pacientemente a que surja en nuestra mente otra imagen que no esté relacionada con la primera.


7)  Nos concentramos en esta nueva imagen. Al hacerlo, veremos que se va haciendo más clara, que se definen mas detalles.


8 )  Retenemos la imagen. La observamos en silencio, tanto tiempo como queramos.


9)  Sin dejar de visualizar la imagen, volcamos nuestra atención a la respiración, y vamos reduciendo su ritmo tanto como nos sea posible.


10) Exhalamos, y al hacerlo, sentimos que nuestro cuerpo se va relajando. Si sentíamos tensiones o dolores, vemos cómo se van disolviendo. Cada exhalación nos relaja más.


11)  Cuando sentimos el cuerpo totalmente relajado, volvemos a concentrarnos en la respiración, y lentamente vamos recuperando su ritmo normal.


12) Observamos la imagen creada. Dejamos que se disuelva, que vaya desapareciendo gradualmente.

 

13) Abrimos los ojos, lentamente.

 
http://www.oraciones.com.es/tecnicas-de-meditacion/meditacion-creativa-2.html

 

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