EL VIDENTE QUE HAY EN USTED
Hay personas que "no creen que existan videntes", yo personalmente opino al revés: "no creo que exista alguien que no sea vidente". Otra cosa es que ejerzamos como videntes y otra también a parte, la pericia de la que disponemos para ello. Para algunos es algo innato el escuchar la propias intuiciones y de hecho en la primera infancia, todos solemos intuir muchísimo más acerca de los demás. Luego aprendemos a escuchar y pensar y con ello...desatendemos lo esencial.
También en esto de la videncia hay tantos casos como personas; unas mejoran con la experiencia, otras jamás y existen personas que creen saber mucho pero no aciertan ni por casualidad, mientras otras que no alardean de ello, ven el interior de los demás cuál si sus sentimientos se transparentaran totalmente.
Jung decía que las personas "acostumbran a ser lo contrario de lo que aparentan". Según lo cual, se trata de mirar con los ojos del corazón, esos que captan los afectos y no se dejan despistar por lo que se intenta hacer ver. Ello, nos parece una tarea ilógica, pero con el paso del tiempo a veces comprendemos que los afectos son una dimensión que trasciende la lógica: ¿Por qué alguien nos despierta simpatía? ¿Quién no ha trasformado radicalmente su percepción de otro? ...etc. A todos nos pasa a veces, de pronto vemos a alguien por dentro y todo cambia. Nos hemos dado cuenta de para qué actúa. Cómo hemos llegado a esa sabiduría o por qué, es inexplicable. Pero tras "captar" eso ya nada vuelve a ser igual. Así es el corazón: ve cosas de pronto, da saltos que lo cambian todo. Por tanto, el corazón funciona de forma ilógica, pero funciona casi siempre.
Los ojos del corazón captan todo lo que no es exteriormente visible, pero que acostumbra a ser de lo más importante. Cosas que conocemos sin ser normalmente conscientes de ello: cómo los sentimientos atrapados en la expresión, el tono, la forma de respirar, en suma lo que destila la presencia de otra persona en su conjunto, eso que abarca cuanto no podemos concretar, pero está. Por eso, cuando miramos con los ojos del corazón a alguien de verdad, reparamos en una dimensión habitualmente pasada por alto; desentrañamos sus emociones revueltas o atrapadas y un grito que podría traducirse en lo que esa persona procura de la vida.
Si; podemos saber mucho más del prójimo, de lo que creemos lo cual le incluye a usted también.
Aquí unas inspiraciones, aunque habrán muchas más si usted se lo propone, con modestia y atención:
Pare de pensar:
Acérquese a la otra persona de modo abierto, desde su presencia genuina, como pura realidad esencial aquí y ahora.
Concentre su atención en lo esencial:
Enfoque las vibraciones emocionales que le llegan de ella como si escuchara una melodía, reparando en lo superior o inmaterial.
Báñese en la presencia del ser frente a usted:
Aparte a su ego de en medio, dejando que esa energía emocional de la persona que tiene delante le inunde.
Conecte de esencia a esencia:
En este punto captará una realidad del otro atemporal, algo así como un núcleo esencial al mismo tiempo niño, adulto y anciano. Estése ante ese ser: ¡Ya lo tiene presente! Haga equilibrio entre la emoción y el pensamiento para mantenerse allí.
A partir de ese momento puede abrírsele - aunque no necesariamente - una sensibilidad nueva a través de la cual le lleguen corazonadas nítidas sobre la existencia afectiva del otro. Dado que dicha existencia se encuentra imbricada en una enredadera de sentimientos compartidos con otros seres, puede vislumbre alguna circunstancia sentimental que marca a esa persona, o incluso a quienes protagonizan la misma.
Es normal que llegado a este punto note una profunda compasión o simpatía hacia el otro, tal como si le hubiera visto por dentro conociéndole del todo en breves instantes. Sentirá claramente cómo es su carácter, sus puntos fuertes y sus fallos o vicios, pero sobre todo tendrá la profunda seguridad de que la comunicación que han tenido se mueve en otro calado.
A raíz de esto, quizás se le ocurran súbitamente intuiciones sobre lo que esa persona siente, piensa o hace, e incluso, lo que en el futuro sentirá, pensará o hará. Para la dimensión sentimental todo está en el interior que se le revela de ella y resulta un mero detalle el que algunas de esas cosas todavía tengan que pasar.
Demos gracias por esta potencialidad inexplicable de la que disponemos: valorémosla porque es más de lo que merecemos y solo desde la sencillez - de no presuponer nada, ni dar nada por descontado o demostrado -estas maravillas pasan.
Paz Torrabadella