A veces asientas tu vida sobre cosas que no son importantes.
Te piensas que solo existes tú y que no importa lo que pase a tu alrededor, pues tú siempre tienes que ganar y hacer lo que quieres, pero la vida es tan sabia, tan sumamente racional, que te va enseñando a través de sus muchas circunstancias que esto no puede ser real, que cuando andas así todo se vuelve oscuro y está en ti reaccionar y no dedicarte a responsabilizar a otros de tus actos, o a decir siempre que la culpa es de otro.
Cada cual es responsable de sus actos, de sus maneras, de sus formas, de la manera de organizarse, de mirar la vida y, sobre todo, de actuar, porque todo repercute y lo que hagas tú así funcionarán las consecuencias de tu alrededor.
A veces nos sentimos que todo se derrumba, que todo es negro, que no somos capaces de dar un paso sin que todo salga mal, pero lo que no nos damos cuenta muchas veces es que eso mismo lo provocamos nosotros mismos, cuando no buscamos más reacción que el ser valorados por otros, cuando desconfiamos de todo y de todos por no saber expresar lo que realmente sentimos, por no querernos a nosotros mismos lo suficiente y aprender a valorar hasta que no nos llega ese momento que tienes que elegir entre ser una persona que tienes valentía y agallas, o ser una piltrafa de la pena penita pena para que todos te adoren o te compadezcan , pero que dura tan poco como el viento de otoño, y después vienen la lágrimas, pero al final te tienes que encontrar contigo misma y reaccionar, porque sabes que si caes tú otros que también son importantes caerán y la levantada será dura , pero hay que levantarse siempre y seguir avanzando, creciendo y madurando porque la vida es como es, y no hay más.
A veces son tantas cosas las que nos aturden , que nos despistamos pero siempre resurgimos de la nada, porque tenemos ese don para hacerlo, para saber que si queremos , confiamos, damos lo mejor, siempre podremos conseguirlo y no desfallecer a pesar de todas las trabas… pero nos ponemos impedimentos cuando nos negamos a enfrentar la realidad, cuando pisamos al de al lado para subir nosotros de peldaño, cuando utilizamos la hipocresía social para no defender lo que realmente es bello y nos negamos a decir y a dialogar utilizando la soberbia como defensa, cuando nos hemos equivocado, pero siempre entonces, la vida, el camino, se tuerce y te hace darte una caída que dependerá siempre de ti como la quieras, como la sientas, pero es entonces cuando no tienes derecho a quejarte ni a decir que la vida es injusta.
Surgen después de todos estos, a veces, una gran soledad pues tu camino parece truncado por la vida misma, pero no es así, porque analizas tu sendero, tu rumbo, y, si sabes reaccionar, empiezas a actuar de una manera coherente con lo que eres, con lo que te has encontrado, con lo que has valorado, y analizado, y empiezas a dejar atrás todo lo que obstruye, para empezar a vivir de verdad dando algo que te hace diferente y que llevas dentro, porque todo es diferente cuando realmente valoras, confías, crees, quieres, lo intentas, y no quieres ya que todo sea dado ni recibido , sino que sabes lo que debes hacer , como tienes que funcionar y lo haces por el bien de todo, para poder cambiar aquello que tanto duele, para dar sentido a todo lo que nunca le podremos dar con una mente normal, aprendes que la violencia, la intolerancia, el pisar a otro, el no ayudar o no aportar, el engaño, todo eso que parece que le haces a los demás para tú parecer más fuerte se viene todo contra ti y no te deja ver más que tu ombligo, pero luego te das cuenta que tú eres mucho más que todo eso.
Y es así como vamos caminando por la vida, es así como vamos aprendiendo de ella, como vamos superándonos, como cada día es un quehacer nuevo, es una forma de superarte, es algo que te ha sido concedido y que tienes que agradecer porque siempre merece la pena, y eso es lo que brillará dentro de ti.
EstheR., sé feliz.
Esther Sánchez Orantos
