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 CRISIS DE PAREJA Y DE MASCULINIDAD



Diciembre 20, 2012, 06:44:44 am
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CRISIS DE PAREJA Y DE MASCULINIDAD
« en: Diciembre 20, 2012, 06:44:44 am »
CRISIS DE PAREJA Y DE MASCULINIDAD
Escrito por Psicóloga Jaquelina Pievaroli


¿SER TRABAJADOR = SER HOMBRE?

Este artículo introduce una reflexión sobre el legado socio-cultural de la relación estrecha que tiene el trabajo con la masculinidad.

Actualmente, debido a la crisis económica, se quiebra el concepto de que la masculinidad está asociada al rol productivo, produciendo así un impacto psíquico sobre los hombres y al mismo tiempo abre las puertas a la creación de una nueva identidad masculina.

También podemos preguntarnos: ¿Qué pasa con las mujeres frente a éste cambio de rol masculino? En la terapia de pareja se pueden ver los efectos que sufre la pareja debido al cambio de rol que se está produciendo en los hombres.


HOMBRES EN BUSCA DE UNA NUEVA IDENTIDAD


El impacto psíquico del paro se agrava en los hombres, ya que ven que su papel principal de cabeza de familia va en declive.

Tradicionalmente vistos como el sustentador de la familia, ahora ese rol peligra; a ello se une el desánimo por no encontrar trabajo.

Llama la atención la evolución de un dato que aparece al comparar las dos últimas encuestas sobre los usos del tiempo. ¡40 minutos de recorte! Este es el tiempo que los hombres han robado a las mujeres en lo que respecta a la dedicación a las tareas del hogar en los últimos seis años en España. ¿Revolución hacia la igualdad? Una pizca de igualdad... y mucho de crisis.

Se acerca al millón y medio el número de hombres que han perdido el empleo desde abril del 2008, cuando la crisis ya hacía mella. El desempleo de larga duración (más de un año) ha crecido y abarca a los sustentadores principales –en terminología clásica- de la familia. Lo grave, evidentemente, es el impacto económico pero hay que hablar también de cuestiones anímicas, sociológicas y psicológicas. La pérdida del empleo es dura en femenino y en masculino, pero un buen número de profesores e investigadores sostienen que es peor para los hombres.

Los 40 minutos que se citaban al inicio condensan mucha información, son un indicador muy potente, sostiene Cristina Brullet, doctora en Sociología y profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Es un recorte muy alto en una cuestión estructural, histórica –el cuidado de la casa, la familia– que no supone, señala, un cambio de mentalidad sino que llega sobre todo de la mano del paro. No significa esto que todos los hombres desempleados se hayan puesto a hacer de amos de casa a tiempo completo sino que se enfrentan a una nueva situación. Hay algunos patrones comunes de conducta, y también se observan cambios de mentalidad en determinados colectivos.

Iñaki Piñuel, psicólogo y profesor de Organización y Dirección de Empresas (Universidad de Alcalá), señala que el hombre desempleado se enfrenta principalmente a tres problemas. Ve puesto en cuestión su “papel de cazador”, de buscador del sustento fuera del hogar, una situación que puede ser devastadora si se alarga ya que para muchos hombres su profesión es sinónimo de identidad. “El maridaje profesión-vida es fatal”, señala Piñuel en términos generales.

Asimismo, un largo tiempo sin empleo puede llevar a lo que califica como una “indefensión aprehendida”. Es decir, el convencimiento de que después de mucho probar sin resultado, ya no se va a encontrar nunca más un trabajo. Cunde el desánimo y este panorama facilita la aparición de ansiedad, depresión, y puede dar pie a adicciones. También debe de tenerse en cuenta el impacto sobre la vida familiar, con mayores roces con la pareja y los hijos, más irritabilidad y riesgo de ruptura, e incluso de la violencia. A ello debe añadirse en algunos casos, señala Piñuel, la mirada que algunas mujeres han posado en los hombres, considerándoles, valorándoles sobre todo por su capacidad de llevar dinero a casa y no por otras cualidades.

Este esbozo general de comportamientos posibles puede ser aplicable al caso de la mujer, pero los expertos coinciden en señalar que en una visión de conjunto ésta tiene una capacidad mayor de diversificar sus intereses, de socializarse, de adaptar las miradas. Es decir, no funciona tan a rajatabla la ecuación identitaria profesión-vida.

Según los datos del estudio realizado por el catedrático de Economía Josep Oliver para Manpower, un 37% de los parados de larga duración son cabezas de familia (acepción que generalmente recae sobre el empleado masculino por su mayor sueldo). Los hombres se están encontrando con situaciones que nunca se habían planteado, que eran inimaginables para ellos en un marco general que Brullet califica de “involución transicional”. O sea, se truncan las expectativas de vida, las esperanzas, la evolución natural y sana en la que, por ejemplo, los padres ofrecen una vida mejor a sus hijos.

Pero como en todo, la crisis también deja entrever perfiles nuevos de comportamiento, sobre todo entre hombres, padres jóvenes (de 34 a 45 años, en un margen flexible), que dan una especial significación a la paternidad. Esto no quiere decir que no les afecte tener o no tener trabajo sino que pueden asumir con ánimo de disfrute –siempre que haya un sueldo en casa– su papel de padre. Son los que llevan a la práctica la cacareada igualdad, un valor en alza en términos ideológicos pero que sin embargo no se plasma de igual manera en los quehaceres del día a día.

Javier Macpherson, ilustrador, tiene trabajo, pero muy poco. Su caso concentra algunas de estas nuevas actitudes, aunque lata siempre el peso de la incertidumbre y la búsqueda constante de un empleo sólido. Hace un año y medio decidió abandonar su despacho compartido en Barcelona e instalarse en Madrid con su pareja, que es funcionaria. Los encargos iban decayendo y decidió compatibilizar su profesión desde casa con el cuidado del hogar: compra, cocina y limpieza. Y hace un mes que es padre.

Javier señala que la clave es no perder la rutina. Se levanta pronto, igual que cuando los encargos laborales eran mayores, y se dedica a pintar una media de cinco horas al día –aunque no pueda vender sus ilustraciones–. Le da tiempo para tener la casa perfecta y hacer algo de deporte, pero admite que no puede estar concentrado al cien por cien. No le pesa el papel, sino una cierta zozobra por su futuro profesional. Por ello, dentro de seis meses su bebé irá a la guardería unas horas. “Nos hemos planteado que yo lo cuide siempre, pero sé que si estoy más de seis meses alejado del mundo profesional las cosas serán más difíciles”, comenta. No todo el rato, pero allí estará.

La primera oleada de la crisis afectó sobre todo a los empleos de la construcción y la industria, hoy el paro estructural impacta a los hombres con estudios medios. Dos corrientes diferentes llevan sus aguas a este presente convulso. En la comunicación El papel de los hombres en la igualdad de género: cambios, perspectivas y transiciones, el profesor Paco Abril (Universitat de Girona) recuerda que en torno al trabajo ellos han estructurado el resto de los tiempos de su vida. Cuando falla el eje, aparece esta sensación de pérdida de identidad y devaluación social y, por tanto, de posible hundimiento.

Hay que repetir que las mujeres no son inmunes a ello y que el trabajo es también terreno de realización y ambición. Pero en ellas fluye esta otra corriente que ahora sólo algunos practica: la difuminación de la centralidad del tiempo de trabajo. Es un concepto, señala Abril, que empieza a estar bien visto cuando lo practican los hombres sea por convencimiento o por obligación.

Lo primero es el sustento económico, pero quizás es el momento de aplicar apertura de miras, una nueva libertad sobre la vida y sobre uno mismo.

 

 

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