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 MEDITACIÓN MERKABA



Diciembre 01, 2012, 02:15:13 pm
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MEDITACIÓN MERKABA
« en: Diciembre 01, 2012, 02:15:13 pm »
Meditación Merkaba

 

 

La tradición judía asegura que existen nueve tipos diferentes de ángeles, cada uno con una función especifica. Estos nueve grupos se dividen a su vez en tres jerarquías: la primera vive junto a Dios, la tercera está más cerca de los hombres, y la segunda se ubica en una posición intermedia. En la primera jerarquía se encuentran:
• Los serafines, que son los guardianes del trono de Dios.
•  Los tronos, cuya misión es adorar a Dios.
•  Y, finalmente, los querubines, que son los guardianes de la luz y las estrellas.


A pesar de que la tradición señala a los tronos como los encargados se sostener, justamente, el trono de Dios, en la Biblia (más específicamente, en el libro de Ezequiel) se habla de un episodio en el que cuatro querubines, cada uno con cuatro alas y cuatro rostros (uno humano, otro de un león, otro de un águila y otro más de un buey) conducen el trono-carroza de Dios, una especie de vehículo de cuatro ruedas, llamado Merkaba. Que significa, justamente, "carroza" en hebreo. Algunas versiones afirman que los ángeles no estaban sosteniendo un trono, sino que formaban el trono-carroza con sus cuerpos y alas.
Para el cristianismo, la Merkaba representa a los cuatro evangelios, pero no carga mayor simbolismo o importancia. El trono de Dios es a veces llamado Orifiel, que es el nombre de uno de los arcángeles originales mencionados en la Biblia pero que la Iglesia Católica no reconoce como arcángel oficial.


Hasta aquí, la anécdota no es particularmente interesante. Pero por algún motivo, el pasaje del libro de Ezequiel que menciona a la Merkaba no era estudiado por los judíos en la época medieval. De hecho, todo el libro de Ezequiel era territorio prohibido. Salvo para los eruditos más avanzados y con un profundo entendimiento de los textos judíos. ¿Por qué? Pues porque el libro de Ezequiel era considerado el más místico de todos.


Para fines del siglo XVII, los judíos habían sido víctimas de incontables persecuciones. Esto hizo que se volcaran hacia el estudio de la Torá (el libro sagrado de los judíos, que reúne a los cinco primeros libros de la Biblia católica) y la Hataja, la ley judía tradicional, en vez de profundizar y popularizar sus rituales religiosos. Cuando llegó el siglo XVIII, muchos judíos sentían que su religión se había volcado demasiado hacia el academicismo, y que había perdido su fuerza espiritual, su alegría, y hasta su conexión con Dios. Así que el rabino Israel Ben Eliezer (1700-1760) fundó un movimiento llamado Judaísmo Jasídico, basado en la idea de que no es necesario ser un estudioso para estar cerca de Dios, porque Dios vive en el corazón de todos los hombres. Esta escuela renegaba del estudio racional de los textos sagrados, y prefería un acercamiento a ellos desde el amor.
Jasidismo es un término que proviene del vocablo hebreo jesed, que significa "bondad". Justamente, sus practicantes lo definen como la práctica de la bondad y la piedad, y su objetivo es recuperar la alegría del ritual religioso, regocijarse en el contacto con Dios.


Las escuelas tradicionales del judaísmo se opusieron fuertemente al Jasidismo, en parte porque dejaba de lado la rigidez que la práctica judía había tenido hasta entonces, por también porque los judíos jasídicos empezaron a estudiar la Torá entera, y porque se volcaron hacia los textos reservados para los eruditos. Y entre ellos, al libro de Ezequiel.
Así, los jasídicos rescataron la historia de la Merkaba, y vieron en ella una metáfora sobre la naturaleza, la esencia del hombre y el camino hacia la superación personal.


Los cuatro rostros de los ángeles que sostienen o forman la Merkaba representan según esta filosofía los cuatro elementos de la naturaleza:
El águila representa la tierra. El buey representa el agua. El hombre representa el viento. El león representa el fuego.
Estos cuatro elementos, al combinarse, conforman todo lo que existe en el mundo. Son elementos independientes y a veces hasta contradictorios y en conflicto (el agua apaga el fuego; el viento dispersa la tierra; el viento agita el agua), pero si no trabajaran juntos para crear vida, nuestro planeta y los seres que lo habitamos no existiríamos.
Por lo tanto, dentro del jasidismo, la Merkaba representa la unión de las polaridades, de los objetos materiales, de las partes, que solamente al unirse pueden servir como soporte de la verdadera esencia, de lo que dio origen a todo: Dios.
La imagen de la Merkaba adquiere entonces una fuerza enorme. Es un símbolo del objetivo de toda práctica de meditación: superar las apariencias y alcanzar el principio en común que las genera, lo único que en verdad existe.


La Merkaba es, entonces, no sólo la carroza de Dios, sino un vehículo de superación personal del que todos los seres humanos nos podemos beneficiar. Es el trono de Dios y es la herramienta con que contamos para superar la dualidad de la mente. Es un vehículo que nos permite alcanzar las llamadas "situaciones cumbre".
 
Bajo este título agrupó el psicólogo norteamericano Abraham Maslow (1908-1970) los tres sentimientos que los seres humanos sentimos en aquellos momentos de extrema felicidad y plenitud: la verdad, la belleza y la justicia. Que son, también, los tres valores según los cuales la instancia superior creó el Universo, los planetas y los seres que lo habitan. Todas las personas poseemos dentro de nosotros una pequeña muestra de estas tres cualidades, pero el estilo de vida moderno nos ha alejado mucho de ellos.
Porque entre la Llama Divina y nuestro Ser interior existe una gran distancia, especialmente acentuada por las características de la sociedad occidental. El estrés nos aleja cada vez más de nuestro Ser y de la instancia superior, aislándonos, dejándonos obsesionados con lo material y separados de la esencia. La Merkaba es así el vehículo que podemos tomar para conectarnos nuevamente con el exterior y el interior, y al mismo tiempo abrir un camino entre estos dos por el que fluya energía constantemente.
Cuando fuimos creados por la instancia superior, que es pura dicha, belleza y amor, fue depositada en nuestro corazón la esencia de la Divinidad. Pero al ser humano, a diferencia de los ángeles, se les dio libre albedrío. Y el hombre eligió ignorar esa poderosa Llama Divina que reside en su corazón, para explorar el mundo material. Los ángeles, por su parte, no tuvieron esta opción, y así continúan viviendo en pleno contacto con la dicha, la belleza y el amor. Los seres humanos llevamos tanto tiempo asilando estas cualidades en lo más profundo de nuestro interior, que ya no sabemos cuál es el camino que debemos seguir para encontrarlas. Por suerte, todos poseemos una Merkaba interior, un vehículo que es la suma de las atribuciones divinas y que, aunque está abandonado e inactivo, podemos poner en marcha para viajar hacia nuestro corazón y despertar la Llama Divina.

La Merkaba interior
Existe una teoría llamada "Geometría sagrada", que afirma que las matemáticas y la geometría son la forma en que Dios expresa su perfección. Mejor dicho: que un círculo perfecto es perfecto porque las leyes matemáticas y geométricas que permiten su confección son las mismas leyes con las que Dios creó el mundo. Por lo tanto, algunas figuras geométricas son sagradas, y expresan la armonía, perfección y balance de las fuerzas que conforman el Universo. Una de ellas es la estrella tetraédrica.
Merkaba es, precisamente, el nombre que hoy en día recibe una figura geométrica muy particular que sirve como vehículo de superación. Esta figura se llama "estrella tetraédrica" o "estrella octangular" (porque tiene, en efecto, ocho puntas), y es básicamente una estrella de David tridimensional. Se conforma superponiendo una pirámide de cuatro lados con su vértice apuntando hacia arriba con otra pirámide igual, pero con su vértice apuntando hacia abajo.
 


 

Se considera a esta estrella como una figura cósmica que armoniza todo lo creado. Todos poseemos dentro de nosotros una estrella tetraédrica que gira a una velocidad que depende del caudal de Energía Cósmica que dejamos entrar a nuestro cuerpo.
Cuando nos sentimos alegres, vivaces, en plenitud, el flujo de energía dentro de nuestro cuerpo y hacia el Universo es intenso. En estos casos, la estrella gira a toda velocidad, permitiendo que alcancemos un mayor nivel de comunión con la instancia superior, que es la fuente de toda alegría.


Por el contrario, cuando el flujo energético está bloqueado, la estrella gira muy lentamente, nos mantiene alejados de la instancia superior y causa depresión, fatiga, dolores de cabeza y desánimo. Y, por sobre todas las cosas, un profundo sentimiento de desesperanza.

Proteger y fortalecer el alma

La meditación Merkaba tradicional incluye una serie de visualizaciones bastante complejas, que deben coordinarse con el ritmo respiratorio; a cada inhalación y exhalación le corresponde una visualización y un mudra particular. Además, implica visualizar rayos de luces de diversos colores, en distintas zonas de la estrella tetraédrica que tenemos en nuestro interior, según el sexo de la persona que medita.


El ejercicio que se presenta en este capítulo es una simplificación de esta técnica. Pero no por ser más sencillo es menos poderoso. El objetivo final, activar el campo energético que rodea nuestro cuerpo físico, se mantiene.
Este campo energético es el aura. Tiene una forma ovalada, rodea nuestro cuerpo y va cambiando de color según nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Originalmente, posee todos los colores del arco iris (roja, naranja, amarillo, verde, azul, violeta, índigo y blanco), a los que se suman tres colores más: dorado, bronce y plateado. Cada color se debe a ciertas emociones y sensaciones. El más puro de todos ellos es el blanco, y es el color que predomina en un aura sana, plena, en armonía con el Ser interior de la persona y la Energía Cósmica superior.


Cuando nuestro vehículo Merkaba interior se activa, produce una luz blanca que llena nuestra aura, la purifica y la colma de energía positiva. El blanco es la suma de todos los demás colores, y por lo tanto es la suma de todos los sentimientos positivos; es algo así como una mezcla de fuerza, alegría, optimismo, amor y serenidad. Un aura blanca potencia nuestra creatividad e imaginación, que son propiedades del hemisferio derecho del cerebro (que también se revitaliza con la activación de nuestra Merkaba interna).


Las personas que disfrutan de un aura blanca poseen una claridad mental muy grande, que les permite llevar una vida tranquila y sencilla, siendo posible para ellos superar cualquier problema que se les presente.
Un aura sana es, además, un seguro de salud física. Si el aura toma un tono blanco es porque el flujo de energía dentro de nuestro cuerpo es fluido. Y cuando la energía recorre cada rincón de nuestro cuerpo libremente, sin bloqueos ni obstáculos, no aparecen enfermedades. De hecho,.es muy común que hoy en día los tratamientos de la medicina tradicional sean acompañados por algún tipo de terapia energética que elimine los bloqueos internos que imposibilitan el flujo de energía a través del cuerpo. La Merkaba, que es el medio por el cual podemos mejorar el flujo energético, es entonces un sanador físico, espiritual y psíquico.


Un aura oscura, por el contrario, nos habla de un alma aquejada por la incertidumbre, el dolor o la enfermedad. Y muchas veces, de un alma que sufre de estos tres malestares al mismo tiempo. Cuando el aura es de color marrón, se debe a una personalidad egoísta. Cuando es gris, a que la persona sufre de depresión. Y cuando es de color azufre, nos habla de un alma dominada por la ira.


En pocas palabras: la meditación Merkaba cura nuestra aura. Por lo tanto es una herramienta de sanación espiritual que permite el equilibrio emocional, y al mismo tiempo crea una armadura que nos protege de los embistes de las energías negativas del exterior que quieren ingresar a nuestro cuerpo. Es decir que transforma la energía interna en energía positiva y evita la entrada de toda energía que no sea benéfica.


La Merkaba ha sido desde el inicio de los tiempos un símbolo del amor incondicional. Al purificar nuestra aura, nos permite relacionarnos únicamente desde el amor, dejando de lado los miedos, el recelo, el enojo o cualquier otra emoción negativa. Por eso mismo, existen medallones con forma de Merkaba que algunas personas llevan siempre alrededor de su cuello, como un recordatorio constante del poder de ese vehículo de superación personal que todos poseemos en nuestro interior.


Nuestro vehículo Merkaba pone fin a los vicios espirituales de la vida moderna: nos ayuda a conectarnos con otra realidad, poniendo fin a la obsesión que los hombres occidentales tenemos con lo material. Desarrolla nuestra conciencia, y elimina la envidia, el temor y los celos. Sentimientos negativos que son muy comunes hoy en día, especialmente en los lugares de trabajo.


Muchos autores consideran que la práctica sostenida de meditación Merkaba, además, trae otro beneficio: hace posible ingresar a la cuarta dimensión. El mundo en el que los seres humanos vivimos tiene tres dimensiones: alto, ancho y largo. Existe una cuarta dimensión, que implica la noción de tiempo. Básicamente, la cuarta dimensión sería el mundo verdadero, el espacio en el cual el tiempo (que es una categoría humana) no existe, y las otras tres dimensiones pierden sentido, porque lo material tampoco existe.
La cuarta dimensión sería el plano en el cual existe Dios o, mejor dicho, el principio creador del Universo. Nuestro vehículo Merkaba interior, entonces, es la carroza que podemos montar para viajar a esta cuarta dimensión, el espacio de comunión entre el ser humano y la instancia superior.


Algunos autores llaman a la Merkaba "un platillo volador", porque es el medio de transporte con el que podemos viajar a otro mundo, a uno diferente a la Tierra que habitamos, un mundo donde no existen ni el pasado, ni el presente, ni el futuro, ni todas las categorías que los hombres hemos inventado para movernos en el mundo material. Allí, tiempo, espacio, alto, ancho, largo, pequeño, grande, son palabras sin sentido.


La cuarta dimensión es en cierta medida, la nada. Pero no es una nada vacía, es una nada llena de Amor con mayúscula, de Energía Cósmica, de la Llama Divina que hace arder nuestros corazones. La "Verdad" de la existencia, la razón por la cual los seres humanos existimos, la armonía energética, la plenitud y el equilibrio cuerpo/ mente/espíritu sólo es posible en la cuarta dimensión, que es la superación completa de las polaridades de nuestro mundo. Nuestro vehículo Merkaba equilibra los dos hemisferios del cerebro humano, y por lo tanto (además de intensificar nuestras habilidades mentales), permite el crecimiento espiritual.


Las personas sólo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral, pero la Merkaba nos enseña a utilizar el otro 90% que generalmente se mantiene inactivo. Allí es donde residen capacidades como la percepción extra-sensorial y un sentido muy agudo de intuición. Y es también el lugar donde es posible la telepatía.


Algunas personas creen que la telepatía y la percepción extra-sensorial son imposibles, pero de todos modos practican la meditación Merkaba, porque ésta es, antes que nada, una técnica de superación personal. Quien no cree que es posible la telepatía, jamás podrá experimentarla: su corazón y su mente están cerrados a ella. Pero incluso el más cínico de los seres humanos puede beneficiarse de la meditación Merkaba, porque aunque no crea, ni busque, ni le interese explorar los poderes ocultos de la mente, el recambio energético que produce la Merkaba es un fenómeno real, concreto y al alcance de todos.
Es que el poder de protección de la Merkaba es muy real. De la misma manera que los querubines (que formaron aquélla Merkaba sobre la que, nos dice la Biblia, se desplaza Dios) son los protectores de la gloria de la instancia superior de la existencia, nuestro vehículo Merkaba interior es, una vez que ha sido activado, una armadura que nos protege de todo mal, de todo problema, de toda tensión.

 

Sabiendo que estamos protegidos por esta armadura, enfrentamos la vida con otra actitud. Porque sabemos que el mundo material en el que nos movemos, y que sin dudas puede ser maravilloso, no es lo único que existe. Sabemos que existe otro lugar, un lugar que no es nada pero que al mismo tiempo lo es todo, donde la plenitud espiritual es posible.
Ejercicio de meditación

1)  Asumimos la postura corporal y el mudra elegidos.
2)  Cerramos los ojos. Nos concentramos en nuestra respiración, sin modificarla aún.
3)  Reducimos nuestro ritmo respiratorio, tanto como nos sea po­sible.
4)  Visualizamos nuestra Merkaba, nuestra estrella tetraédrica, en el centro de nuestro pecho.
5)  Imaginamos que nuestra estrella empieza a girar, lentamente. Inhalamos, y visualizamos el aire que ingresa a nuestro cuerpo, viaja hasta nuestro pecho e ingresa a la estrella; al hacerlo, au­menta un poco la velocidad con que gira nuestra Merkaba.
6)  Continuamos respirando, visualizando cómo nuestra Merkaba gira a una velocidad cada vez más mayor.
7)  Cuando la Merkaba viaja a una velocidad tan rápida que sus bordes ya no son nítidos y vemos sólo una estela circular, ima­ginamos que la estrella empieza a crecer, lentamente.
8 )  Visualizamos que la estrella continúa creciendo hasta exceder nuestro cuerpo; ya no es una estrella dentro de nuestro pecho, sino que nosotros estamos dentro de la estrella.
9)  Nuestro Merkaba continúa girando a una velocidad prodigio­sa. Visualizamos que del centro de nuestro pecho se enciende una pequeña luz.
10)  Con cada inhalación, la luz va creciendo, expandiéndose en todas direcciones, lentamente, hasta cubrir completamente nuestra Merkaba.
11) Exhalamos, y al hacerlo, la velocidad con que gira nuestra Mer­kaba va disminuyendo, muy lentamente, pero la luz blanca que la cubre no pierde intensidad ni tamaño.
12) Continuamos respirando hasta que nuestra Merkaba se ha de­tenido. Llevamos nuestra atención a la luz que nos cubre.
13)  Exhalamos, y al hacerlo, nuestra Merkaba va reduciéndose lentamente, hasta regresar a su lugar original en el centro de nuestro pecho.
14) Llevamos nuestra atención a la respiración. Recuperamos len­tamente su ritmo normal.
15) Abrimos los ojos, lentamente.

 
http://www.oraciones.com.es/tecnicas-de-meditacion/meditacion-merkaba-3.html

 

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