Un joven se sentía decepcionado por la actitud egoísta de sus semejantes hasta que, paseando por el bosque, observó algo que le sorprendió: cada día una liebre llevaba comida a un tigre herido.
El joven se sintió esperanzado de nuevo pensando que si los animales eran capaces de ayudarse unos a otros, las personas podrían aprender de ellos y cambiar. Así que decidió probarlo por sí mismo.
Se tiró al suelo, como si estuviese herido y esperó a que alguien se acercara. Llegó la noche y nadie fue a ayudarle. Pasados unos días, cuando ya se había dado por vencido, cansado y hambriento, escuchó dentro de sí una voz que decía: "Si quieres seguir creyendo en la humanidad y ver a los demás como hermanos, deja de hacer de tigre y sé la liebre".
