Qué es la Depresión
Sin darnos cuenta el ánimo decae, nos sentimos tristes sin razón alguna, nuestra actitud es sumamente pasiva, aún rodeados de gente sentimos soledad y nada nos provoca siquiera cierto encanto. Lo más probable es que presentemos un cuadro de depresión, la cual atendida a tiempo nos da más posibilidades de recuperación.
Se cataloga a la depresión como un trastorno afectivo que se caracteriza por el decaimiento a plomo del ánimo, disminución de la capacidad para experimentar placer, la casi nula autoestima, desesperanza y autocompasión, disminuye la libido, entre otras señales que indican el advenimiento de la enfermedad.
Los síntomas más comunes en las personas con depresión son dificultad para conciliar el sueño o exceso del mismo, disminución o aumento del apetito, fatiga y falta de energía, sentimiento de inutilidad y culpa, abandono, desinterés por casi todo lo que implique relaciones sociales e incluso la apariencia personal.
En algunos casos más agudos se manifiesta una abundante sudoración del individuo, temblores, nerviosismo, irritabilidad y una preocupación desmedida.
Ante estas circunstancias es de vital importancia identificar las características y acudir prontamente con el especialista para evitar un mayor deterioro de la salud de la persona y atacar con prontitud sus malestares y prevenir sucesos más graves que pudieran culminar con la muerte misma del paciente.
En México se tiene el dato que más de 10 millones de personas padecen depresión en algún momento de su existencia, siendo los más afectados los adultos mayores, quienes tienden a padecer a su edad enfermedades crónico-degenerativas, y que tienen una disminución en sus actividades, lo cual repercute en su potencial económico y social, que los hace más propensos a la depresión. Aunque los jóvenes también son una población susceptible de este mal. En los grupos más jóvenes la depresión incrementa el riesgo de alcoholismo, abuso de drogas y el suicidio.
Estudios sobre el tema señalan que la depresión es 1.5 veces más frecuente en mujeres que en hombres debido a situaciones exclusivas como el embarazo y el postparto, pues se trata de periodos particularmente críticos en su estado emocional y físico.
La crisis depresiva es calificada como leve, moderada o grave, de acuerdo a la cantidad y gravedad de sus síntomas. Existen dos factores asociados al padecimiento: los genéticos y los sicosociales. Los primeros implican que un factor genético está implicado evidentemente en el desarrollo de los estados de ánimo, aunque diagnosticar estos factores son complejos de precisar.
Algunos tipos de depresión tienden a afectar miembros de la misma familia, lo cual sugeriría que se puede heredar una predisposición biológica. Existen casos de familias que van heredando depresiones severas a sus generaciones siguientes. Pero también puede suceder que afecte el daño a personas que no han tenido en su familia antecedentes depresivos.
Los psicosociales indican que el estrés es un factor que antecede con frecuencia los primeros episodios de alteración del estado de ánimo. Y se deduce que el estrés que acompaña las primeras crisis produce cambios paulatinos en la biología cerebral. Sin embargo los datos más convincentes indican que el estrés tiene como origen la pérdida del padre o de la madre, antes de que el afectado cumpla 11 años o la pérdida del cónyuge en la edad adulta.
Recientemente la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden propiciar algunas otras mentales, como pueden ser accidentes cerebro-vasculares, afecciones cardiacas, cáncer, el mal de Parkinson y trastornos hormonales pueden desembocar en la depresión. La persona deprimida se vuelve apática y sin deseos de atender sus propias necesidades físicas, lo cual complica su recuperación y lo conserva vulnerable a un estado prolongado de depresión.
Las causas de los trastornos depresivos generalmente incluyen un coctel de combinaciones genéticas, sicológicas y ambientales, que allanan el camino para que se produzcan posteriores episodios depresivos, aún en circunstancias leves o exentas de estrés.
Es importante recordar que siempre hay que acudir con un profesional en caso de que se crea que uno mismo o alguien cercano está pasando por una depresión, y recibir el tratamiento adecuado para evitar que la situación se complique y comience a afectar la vida de la persona de manera importante.
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